Ingeniería de control en el quirófano: simbiosis entre el médico y el ingeniero es el título de la charla impartida ayer, 6 de marzo, por Santiago Torres Álvarez, profesor de la Universidad de la Laguna (ULL). El evento se enmarcó dentro de las III Jornadas de Investigación en Ingeniería Industrial, Informática y Mediambiental. La ponencia tuvo lugar en el salón de Grados de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología.
El ponente señaló que se trata de un proyecto multidisciplinar, en donde colabora el Grupo de Ingeniería de Control de la ULL, un equipo de médicos del Hospital Universitario de Canarias y también un colectivo de ingenieros. «El objetivo consiste en introducir un elemento de control, un ordenador, que sirva como herramienta de ayuda para el anestesista a la hora de la toma de decisiones en el proceso quirúrgico», expuso el ingeniero.
En este estudio se trabaja con la anestesia intravenosa, y se aplica al procedimiento general, que comprende 3 áreas: la hipnosis (pérdida de los recuerdos a la hora de despertar tras una intervención), la analgesia (ausencia de dolor durante la operación) y la relajación muscular. En concreto, han realizado un análisis clínico en el ámbito de la hipnosis, aunque actualmente se está aplicando en el proceso analgésico.
Una medicina más personalizada
El procedimiento clínico que se hacía hasta entonces, consistía en que el profesional tenía algunas variables del paciente (sexo, edad, altura, peso) y con eso se establecía una dosis estándar que mantenía al paciente en un cierto nivel de hipnosis. Sin embargo, «lo que se pretende es cambiar ese modelo de decisión, por un sistema automático de control en donde el anestesista pasa a ser supervisor.» De esta forma no solo se encarga de monitorizar el sistema de hipnosis, sino de trabajar con otros datos de interés en el enfermo.
Torres Álvarez quiso resaltar que, se trata de una medicina personalizada, en donde las dosis que se dan a las personas, van a depender de la respuesta a los fármacos que se le están suministrando. Esto tiene una serie de beneficios, como la reducción de los riesgos de sobredosis de fármacos, la mejora en la recuperación porque no se sobredosifica al paciente, la reducción del tiempo en quirófano, etc.
Se han realizado pruebas reales en alrededor de 200 pacientes sin ninguna incidencia. Además se ha podido apreciar una diferencia significativa desde el punto de vista estadístico con respecto a los casos manuales, la práctica estándar. Este proyecto ha pasado por el Comité Ético del HUC que le ha dado su aprobación y posteriormente los pacientes tienen que dar también su voto afirmativo para que se pueda emplear esta tecnología.