Cavafis en su poema escribía sobre Itaca como el objetivo de un sueño que llegaría tras un largo viaje formándose, viviendo nuevas aventuras y experiencias que terminan mostrando el camino a los viajeros. La Agrupación de Teatro de Filología lleva 35 años acercando a los alumnos de la ULL un recorrido distinto a ser uno más de la clase. Una voz en el tumulto o una calificación entre tantas. «Esto sí es la universidad», decía en la última función de la Agrupación su coordinador y profesor, José Antonio Ramos Arteaga. El teatro ha formado una familia, un «grupo de locos», dice Arteaga, que busca una forma de expresión.
El grupo amateur que basa su función en la universidad comenzó en el año 1985 por un proyecto de clase y ha terminado convirtiéndose en una de las agrupaciones teatrales universitarias más duraderas de España. En el aula 3 de la facultad de Derecho, subidos a los pupitres, sus fundadores la bautizaron por el nombre que conserva en la actualidad para resaltar tres cosas: su afinidad a la rama de la filología, su implicación con la ULL y el sentido de colectivo. De los impulsores de su creación solo queda su actual coordinador, José Antonio Ramos, que se vuelca totalmente en la asociación porque concibe este proyecto como una manera privilegiada de relacionarse con sus alumnos.
Desde el Plan Bolonia, el profesor nota que es más complicado llevar a la práctica el teatro en la institución lagunera, ya que en ocasiones es difícil ponerse de acuerdo para los ensayos. La sobrecarga de trabajo que se le impone al alumnado dificulta una mayor dedicación en otras tareas porque les obliga a estar «constantemente en activo, antes tenían un poco más de tiempo», subraya Ramos Arteaga.
El ensayo
Damián Ramos lleva tres años en el grupo y es su forma de mostrar «todos esos sentimientos que da vergüenza sacar delante de las personas». Compagina el grado de Estudios Francófonos Aplicados y la actuación. Confiesa que está decepcionado con la carrera y, por ello, busca diferentes actividades externas para evadirse. Una de estas es subirse al escenario para «sacar todas las personalidades y facetas de mí que tengo que ocultar en mi día a día». En un principio le resultó un reto, pero la Agrupación le ayudó a conocer un mundo distinto. Por ello, en un futuro le gustaría seguir actuando mientras lo compagina con otras ocupaciones.
El estreno de una obra es el culmen de un proceso muy largo de documentación, ensayos, tropiezos, mimetizarse con el personaje, etc. Por esta razón, lo favorito para Arteaga es este desarrollo, llegando incluso a afirmar que si le es posible solo asiste a las obras en el momento final, para aplaudir. Pilar Calero es directora de la compañía teatral Pibolabi y exintegrante del grupo desde hace nueve años, afirma que en ella hay un poco de todos los personajes que ha interpretado. Por eso le parece tan importante la evolución de cada obra, porque es el momento en el que el actor define al personaje y viceversa. Para ella, el teatro es un reflejo de la sociedad, «sin teatro no hay vida», se atreve a declarar con una apasionada voz.
El escenario
La Universidad de La Laguna es el escenario en el que se mueve este colectivo. A pesar de sentirse apreciados, José Antonio Ramos reclama que lleva exigiendo durante años un espacio estable y multiusos para todos los grupos culturales que existen en la ULL y no se les ha prestado atención. «No podemos estar ensayando en patios, aulas o en césped», expone y siempre agradeciendo la generosidad de los conserjes que muchas veces facilitan los lugares donde poder ensayar.
Para el profesor trabajar en este proyecto es lo mejor de su vida académica. «En muchas ocasiones no hubiera estado tan a gusto en la docencia». La Agrupación le ha visto transformarse desde alumno hasta maestro. La transición fue natural porque convirtió la escuela en una segunda casa: «Nosotros, incluso, dormíamos, comíamos y ensayábamos los fines de semana aquí».
La actuación
«Lo más importante para un actor es el minuto antes de salir, en el que oyes la respiración de la gente», dice la directora de Pibolabi. Itaca se olvida por un momento y solo se vive. Los años han pasado y al mirar atrás muchos comprueban que las mejores experiencias y enseñanzas a veces no las aportan las clases. El grupo yergue un rico camino para cada miembro.
Encontrar una nueva familia y encontrarse a uno mismo, saber que siempre podrás contar con las personas con la que has compartido telón y mucho más, son algunas de las enseñanzas que la Agrupación aporta. En palabras de Pilar Calero: «Soy de la agrupación, esa es la carta de presentación».