Román Hernández es escultor y profesor de Escultura en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna. Además, en su trayectoria como escultor, ha realizado un gran número de trabajos e, incluso, numerosas exposiciones a nivel individual y colectivo a lo largo de su carrera tanto en España como en el extranjero. Asimismo, cuenta con una página web donde se pueden observar muchas de las obras creadas por él.
Atendiendo a la situación de la COVID-19, ¿cómo está impartiendo las clases en Bellas Artes? «Tengo dos grupos. En Escultura I, primer curso, el alumnado está haciendo una memoria cuyos contenidos de la asignatura estaban ya impartidos, hasta el día de la cuarentena, un 90 %. El otro grupo es de cuarto: Proyectos Expositivos. Atiendo las consultas para la realización de un proyecto expositivo a través del aula virtual y por e-mail».
¿Considera que el arte es necesario en nuestra sociedad? «Naturalmente. El arte genera riqueza y no solo me refiero a la económica en cualquier sociedad civilizada sino a la capacidad de hacer feliz al ser humano tanto en su concepción como en su disfrute. En estos tiempos que nos ha tocado vivir debido a la deriva existencial en la que estamos sumergidos apelo a la más absoluta necesidad del ser humano a acercarse al arte en todas sus manifestaciones, a la naturaleza y a su respeto total y absoluto».
Entonces, ¿no podemos vivir sin arte? «La necesidad de expresarse seguirá dando manifestaciones artísticas mientras existamos sobre la faz de la tierra».
¿Cómo es el arte de la escultura? «Un arte estrictamente tridimensional. Una escultura es, además, un continente que aglutina numerosos aspectos sensoriales, íntimos, materiales, conceptuales… En la escultura no puede hablarse de desmaterialización porque no puede renunciar por completo a la materia y al espacio».
¿Por qué eligió la escultura? «Pronto me di cuenta de que el hecho artístico, de alguna manera, intensificaba mi vida. Con posterioridad, en la preadolescencia, mis primeras incursiones se produjeron en la práctica de la pintura de paisajes y de objetos, en un intento por imitar a artistas cuyas obras llamaban poderosamente mi atención como pueden ser Dalí, Magritte, Brueguel… En 1982 ingresé en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna y allí mi interés se derivó hacia la escultura pues es en este campo donde más me identificaba».
«Cada exposición es el producto de un proceso creativo intenso y continuado en el tiempo»
¿Qué tipo de escultura es más especial para usted? «El arte de la escultura es tan variado y amplio, cuyo resultado no es más que la representación de los pensamientos y las ideas que abriga el artista en su interior. Ahí está lo especial, el lenguaje propio creado, algo enormemente complejo. En ocasiones oigo idioteces como escultura virtual, incluso en el ámbito académico».
¿Qué es lo más complicado de la escultura? «Todo es complicado en la escultura. Es un arte muy exigente desde cualquier punto de vista desde lo artesanal hasta lo conceptual. Lo importante, como bien afirmó Hegel sobre el arte, es que debe tener otro fin que el de la imitación puramente formal de lo que existe. Es un producto del pensamiento creativo».
¿En qué se inspira para realizar sus obras? «Yo no concibo el concepto de artista en alguien que no sea un atento observador de la naturaleza. He vivido y amado el paisaje desde mi más temprana infancia y he disfrutado intensamente nuestro entorno. Por tanto, el acercamiento al paisaje se define a través de la observación atenta del entorno, en todos sus detalles: arquitectura, flora, fauna, los objetos de uso cotidiano, los objetos de desecho encontrados en el paisaje naturales o producidos. Lo bueno y lo malo. Por ejemplo, en una de mis últimas obras titulada Hinnení Vakuum incorporo una lata de aluminio encontrada en algún lugar del sur de la Isla que no recuerdo, un despojo que anduvo de un lado para otro de mi taller hasta que adquierió todo un sentido plástico y poético para mí. No busqué, encontré, dijo Picasso».
«Un reflejo de la sociedad»
¿Cómo ha evolucionado este arte a lo largo de los años? «A lo largo de los siglos el arte ha sido el reflejo de la sociedad. Los humanos seguimos sintiendo la necesidad de expresarnos y comunicarnos a través del arte y, por tanto, el arte que se genera es un reflejo de la sociedad. Lo que concebimos los seres humanos como arte ha cambiado, cambia y cambiará según el momento histórico y la sociedad en la que se enmarque. Si analizamos las obras de artes realizadas en cada época veremos que responden a concepciones de la vida, la religión, la cultura… muy complejas, diversas y acordes con su tiempo».
¿Qué opina sobre la concepción del arte en la actualidad? «La buena poesía es buena por algo, igual que la música, el arte, la literatura… No obstante, las opiniones son tan variadas como expertos en la materia existen. A mi juicio, el verdadero arte es aquel que debe plantear exigencias intelectuales y emocionales al espectador. De esta forma se recurre a la interioridad del alma».