La cuarentena provoca diferentes comportamientos en la sociedad. Los aplausos a las 19.00 horas o la histeria colectiva son los más conocidos. José Antonio Batista, profesor en el Grado de Antropología Social y Cultural en la Universidad de La Laguna y secretario general de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, recurre a la teoría antropológica para explicar las actitudes más comunes a lo largo del estado de alarma. Afirma que durante situaciones de riesgo para la supervivencia, nuestro carácter social se activa mucho más. Sin embargo, apunta que «la sobrexposición a las noticias falsas puede crear un ambiente político complicado».
¿Qué explicación tiene desde el punto de vista antropológico la histeria colectiva provocada por el coronavirus? «Aún es aventurado adelantar causas y efectos. En mi opinión, la suma del miedo, la incertidumbre y la difusión de informaciones imprecisas o falsas generó el contexto en el que se desarrolló esa respuesta inicial. No saber bien lo que estaba pasando y, sobre todo, lo que iba a pasar, llevó a muchas personas a casi asaltar los supermercados. Además, se sabe que en contextos donde un bien o un espacio son colectivos, puede operar una estrategia individualista: si no compro yo lo que necesito, lo hará otro y no quedará nada. De igual manera, si no se hubiera regulado la adquisición de las mascarillas, la lógica personal hubiera actuado de la misma forma».
¿Cómo afecta a la población estar encerrados un largo periodo de tiempo? «Somos sujetos sociales, necesitamos contacto. Aunque es cierto que es un factor cultural y podemos encontrar grupos más abiertos que otros. Por ejemplo, en Canarias hacemos mucha vida en la calle y nos cuesta bastante más estar encerrados durante un tiempo prolongado. Del mismo modo, el contacto físico, que también es algo cultural, se ve seriamente alterado. Si somos de tocarnos, abrazarnos o besarnos, las normas para frenar la enfermedad serán más duras. Es algo que cuesta cambiar. Hemos sido socializados así, y todo ello ha cambiado de repente».
«Los aplausos deberían dirigirse igualmente a aquellos que luchan contra la pandemia desde sus casas»
La exposición permanente a noticias, bulos e informaciones confusas, ¿puede aumentar el miedo y la desconfianza? «Sí. Vivimos en una sociedad en donde la información nos llega en cantidades ingentes, sin o con escaso control, especialmente a través de las redes sociales. Contamos con mucha información, pero carecemos de las herramientas, para ponerla, nunca mejor dicho, en «cuarentena». Si no tenemos la precaución de contrastar la información y de acudir a fuentes fiables podemos sufrir una especie de colapso informativo. Esto individualmente es negativo, provoca miedo y angustia, pero también lo es a nivel social, generando desconfianza y pudiendo crear un ambiente político enrarecido».
¿La sociedad es más propensa a los cambios en una situación como esta? «Sin duda. Habrá que ver cuáles son los cambios y su alcance. Lo más probable es que muchos de los que se produzcan inicialmente, vayan desapareciendo. Por ejemplo, poco a poco iremos teniendo más contacto físico y recuperaremos actividades sociales. Sin embargo, puede que otros sean permanentes. Cambios de organización de la economía, pensando más en las personas y en su bienestar y menos en los beneficios y en la estabilidad de los mercados. Recuperación de lo público, de nuestra sanidad, que necesita más apoyo que nunca. El peor escenario sería, sin duda, volver a lo mismo. Ojalá esta tragedia global nos sirva para intentar eliminar todo lo malo de nuestra comunidad y de recuperar lo bueno que se quedó atrás».
Los gestos de generosidad y solidaridad están siendo continuos a lo largo de estas semanas, sin embargo, no suele ser lo habitual en condiciones normales. ¿A qué se debe ese cambio? «Diversos expertos sostienen que en situaciones de riesgo para la supervivencia, y esta lo es, nuestro carácter social se activa mucho más. Hemos visto diferentes ejemplos de solidaridad. Se trabaja durante más tiempo, en situaciones riesgo y a veces con pocos o inadecuados medios. Otros, desde casa tratan de mantener en funcionamiento diversas actividades esenciales, con son sus propios medios. No solo por su propia seguridad, sino también como una forma de velar por el interés general, reduciendo la incidencia de esta terrible enfermedad.
¿Qué opinión tiene sobre los aplausos para los sanitarios? «Para mí los aplausos, además de a aquellos que están en primera línea de la lucha contra la pandemia, deben dirigirse a quienes, de otra manera, nos defienden desde sus hogares, de forma casi invisible. Es un comportamiento de una generosidad infinita y nos debe hacer sentir orgullosos como sociedad».