El último partido de fútbol que pudimos disfrutar desde nuestras casas fue el 10 de marzo ya que días después se declaró el estado de emergencia y el de alarma en España. Los equipos se vieron obligados a parar La Liga y tomar determinadas medidas para afrontar los meses de confinamiento que se venían. Entre estas medidas encontramos la posibilidad del ERTE para la plantilla de cada equipo y, según el caso, la reducción de salarios. También hay equipos que decidieron no actuar de ninguna de estas maneras.
El FC Barcelona, por ejemplo, anunció el ERTE que afectó a más de la mitad de la plantilla y los jugadores se redujeron la retribución salarial en un 70 % para complementar los sueldos del resto de personal empleado. En cambio, el Real Madrid CF prefirió mermar un 20 % las fichas anuales de los jugadores y técnicos de las primeras plantillas, con lo que Florentino Pérez evitó el ERTE. Por último, los deportistas del Atlético de Madrid se redujeron su sueldo un 70 % para complementar los emolumentos de los 430 asalariados que sí se acogieron al ERTE.
Todos estos cálculos superan las seis cifras. En la actualidad, el personal sanitario que se encuentra en primera línea salvando vidas y arriesgando la de ellos cobran menos que estos deportistas en sus casas sin entrenar ni jugar un solo partido. Antes se podría excusar con el entretenimiento que nos daban por la televisión, aunque no sé si es del todo justificable.
Hace pocos días un médico del Hospital de la Plana, en Villarreal, hizo pública su nómina. No llegaba a los 1250 euros mensuales. Considero ilógico que un profesional sanitario en tiempos de coronavirus cobre menos que un deportista que está confinado en su casa sin producir ningún tipo de actividad hacia la sociedad. ¿Por qué? Por ser un personaje público. Mientras, hay mileuristas que están realizando un sobreesfuerzo para atender a las víctimas de la pandemia, haciendo turnos interminables y malabares para no llevarse el virus a casa.