El escritor llega a más de cinco mil personas a través de Instagram. Foto: PULL

Sergio Hernández Oliva prepara su primer libro

Cultura / Ocio

Sergio Hernández Oliva es un joven tinerfeño que está teniendo éxito en las redes sociales. A través de esta plataforma, difunde sus textos y poesías, que, en ocasiones, convierte en videopoemas. Resilencia, Sirena o Ella son algunas de sus obras más reconocidas. Cuenta ya con más de 5000 seguidores en Instagram, y según expone sus ideas surgen «a raíz de sentimientos muy intensos y la necesidad de plasmarlos en algún lugar fuera de mí». Además, también apunta que sus vivencias, experiencias y personas son sus fuentes de inspiración más recurrentes.

Sergio Hernández nació en Los Realejos y en los últimos meses ha estado viviendo y trabajando en Londres. Actualmente, tiene planes de retomar sus estudios y empezar Educación Infantil o Animador Sociocultural y Turístico. Está trabajando en dos nuevos proyectos y, aunque no lo ha hecho público aún, afirma que tiene intenciones de publicar su primer libro. Estos trabajos «son una especie de pasado y presente en la línea cronológica de mis textos, con ideas muy diferentes entre sí».

No obstante, la cuarentena no le ha servido para fomentar su creatividad. Asegura que se ha «visto atado de pies y manos frente al papel. Las constantes idas y venidas emocionales del intento de gestión de mi propia situación me han pasado factura».

«Los sentimientos no se pueden forzar»


El autor tinerfeño destaca que lo que le gusta es expresarse y también es aficionado a otras disciplinas como la fotografía, el dibujo o tocar la guitarra. Sin embargo, no le parece difícil compaginar su vida diaria con la escritura. Según él, «las cosas salen cuando tienen que salir. Cuando escribo, puede que lo haga durante horas, pero no escribo todos los días».

En cuanto a los bloqueos, confiesa que le pasa más de lo que le gustaría y que prefiere escribir «cuando sienta que las palabras salen solas, no cuando las fuerce». «Siempre escribo de sentimientos, y los sentimientos no se pueden forzar», concluye el escritor.

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