Nidia García Marín es también jefa de Servicio de Sanidad Exterior en Santa Cruz de Tenerife. Es una de las responsables del Centro de Vacunación Internacional de la capital, además del Control Higiénico Sanitario en Fronteras, y por lo tanto, del control de las enfermedades en medios de transporte internacionales. Tras la aparición de la COVID-19, muchas son las personas que se han negado a la elaboración de una vacuna para combatirlo, al igual que muchos otros virus.
«A pesar de que el número de adeptos al movimiento antivacunas es muy minoritario, es cierto que en la última década se ha extendido algo más. Para mí está claro que el pequeño auge de los últimos años es debido a la extensión de este movimiento en internet», afirma Nidia García. Los datos de expertos de la Unión Europea en el año 2018 situaba a Italia, Francia, Eslovenia y Grecia como los países con mayor movimiento antivacuna. Mientras, España solo se situaba con el 6 % de la población.
García comenta que «en la red aumentan las asociaciones y webs contra esta práctica médica, asociando la vacunación con falsos mitos, que están más que demostrados científicamente que son falsos. Muchas de estas asociaciones están próximas a movimientos políticos o religiosos, que obtienen beneficios de estas posturas. Lamentablemente, el movimiento antivacunas está cada vez más politizado».
En los primeros meses de vida el sistema inmunológico aún es inmaduro e insuficiente para poder hacer frente a las infecciones, por lo que hay determinadas enfermedades prevenibles por vacunas que pueden tener graves consecuencias para la infancia e, incluso, causar un fatal desenlace, explica la especialista. Asimismo, señala que ha aumentando la incertidumbre sobre los virus y que «la inmunidad proporcionada por las vacunas no es mejor, pero tampoco es inferior que las infecciones naturales. El objetivo de las vacunas es inducir una inmunidad protectora de larga duración, imitando en lo posible a la infección natural». Además, añade que «actúan proporcionando una ventaja inicial sobre los microorganismos invasores».
«No protegen contra la infección, sino contra la enfermedad causada por ella»
La jefa del Servicio de Sanidad Exterior explica que en el proceso de fabricación y el uso de una nueva vacuna se dan varias etapas: primero, en el laboratorio, y después, en pruebas con animales. Si se demuestra que es segura y puede generar una respuesta inmune, entonces comienzan los ensayos con humanos. «Una vez que se demuestra que la vacuna es eficaz para inducir la producción de anticuerpos frente al virus en humanos, habrá que hacer un estudio más largo, que demuestre su eficacia a nivel poblacional, es decir, una vez que pruebas y usas la vacuna en condiciones reales en la población. Es un proceso largo, en el que no se pueden saltar etapas. En el caso de la vacuna del COVID-19, se está trabajando a una velocidad extraordinaria», subraya.
El enfoque convencional que se centra en uso de virus vivos es el más usado, pero actualmente, ultima Nidia García, «hay una auténtica revolución en el desarrollo de vacunas, y en la vacunómica, que es como se denomina al abordaje integral multidisciplinar translacional. Gracias a las nuevas tecnologías y avances en inmunología se diversifica el proceso de fabricación».