Es habitual que en tiempos de pandemia, con restricciones que dificultan el ocio, se encuentre una vía de escape en la lectura. Lo curioso de ello es encontrar una novela en la que se puede identificar la actualidad que vivimos, pese a haber surgido de forma inesperada. En La peste, de Albert Camus, descubrimos que esta nueva realidad no es tan nueva como creíamos. Incluso, podemos ver nuestro reflejo en ella 74 años después de haber sido publicada.
Camus (1913-1960), Nobel de Literatura en 1957 e importante exponente existencialista, es conocido por escribir El extranjero, la colección de ensayos El hombre rebelde y La peste. Esta obra se ambienta en el Orán del siglo XX, ciudad argelina de gran importancia bajo dominio francés durante el periodo de colonización. Está considerada como una obra clásica de la literatura contemporánea, y es una de las novelas francesas más importantes escritas tras la Segunda Guerra Mundial.
«Ya es hora de que esto termine»
Pese a las diferencias de tiempo y espacio, evoca sentimientos y vivencias que hoy nos son muy cercanas. Tras un largo periodo de incertidumbre, dolor y muertes, la ciudadanía de Orán desarrolla un hartazgo hoy comparable con la fatiga pandémica. «Todos experimentaban sentimientos monótonos. ‘Ya es hora de que esto termine’, decían».
La angustia de una separación repentina e indefinida de los seres queridos y de la sociedad es uno de los grandes temas de la novela. Reflexiona en torno al sufrimiento humano, haciendo referencia a la dificultad de mantener la salud mental en un contexto de confinamiento e incertidumbre. Todos los temas giran en torno a preocupaciones derivadas de la enfermedad. Desde el momento en que se declara el brote oficialmente, «se puede decir que la peste fue nuestro único asunto.» El toque de queda, el cierre de tiendas y bares, los procesos de desinfección, la falta de trabajo, el verano perdido, e incluso la caída del turismo y la economía.
De forma secundaria, aunque muy reveladora, Camus alude a la diferencia que se genera entre personas ricas y pobres. El aprovisionamiento de artículos de primera necesidad se complica con el tiempo, y solo queda al alcance de quienes tienen una buena posición económica. En este aspecto, el autor coincide parcialmente con su antecesor Daniel Defoe en Diario del año de la peste (1722). Aunque alude a que ante las epidemias toda la gente es igual, reconoce que el sector más pobre fue el gran perjudicado al no poder huir a zonas alejadas o quedarse en sus casas sin trabajar. Defoe, además, remarca la importancia del personal sanitario con reiteración, considerándolo vital pero escaso para combatir la enfermedad.
Que no cunda el pánico
La peste tiene sus inicios en la primera rata muerta que encuentra el doctor Bernard Rieux en el rellano de la escalera. Con el paso de los días, las montañas de ratas se acumulan en las calles, y no tardan en aparecer los primeros casos de peste en humanos. Con la prioridad de evitar que cunda el pánico, las medidas de contingencia no se toman a tiempo, y la población se ve expuesta a una situación para la que no estaba preparada.
El agotamiento y el sufrimiento van poco a poco haciendo mella en los personajes. Se contradicen entre la indiferencia, el malhumor y el miedo a medida que la peste avanza y la forma de manifestar el dolor evoluciona. Pero surge en ellos una solidaridad creciente, que culmina en un final agridulce, divido entre la alegría por haber terminado la pesadilla y el dolor por todo lo perdido.
Introspección psicológica
En otro contexto, esta novela no sería tan significativa, e incluso podría resultar un poco incomprensible. Hoy, tras todo lo vivido, puede servir como un espejo para ayudar a identificar las emociones que suscita una crisis sanitaria de tal calibre. Y es que queda claro que más allá de la propia enfermedad, tiene una importancia crucial cómo nos afecta en una dimensión psicológica.
Entre sus muchas reflexiones, Camus nos enseña que, aunque sepamos que las epidemias -y también las pandemias- se reproducen históricamente, siempre nos cogen por sorpresa. Hoy leemos a Camus, y a otros muchos autores que escribieron sobre diversos brotes. Mañana, tal vez leamos grandes novelas escritas en tiempos de covid-19 sobre videollamadas, confinamientos y mascarillas.