Tenerife Espacio de las Artes (TEA) fue escenario ayer miércoles, 12 de mayo, a las 19.00 horas, de un encuentro con la escritora Sara Mesa. El evento versó principalmente sobre el último libro de la autora, Un amor, publicado el año pasado por la Editorial Anagrama, y se enmarcó en el ciclo Diálogos de Escritura, organizado en colaboración con la Librería de Mujeres. Contó con la participación de la dueña del negocio, Izaskun Legarza, que ejerció de moderadora y se adentró junto a la autora en el mundo de su creación literaria. Periódicos como El País y La Vanguardia la catalogaron como la mejor novela del año 2020 y obtuvo el Premio de los Libreros 2021 en la categoría de ficción.
Mesa, licenciada en Periodismo y Filología Hispánica, ha experimentado con varios géneros, que van desde escribir en verso a la prosa, pasando por ensayos como Silencio Administrativo (2019). De entre su producción destacan el poemario Este jilguero agenda, que se hizo con el Premio Nacional de Poesía Fundación Cultural Miguel Hernández 2007, y Cicatriz, ganador del Premio Ojo Crítico de Narrativa en 2015.
Un proceso creativo «resbaladizo»
Mesa explica que cuando empieza a escribir no hay nada demasiado planificado. Confiesa que, en la ficción, le funcionan los formatos breves, ya que permiten una escritura más condensada y consigue mantener a la gente que lo lea sumergida en la historia. A modo de comparación, la escritora expresó que «quería que todo el tiempo fuera como una goma elástica que se mantuviera en tensión constante».
En cuanto al lugar donde se ambienta la trama, se mezclan recuerdos y paisajes de pueblos de Sevilla, donde se mudó de pequeña con su familia, con otros de Toledo, así como elementos ficcionales oníricos, fruto de sus frecuentes sueños. Como curiosidad, también planteó que su condición de miopía puede haber tenido influencia en su forma de describir las cosas, con una lejanía borrosa y atendiendo a los detalles más cercanos.
Historias posibles y no idealizadas
De la charla destacó la explicación de la escritora acerca de la perspectiva de género que se asocia al libro. Aclara que es inevitable que esté presente porque es una mujer, pero hizo hincapié en que porque la protagonista sea un personaje femenino no significa que vaya a resolver heroicamente los problemas que se le presentan, o que se identifique con ella cualquiera que lo lea. «La literatura no es el arte de lo que debería ser, es una especie de representación de lo que es, aunque describa situaciones incómodas que preferimos ignorar», explicó en este sentido.
Como creadora busca contar relatos que podrían ser reales sin ningún otro objetivo oculto, reflejando, a veces, a través de los personajes, discriminaciones como las diferencias de clase. Como ejemplo de estas realidades ocultas menciona su obra Cara de Pan (2018), que trata sobre la relación entre una chica de 13 años y un hombre maduro, la cual se ha visto envuelta en polémica por parte de algunas personas por la delicadeza del tema que toca.