Cada día, cada hora y cada minuto de internet se desarrolla a golpe de clic. El periodismo que un día fue servicio público y constituyó el derecho a la información se construye hoy sobre la liquidez de las emociones, la potencia de la imagen y el valor de la intriga. La digitalización y los hábitos posmodernos han llegado para quedarse. ¿Es el periodismo una profesión sin rumbo?
Hay quien dice que la supervivencia del sector de la información pasará por la recuperación de la confianza de la sociedad. Según esclarece el Informe Anual de la Profesión Periodística de 2020, la mala imagen de la prensa persiste. Un 74 % de la población española encuestada tiene una imagen negativa de la profesión, tan sólo un 10 % mantiene su confianza en el colectivo. El análisis recoge además las razones por las que existe esa falta de confianza en el periodismo:
La realidad social es cada vez más compleja y eso se hace notar en el ejercicio profesional e investigador de la Comunicación. Un 42 % de quienes ejercen en el sector considera que, en la actualidad, es más difícil informar que antaño. De esta forma, detectan mayor «necesidad de especialización profesional» y fomento de la interactividad con los públicos, para que cambie así la actitud con las audiencias.
El futuro del periodismo digital se ve con diferentes tonalidades. Quienes son más reacios al progreso definen la transformación periodística digital como un «modelo colapsado», por centrarse «antes en los efectos (más audiencia, más tecnología) que en los procesos (como se diseña y distribuye la información)». En cambio, el enfoque investigador más optimista ve en la digitalización una oportunidad para el rendimiento y el periodismo leal gracias al «marketing de compromiso».
La cultura del condicionamiento
El doctor en Psicología e investigador de Neuromarketing de la Universidad de La Laguna Andrés Fernández explica que «si entendemos las redes como grandes herramientas de comunicación, valoraremos el periodismo de forma cuantitativa y no cualitativa». Fernández nos presenta así una estrategia comercial mediática cuyo fin será el enganche y no la calidad informativa.
El experto asegura que el periodismo de profundidad y riguroso tiene cabida aún cuando el receptor demande inmediatez: «Nuestra evolución cerebral ha sido relativamente escasa. La generación Z o millennials no tiene menor capacidad que antes para procesar información, tan solo ha crecido bajo la cultura del condicionamiento». De esta forma, es la costumbre la que nos limita. Ahora solo queremos recompensas con mayor prontitud, de ahí el éxito de las píldoras audiovisuales de TikTok.
El cerebro humano está diseñado para consumir poco. Solo puede procesar un 10 % de lo que recibe a través de los sentidos. «Cuando exploramos una web de noticias, creemos que lo vemos todo. Sin embargo, procesamos una mínima parte de aquello que tenemos delante», explica Fernández. El investigador añade que «serán los elementos evolutiva o biológicamente relevantes los que atraigan la dirección inicial de la mirada, acción que no estará condicionada por nuestro interés personal».
«El cerebro no busca la verdad»
En el artículo El clickbait, como estrategia del periodismo viral: concepto y metodología, realizado por Ángela Bazaco, Marta Redondo y Pilar Sánchez- García, miembros de la Universidad de Valladollid, se citan las «categorías definitorias» de las informaciones basadas en el clickbait. La información incompleta, el uso de expresiones apelativas, así como el recurso de la exageración configuran las variables más comunes en este tipo de prácticas.
En el terreno temático primarán las soft news, es decir, contenidos sensacionalistas o informaciones que se enmarcan en terrenos «personales, emocionales, episódicos o anecdóticos». Las autoras también resaltan el valor del contenido audiovisual, es decir, el poder persuasivo de los vídeos, fotografías, memes humorísticos e imágenes manipuladas.
El acto del clic es consecuencia de un largo proceso de toma de decisiones que tienen su origen en nuestra corteza occipital, lóbulos ubicados en nuestro cerebelo. Una vez la mirada percibe su entorno y detecta estímulos, el individuo reacciona ante ellos de forma puramente irracional. Este recorrido lo podemos averiguar gracias a la tecnología del eyetracking (ver vídeo), una de las herramientas más utilizadas en el Neuromarketing para diseñar planes comunicativos.
«El cerebro no busca la verdad. No podemos confundir nuestra capacidad de raciocinio con la racionalidad», matiza el doctor Fernández. La información elegida por cada internauta tiene unas propiedades relevantes que refuerzan su visión subjetiva del mundo. La irracionalidad parte de la vulnerabilidad del ser humano, que busca de forma constante una solución que devuelva su estabilidad emocional.
Consumo líquido
El periodismo tiene su base en la comunicación. Una ciencia social que, tal y como la definió Aristóteles, debe buscar «todos los medios de persuasión a su alcance». Y aunque la persuasión no constituye un principio ético para el gremio, el ejercicio profesional siempre invita a conocer al receptor, sus necesidades e incertidumbres. ¿Cómo será la masa social que definirá el futuro relato periodístico?
Aníbal Mesa López es sociológo de la Universidad de La Laguna. Ha investigado en el Grupo de Estudios Socioculturales de esta institución universitaria y ha impartido clases de Procesos Sociales Contemporáneos. Cuando define la investigación reciente de la sociedad posmoderna, Mesa afirma que «estamos aún en un periodo de exploración básica» para conocer las consecuencias que provocarán las nuevas tecnologías.
Entre los trabajos filósoficos y sociológicos que esbozan la sociedad en la que vivimos, La vida líquida de Bauman es un mantra. La liquidez de las emociones, la estabilidad laboral y emocional, así como la sustitución de lazos sólidos en favor de conexiones efímeras configuran el patrón de la vida social de la generación Z y los millennials.
Espíritu crítico y alfabetización mediática
Este cambio social negativo puede tener un final feliz. La democratización y la amplitud de conocimiento son prueba de un sano crecimiento sociológico. Mesa asegura que «el problema estará en la educación de las audiencias y su actitud frente a la sobreinformación». El investigador alude a la necesidad de agudizar el espíritu crítico y de propiciar una alfabetización mediática poblacional. La clave estará en aprender a decidir para no caer en los riesgos de la posverdad, el exceso de información y la sobrecarga.
Ethos. Pathos. Logos. Los pilares de la comunicación de Aristóteles y los del periodismo del futuro. La profesión con la que García Márquez y Truman Capote contaban historias retomará el poder de la credibilidad, la fuerza de la emoción y la solidez de la lógica. También aprenderá a convivir con el horror de la mentira y optará por curar sus heridas con la profundidad y el análisis que requiere la verdad. El periodismo será libre, crítico y comprometido.