La compañía Estudi Zero Teatre presentó el sábado 12 de marzo en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna su interpretación de La Cantante Calva, dirigida por Pere M. Mestre. Es el primer drama escrito por Eugène Ionesco que trata la vida monótona de un matrimonio. Estos son el señor y la señora Smith, dos personas mayores que viven en Inglaterra y mantienen repetitivas conversaciones típicas en el día a día. A medida que las horas pasan, continúan hablando banalidades hasta que reciben la visita de unas amistades, los Martin. Sin embargo, no hay rastro de la cantante calva.
A las 20.30 horas las luces del recinto se apagaron para iluminar en el escenario un reloj de cuco de cartón y dos asientos. Tic, tac. Aparecieron, entonces, en escena los protagonistas de la historia: el matrimonio Smith. La señora, interpretada por Pepa Ramon, se encuentra sentada tejiendo en silencio, mientras que el señor, Dominic Hull, lee el periódico concentrado. La conversación comienza con ella hablando sin ser realmente oída, hasta que él decide intervenir cambiando de tema. El sinsentido continúa al igual que las risas del público debido a que el señor Smith encuentra en el periódico que un tal Bobby Watson ha muerto, y mantiene así discrepancias con su mujer acerca de si está vivo, si fueron al funeral o si se lo perdieron.
La demencia está presente en toda la obra, y otros personajes van apareciendo a medida que la historia se desarrolla, como Mary, la criada, a la cual da vida Laura Dalmau; el matrimonio Martin (Lourdes Erroz y Pere M. Mestre) y el Capitán de Bomberos (Xim Vidal). Diversas tramas secundarias y secretos descubiertos tienen lugar sin perder esa esencia cómica que acompaña la pieza. Al finalizar, los actores y actrices despidieron, agradecidos, al público que aplaudía levantado de su asiento.
Un tema muy presente y criticado que no pasó desapercibido para las personas asistentes al evento fue el vacío real de las conversaciones que se dan en la actualidad. Es una parodia a la falta de comunicación cuando dos individuos que dicen quererse después no se escuchan o discuten innecesariamente. Además, otro hecho comentado fue la homogeneidad de las relaciones. Cuando alguien se ata a la rutina y no sale de ella, como indica el guion, no tiene más remedio que repetirla incansablemente una y otra vez al ritmo del reloj: tic, tac.