Personas blancas 0 negras, de ojos azules o marrones, de pelo rubio o moreno, de Europa o África. Da la impresión que las instituciones y la propia sociedad valora estas características a la hora de ayudar y acoger a personas refugiadas en España y en el resto de Europa. La guerra de Ucrania ha hecho que gran parte de la sociedad ucraniana haya huido hacia las fronteras más próximas para sobrevivir a los bombardeos rusos pero, ¿por qué, sin embargo, se rechaza a la inmigración más pobre que proviene de África y Oriente Medio? Supongo que se debe a la enorme hipocresía de Occidente y sobre todo, al tufo racista.
¿Y por qué no se hace exactamente lo mismo con la inmigración subsahariana que casi cada día llega a nuestras costas muertos de frío y sin nada, dejando atrás sus países, sus familias y su vida para conseguir una mejor? Y por supuesto, no nos olvidemos de las familias sirias que han intentado atravesar el Mediterráneo.
Durante estos últimos meses, las instituciones españolas han hecho más bien poco por gestionar la crisis migratoria en nuestro país, dejando el problema de lado y haciendo oídos sordos. La realidad es que hay una falta de centros de acogida para que estas personas puedan vivir de forma digna mientras se regulariza su situación. Bueno, quizá lo de regularizar su situación sea algo prácticamente imposible, ya que muchos no pueden avanzar en su camino hacia Europa por las condiciones que pide el Gobierno de España y que no pueden cumplir, como tener un contrato de trabajo de 40 horas semanales, pero si no están regularizados, ¿cómo consiguen ese empleo? Al final es la pescadilla que se muerde la cola.
Lo contrario es lo que está ocurriendo actualmente con la inmigración ucraniana. En España se les está ofreciendo contratos de trabajos, alojamientos o el permiso de residencia. También se les permite usar su carnet de conducir durante un año sin necesidad de trámites. Incluso, en países como Polonia, que ha dado la espalda a la inmigración proveniente de Oriente Medio, ahora recibe a sus casi dos millones de personas de Ucrania con los brazos abiertos.
«Tanto la inmigración ucraniana como la africana huyen de guerras, de zonas de conflictos o de la pobreza, pero solo quienes vienen de la Europa caucásica reciben la bienvenida»
Esto solo es una muestra más de la xenofobia y el racismo que existe todavía en Europa. Tanto la inmigración ucraniana como la africana huyen de guerras, de zonas de conflictos o de la pobreza, pero solo quienes vienen de la Europa caucásica reciben la bienvenida. Y ojo, esta solidaridad que se está teniendo con el pueblo ucraniano debe seguir porque la situación que están viviendo es dramática pero la hipocresía está ahí.
Hace unos días, el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, afirmó que «Canarias sí va a responder al drama que están sufriendo los ucranianos y ucranianas», algo que sorprende cuando el mismo presidente y las instituciones aseguraban que los centros en el Archipiélago estaban desbordados y que no podían acoger a más personas. Entonces, ¿no hay capacidad para acogerlos o no quieren acogerlos porque son de África y pobres?
Está claro que esto es un problema social que debemos afrontar como ciudadanía. Vivimos en una sociedad hipócrita, una sociedad que usa la doble vara de medir dependiendo de cómo sea el color de piel y su procedencia. Dejar tu país, tu hogar y tu vida cotidiana atrás es de las cosas más traumáticas que le puede pasar a un ser humano y tender la mano para ofrecer ayuda es lo que nos hace verdaderamente humanos.