Manuel Hernández Pérez nació en Santa Cruz de La Palma. A sus 20 años estudia segundo de Geografía en la ULL y practica uno de los deportes autóctonos del Archipiélago: la lucha canaria. Actualmente forma parte del Club Atamanse, que tiene su sede en Taco. A los 6 años ya pisaba el terrero siguiendo la tradición de tres de sus tíos y de su hermano mayor. Luego, el Club de Lucha Candelaria se convirtió en su segunda familia…
Al llegar a Tenerife, ¿no pensaste en ningún momento dejar la lucha? «No, porque tanto el secretario como el entrenador del club en el que estaba ya le habían hablado de mí a un combinado de Tenerife: el Club de Lucha Llano del Moro. Aunque el terrero estaba lejos, la presidenta del equipo se mostró muy cercana y me dio muchas facilidades».
¿Cómo compaginas tus estudios en Geografía con los entrenamientos y torneos? «Es realmente difícil. Es un deporte que requiere mucho trabajo tanto físico como técnico, es decir, tienes que sacar tiempo para los entrenos y las luchadas, así que si le sumas el tiempo que conlleva el estudio de una carrera universitaria pues todavía se dificulta más».
Pudiste ir con la selección palmera al Campeonato de Canarias, ¿cómo fue la experiencia? «Tanto en infantiles como en cadetes tuve la suerte de participar en esta competición. Es una experiencia realmente bonita, no solo por el hecho de que te elijan a ti en lugar de otros grandes luchadores para representar a tu isla, sino también por el hecho de entrenar con los demás participantes y las demás selecciones. Es una gran oportunidad para relacionarse con los que son rivales y hacer nuevas amistades».
¿Cuál es el logro más importante que has conseguido? «Ganarle a la Selección de Tenerife, que era la favorita, en el Campeonato de Canarias».
¿Y quién es tu referente en la lucha canaria? «Uno de los que más me gustan es Agustín González, ‘El Pollo de la Candelaria’, o Ricardo Rodríguez, ‘Medianito IV'».
¿Ves futuro en esta disciplina o solo un pasatiempo momentáneo? «No veo mucho futuro en este deporte, ni para yo poder practicarlo durante mucho más tiempo, ni tampoco creo que dentro de 20 años siga existiendo de forma profesional. La afición está muy envejecida, además de que cada vez menos niños practican la lucha. No existe un relevo generacional. Quien se quiera ganar la vida con este deporte tiene que dedicarle mucho tiempo y trabajar muy duro, además de tener un talento innato. Con mucha suerte llegas a mantener un buen nivel hasta los 35 años si te respetan las lesiones, aparte de que tampoco el salario es demasiado abultado».