Para gustos colores

Sociedad

Hoy igual que antes quienes aman el arte y, además quieren vivir de él, se preguntan cómo transformar su labor en dinero. La respuesta, para algunas personas, pasa por una tecnología disruptiva denominada token no fungible o por sus siglas en inglés NFT, que alcanzó su mayor notoriedad en el 2021. Los token no fungibles se comercializan a través de plataformas concretas, en las que la comunidad expone y vende sus obras, no obstante, todavía existe gran incertidumbre.

Mucha gente que dedica su vida al arte teme que el mundo cripto sea una estafa pero, ¿qué son en realidad los NFT? Son activos digitales únicos, es decir, no hay dos iguales. El valor proviene de su exclusividad.

Las criptomonedas y estos criptoactivos tienen en común que ambos utilizan la blockchain. La cadena de bloques es un libro contable digital en el que quedan reflejadas todas las operaciones que se realizan, sin posibilidad de modificarlas, salvo que se haga otro apunte para cambiar las condiciones anteriores.

Uno de los argumentos más utilizados para criticar los token no fungibles en el arte, es la facilidad para copiar dichos elementos que, en principio, deberían ser únicos según su definición. Al faltar un objeto físico la gente desconfía, ya que las personas acostumbran a pagar por cosas tangibles. Es cierto que pueden haber réplicas, pero nunca serán como el original. Es lo mismo que ocurre con la Mona Lisa: muchas copias y solo una verdadera.

A la izquierda verdadera obra de Da Vinci, a la derecha copia de la Mona Lisa. Foto: PULL

Antonio García Villarán, experto en arte y youtuber de prestigio, aclaró en el podcast The Wild Project que «la gente confunde el poseer algo con tener la propiedad de ese objeto».

García explica que la persona cuando tiene la propiedad puede hacer lo que quiera, venderla, quedársela o exponerla. Sin embargo, si solo la posee, no puede hacer nada de eso porque no es suya. En el primer caso, la autoría queda reflejada en la blockchain. Con todas estas dudas surge una pregunta: ¿Serán de verdad útiles los NFT en el futuro del arte?

Robos en OpenSea


Los token no fungibles tienen su mercado como cualquier otro producto. Su lugar de venta es exclusivamente digital. OpenSea es una de las plataformas comerciales que más polémica genera. Mucha gente acusa a este tipo de webs de promover robos y una burbuja especulativa, que solo se centra en generar dinero y no beneficios a profesionales de la comunidad artística.

Rafael Jareño, director de operaciones de Foxtrot Command, videojuego basado en la tecnología blockchain y NFT, dice que sí existe una burbuja especulativa, pero no considera que sea algo para criminalizar. Jareño aclara: «Hemos vivido muchísimas burbujas».

El director señala que la formación de un cúmulo especulativo por factores socioeconómicos no va en detrimento de las funcionalidades y aplicaciones que tiene la tecnología. Además, subraya que todo mercado tiene un boom y luego se estabiliza.

Por último, apela a la responsabilidad individual para paliar el robo de obras de arte. Sugiere que solo se debe comprar a cuentas verificadas por OpenSea y comprobar la propiedad del artículo. Por otro lado, en caso de ser un intermediario, cerciorarse de que el o la artista está al corriente de las acciones que se realizan con sus obras.

Rafael Jareño director de operaciones del videojuego Foxtrot Command. Foto: PULL

Venta ‘online’ vs NFT


Es cierto que los token no fungibles solo se venden en plataformas online especializadas. No obstante, existen otras páginas que también venden en mercados digitales, además de comercializarlo de la manera tradicional. Cuando entramos en plataformas como galeríabat.com o artrepublic.com encontramos multitud de obras que cubren casi todas las disciplinas artísticas, fotografía, pintura e incluso escultura. Todas expuestas como si de un mercado se tratase.

Cuando navegas por estas webs se ven imágenes de los productos junto a la explicación de su género artístico, quien realizó la obra y el precio. Al pagar te envían una obra física u obtienes acceso directo a una imagen, con la calidad de resolución correspondiente al importe pagado. Incluso es posible que también obtengas un certificado de autenticidad. Las tiendas online de arte venden la promesa de obtener algo único, pero no pueden garantizar, ni certificar la propiedad del original.

Como artista, si conviertes tu obra en un token no fungible, estás asegurando el dominio de la misma. Se puede decir que la propiedad queda registrada en la blockchain de manera irrefutable y permanente. Así se evita la falsificación que podría realizarse con un certificado de autenticidad en papel.

Esta tecnología disruptiva permite ganar alrededor de un 10 % del dinero que genere la primera reventa, aparte del ingreso ya obtenido por la venta del producto.

Estas páginas ofrecen productos parecidos, sin embargo, nunca podrán ofrecer la licencia que certifica la propiedad de los objetos que vendan. Foto: PULL

Leire Gajate Arenas, diseñadora y fotógrafa


Para gran parte del mundo artístico, la utilidad, ventajas e inconvenientes de convertir sus obras en token no fungibles es algo que queda todavía muy lejos. Sin embargo, hay creativos que podrían plantearse esta posibilidad.

Leire Gajate Arenas es una joven de 28 años que terminó en 2016 la carrera de Diseño y decidió trasladarse a Bilbao para continuar sus estudios. En la actualidad, utiliza las redes sociales como portafolio y contacto con el mercado laboral.

En cuanto al mundo cripto, la artista opina que «la gente de a pie no entiende muy bien qué son los NFT y cómo funciona esa exclusividad». La creativa dice que las personas necesitan tener algo físico a lo que aferrarse. El problema que ve la diseñadora y muchas personas del sector no son las imágenes estáticas, sino las pequeñas animaciones, que en principio, no se pueden trasladar al mundo físico. Afirma que el colectivo de creativos debe moverse por muchos ámbitos: exposiciones, mercadillos, charlas y conferencias. Es recomendable hacerse un nombre como artista antes de entrar en el mercado de los token no fungibles.

Gajate no considera que el mercado de los NFT sea una burbuja especulativa, pero sí cree que dicha tecnología está en pañales. Todavía queda mucha investigación y tiempo para que la comunidad se sienta segura al utilizar esta forma de otorgar propiedad al arte.

Asiria Álvarez, fotógrafa y diseñadora


Toda novedad tecnológica es susceptible de estafas y manipulaciones, sobre todo aquellas que empiezan o son muy nuevas. Como apunta Leire Gajate Arenas: «Está en pañales».

Asiria Álvarez tiene 25 años que terminó sus estudios de Diseño Gráfico y se adentró en el mundo de la fotografía de una manera especial. Admite que sabe muy poco sobre los token no fungibles, pero su breve contacto con el mundillo le lleva a pensar que «es estafa o especulación a más no poder, cada tres días o así me habla gente para ayudarme a vender mis obras como NFT».

Este tipo de mensajes no es nuevo, ya que todo el mundo recibe spam en algún momento de su vida, no obstante, con la salida al metaverso de Mark Zuckerberg se incrementó de forma exponencial. La mayoría de casos son estafas que no llevan a ningún sitio.  Como ya recomendó Rafael Jareño si quieres iniciarte en este mundo hazlo tu mismo, no dejes que cualquier persona manipule tu propiedad intelectual.

Autorretrato de Asiria Álvarez, la artista se centra en dar voz a diferentes temas de gran controversia. Foto: A. A.

¿Una salida al arte?


En la película ET, el pequeño Elliott acoge al extraterrestre para intentar entenderlo y ayudarlo, el niño no tiene miedo a lo desconocido. Es cierto, la juventud es loca e impredecible, siempre quiere romper con lo establecido para divisar nuevos horizontes. Ser vanguardista no quiere decir hacerlo bien a la primera, todo es ensayo y error constante, hasta que das con la tecla. Hace no tantos años, pedir cosas por envío era poco común, no obstante, después de la pandemia más de uno se suscribió a Amazon.

Ahora los NFT se miran con desconfianza, tenemos miedo al fracaso, en vez de aprender del mismo e intentar mejorar. Esta tecnología podría proteger de una forma segura la propiedad intelectual del artista, darle un valor real, menos especulativo y además minimizar la incertidumbre casi permanente que sufren las personas de este sector. No es lógico que en el siglo veintiuno la juventud tenga reparo a expresar su vocación artística, relegándola solo a un hobby y tener que dedicarse a otra cosa o limitarse a un futuro como docente, para quedar bien delante de familiares y colegas.

El negocio del arte siempre es absurdo para algunas personas y maravilloso para otras. En este mercado, la tasación de un producto, en la mayoría de casos, es variable por no decir impredecible. Pocas son las obras que se les puede asignar un valor justificable o lógico.

¿Podemos criticar sin conocimiento una tecnología vanguardista que no cambia la especulación ya existente en el arte? Varios factores condicionan el precio fijado, el autor de la obra, su estado de conservación, valor histórico, demanda y movimiento artístico. Sin embargo, en este ámbito, a todos estos argumentos se les puede contraponer la típica expresión de para gustos colores.

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