Ithaisa Pérez Conesa es docente en la Facultad de Bellas Artes en la Universidad de La Laguna y directora académica del primer Campus de Escultura, Arte y Naturaleza de Lanzarote, actividad que se clausurará mañana domingo, 31 de julio. Organizada por la Institución académica tinerfeña y la Fundación Curbelo Santana, once estudiantes de Bellas Artes y Periodismo, y tres de la Escuela de Arte Pancho Grasso de Arrecife, han convivido durante esta semana en una residencia artística en la sede de la Fundación. La profesora lo tiene claro: «Dedicarse al arte es toda una vida. Es un modo de vivir».
¿Qué han trabajado en el Campus? «El proyecto ha sido muy experimental. Queríamos buscar el material aquí, en la Isla, sin saber qué cantidades íbamos a encontrar. Ha sido una experiencia diferente. Hemos trabajado todos los días. Para llegar al resultado final organizamos una mesa redonda con el alumnado. Después, hicimos rutas de expedición para ver con qué podríamos trabajar. Y al final, hoy sábado, presentamos una instalación cuya composición está basada en las gerias de aquí, características del paisaje del territorio».
¿Qué pretenden transmitir con la obra? «Hemos hecho doce piezas iguales con formas que servirán como zona de refugio para las personas y no las plantas. En cada uno de esos espacios íntimos hay una silla en la que cada persona escoge un refugio y personaliza cómo se siente dentro de él».
«En tercero de carrera conocí a mi mentor, Juan Carlos Albaladejo»
¿Cómo empezó su amor por el arte? «Siempre he estado vinculada. Empecé Arquitectura, pero no la acabé. Me metí en Bellas Artes. Desde el primer año veía que se me daba bien la concepción volumétrica. A partir de ahí, continué por esa línea y tuve la suerte de que en tercero de carrera conocí a mi mentor, Juan Carlos Albaladejo, catedrático del área de Escultura. Me quedé implicada en los procesos de fundición artística. Empecé a trabajar para gente de fuera y me he ido desarrollando en el proceso volumétrico. En ese paralelismo entré en la investigación de nuevos materiales y me he visto inmersa en diferentes ámbitos».
¿Cómo definiría su proceso escultórico? «Es una evolución de madurez personal. No solo es la técnica. Eso se aprende. El proceso va desde el momento en el que te sientas a pensar lo que quieres crear, contar, investigar hasta llevarlo a la realidad. El camino desde ese inicio hasta que se ve la obra expuesta es un recorrido conceptual. Es dar peldaños para que haya coherencia entre lo que quieres contar y la pieza que está expuesta. Se encuentra dentro de lo intelectual y técnico de la obra».
¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante que ha vivido? «La primera vez que participé en un simposio. Me sentí yo misma. Había recién salido de la universidad y participaba en todo. Fue un mundo que no conocía, no sabía que existía y, de repente, estaba mi nombre en los carteles. Fue un antes y un después. Me volqué en el entorno, material, nuevas personas, procedimientos… Ese fue el punto inicial de esta nueva etapa».
Lo íntimo y el paisaje
¿De qué proyecto se siente más orgullosa? «Fue la segunda que hice el año pasado en Puerto del Rosario, en Fuerteventura. Me dio pie a encontrar una línea creativa que es la que estoy explotando ahora. Se llama Lo íntimo y el paisaje y fue la que desencadenó las otras tres obras que he hecho, una de ellas en Italia y otra, también en Fuerteventura».
¿Qué consejo daría a quienes se quieren dedicar a la creación artística? «Parece tópico, pero les diría que no se rindan. No es un consejo de esperanza, ni mucho menos. Si eliges un estilo hay que ir poco a poco evolucionando, trabajando, madurando, leyendo, probando… No hay que tener miedo o inseguridades. Hay que luchar contra ello. Tienes que pasar por diferentes ciclos que son un proceso educacional propio. No te bajes nunca del barco».