Casilda Álvarez Siverio, especializada en Filología Griega, destaca cómo Quinto de Esmirna, poeta heleno del que se sabe que vivió entre los siglos III y IV después de Cristo, era un escritor socialmente comprometido en la época en la que existió. “Fue un autor muy leído que relataba y ponía encima de la mesa los problemas que había presentes en la sociedad de aquel momento”, afirma. Para ello se valió del uso del mito de las Amazonas con el que, además, también pretendía lograr la continuación de Homero y de su ciclo épico troyano con las denominadas Post-homéricas. Trató, en definitiva de culminar su obra.
Tal y como expone la docente, Quinto comienza con un prólogo en el que se relata la muerte de Héctor a manos de Aquiles y, a partir de ahí, es cuando comienza a trabajar con la figura de las Amazonas, las cuales llegan a Troya para defender a Príamo. Una vez establecida esta trama en la que la figura femenina posee una fuerte presencia y protagonismo, se producen tres discursos.
El primero de ellos es característico y propio de la llamada esposa legítima y que rechazaba por completo la participación del colectivo fememino en la guerra. Se consideraba que no estaba lo suficientemente preparada como para tomar parte de la lucha armada. “Este discurso lo espetaba Andrómaca, mujer de Héctor. Decía que si su marido no pudo vencer a Aquiles, cómo iba a poder hacerlo una mujer”, explica Álvarez Siverio.
El segundo de los discursos, propio de Hipodamía, una de las mujeres más bellas de la mitología griega, versaba exactamente lo contrario. Establecía que si las Amazonas, que no dejaban de ser mujeres como el resto, intervenían en el conflicto, “¿por qué no iban a poder sobrepasar las demás las barreras que representaban las murallas del reino y luchar?”.
Y por último el mensaje propio de la anciana se caracterizaba por llevar a cabo un llamamiento a la prudencia. “La otra postura exponía que no era el momento de que todas las mujeres se animaran y se dedicaran a participar en la Guerra de Troya” afirma la filóloga, poniendo de manifiesto la intención de que se alcanzara un punto intermedio.
Finalmente se llega a una conclusión y es que no hay un bando vencedor y uno vencido en el enfrentamiento bélico pues, a pesar de que Aquiles logra matar a Pentesilea, líder de las Amazonas, esta última consigue que el primero termine por enamorarse de ella. “Es algo que para un guerrero griego está prohibido, pues ante todo tiene que ser luchador y no se puede dejar llevar por las emociones. Se debe mostrar insensible e impasible”, apostilla.
«Es difícil saber a ciencia cierta si Quinto buscaba transmitir una idea de emancipación de la mujer»
Casilda duda de que Quinto se estableciera como objetivo del relato el querer transmitir una idea de liberación y de participación de la mujer en la lucha armada, codo con codo con el hombre. Considera que, dentro de las pocas referencias que se tienen sobre su vida y la época, es difícil saber si el intelectual griego tenía la intención en su mente de difundir ese mensaje. No obstante, otra cosa es que de forma inconsciente sí diera lugar a la reflexión una vez se leyera la historia.
«Tenemos que tener en cuenta que las Post-homéricas se realizaron en una época en la que el cristianismo había entrado de lleno y estaba ya asentado en Occidente». Un momento histórico en el que la consideración de la figura de la mujer contrasta con la que es característica de las épocas arcaica y clásica. Atenas, centro neurálgico del mundo, era un ejemplo de eso último, un lugar en el cual se restringía al género femenino.
Guillermina González Almenara, compañera de profesión de Álvarez Siverio, explica que el punto y aparte en esa apreciación de la mujer lo establece Jesucristo cuando difunde ese discurso de que las mujeres son iguales que los hombres. Cuenta la docente que “eso hace que tanto los griegos como los romanos comiencen a apreciar a la mujer como una persona también”, comenta.
Por lo tanto, Quinto de Esmirna, pagano y del que no se puede saber a ciencia cierta que fuera devoto del cristianismo según Casilda, vivió en una fase de la historia de la humanidad en la que la mujer gozaba de mayor libertad y en la que se comenzaba a discutir sobre su papel en la sociedad. A ello, dice la experta, contribuyeron Platón, sus planteamientos teóricos y también los neoplatónicos. “Con Platón se empieza a plantear la idea de que la mujer también es persona. El propio Quinto es un ejemplo de combinación de las referencias platónicas con el cristianismo”, declara.