Ya sea en una charla medioambiental o en los medios de comunicación, hemos escuchado alguna vez la frase de «usa el transporte público y deja el coche aparcado en casa», sobre todo a nuestra clase política, a la que se le llena la boca divulgando la idea de que se usen transportes alternativos. Tener la idea de que contamos con un país en el que las administraciones públicas se preocupan por colaborar con el medioambiente, es fenomenal, el problema es cuando todo se queda en simple palabrería.
En 2017, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria inició las obras del proyecto de la MetroGuagua, algo que venía para solucionar los problemas de movilidad en la Ciudad y que nos vendían de esta forma: «Comienza la cuenta atrás para que en 2021 la primera de las 17 guaguas recorra los casi 12 kilómetros de línea». Nada más lejos de la realidad. En cinco años solo se han finalizado tres de los ocho tramos con los que cuenta el Plan, sin contar con las otras dos obras que se incluyen, como son la estación de Hoya de La Plata, que se encuentra en ejecución, y el paso inferior de Santa Catalina, todavía en fase de proyecto.
El problema no radica solo en la lentitud con la que se están ejecutando las obras y que perjudican a la ciudadanía, el problema se encuentra en el sobrecoste del proyecto: 151 millones de euros. Duele.
«La idea de crear un tranvía como en la isla de Tenerife fue descartada»
La idea de crear un tranvía como en la isla de Tenerife fue descartada, ya que «según los estudios» o así nos lo hacían creer, supondría un coste mayor que el de este proyecto. A día de hoy, con el alto sobrecoste que tiene la obra y el excesivo tiempo que se está invirtiendo en él, no sé yo si finalmente este sistema de transporte es el más rentable para la Ciudad. La obra del Tranvía en Tenerife no duró más de cuatro años.
Pero no todo es malo. Hasta ahora la red de Guaguas Municipales y Global ha funcionado bastante bien para la demanda que ha existido. Además, medidas como la reducción de los bonos al 50 % ha conseguido fomentar su uso entre la población. Sin embargo, si se realiza esta reducción y se aprecia que el número de personas usuarias aumenta considerablemente, la empresa pública debe contar con los vehículos y el personal suficientes para abarcar tal demanda, de lo contrario, veremos imágenes como las de hace unas semanas: numerosas personas cortando el paso a una guagua Global tras verse tiradas en la calle.
Con estas malas experiencias conseguiremos que el boom del transporte público se convierta en una bomba. Menos palabrería de «usen el transporte público» y más eficiencia en la inversión y planificación.