Lorena González, humorista y actriz, lleva más de 15 años inundado de humor teatros, escenarios y televisiones. La designada, irónicamente, por su altura como Petite Lorena, utiliza su don de la palabra para provocar que el público empatice con ella y, además, se lo pase en grande. La actriz, que participa en proyectos de cine y televisión como En otra Clave, de televisión canaria, continua con su gira por el archipiélago del show La Gran Petite. La humorista visitará este jueves, 16 de marzo, a las 21:00 en el Teatro Leal de La Laguna.
¿De dónde nace el impulso de empezar su show La Gran Petite? «Es un espectáculo centrado en todo mi recorrido vital: cómo recuerdo la crianza de mis padres, el lugar dónde viví y un poco la observación de todo ese ambiente rural a través de la mirada de una niña pequeña. En la obra, hago un recorrido de mi infancia y mi adolescencia hasta la adultez, o estupidez, donde todos esos patrones que me marcaron me los encuentro como si me dieran con una tarta en la cara. Durante el transcurso del espectáculo hablo del desencanto de la vida adulta, pero con mucha sátira, sentido del humor y desnudez».
¿Qué grado de improvisación existe en sus espectáculos? «Muy poco. Si es verdad que me tomo libertades, porque la improvisación, al final, nace de situaciones o historias que aprovecho encima del escenario, ya que tengo el texto bastante controlado. Hay momentos en los que me tomo la licencia de salirme del guion y decido parar el espectáculo porque voy a comentar algo. Por ejemplo, temas de actualidad que siento que merezcan ser contados».
«Tengo vocación de eternidad»
¿Podría contar alguna anécdota que le haya ocurrido en alguno de los shows de La Gran Petite? «Una vez me pasó que vi a un señor dormido en la segunda fila. No me lo creía, pero era claramente carne de comedia. Entonces, en ese momento bajo la voz, empiezo a vacilar con el público y la gente empieza a destornillarse. Bajé al patio de butacas que el hombre me habló y me dijo que no estaba dormido, sino que en realidad era ciego, su mujer que estaba al lado estaba muerta de la risa. La verdad es que era un tipo con un sentido del humor tan grande, que incluso dijo que esto le había pasado otras veces en otros espectáculos».
¿Qué le diría a todas aquellas personas que van a verla en su espectáculo por primera vez? «Yo siempre digo que me voy a comprometer a que durante esa hora y pico que dura el espectáculo, voy a hacerles reír hasta el punto en el que les duela la barriga, otra cosa es que no lo consiga. Si no lo logro no se si devolverles el dinero de la entrada pero podríamos hablarlo, tal vez la mitad. Si es verdad que durante un tiempo decía que si el espectador no se lo había pasado bien, le devolveríamos el dinero, y luego me di cuenta de que eso no servía».
¿Cree que su carrera humorística llegará a su final algún día? «Esa pregunta es super profunda. Llevo dedicándome al humor muchísimo tiempo. Es como si yo estuviera casada y me preguntases si quiero estar junto a mi pareja toda la vida. La verdad es que no lo sé, pero para mi es la vocación de eternidad, me gustaría que fuera eterno, pero nunca sabes si vas a tener que tomar decisiones en algún momento. Si el humor dejara de hacerme feliz, lo dejaría».
«Siempre saco las fuerzas del público»
¿Petite Lorena, además de ser su nombre artístico, es un personaje? ¿Qué supone para usted subirse al escenario y convertirse en ella? «Pues una muy buena pregunta porque Petite Lorena es un plus de Lorena González Orribo. Es decir, es el personaje y, por lo tanto, hay mucho de Lorena en ella, pero no sabría decirte que porcentaje. En mi vida cotidiana, no soy tan deslenguada ni segura. Petite es el burles, el cabaret y la fantasía. Podría decirte que es como cuando te pones una peluca en Carnavales, es mi parte más valiente, la que me anima a subirme al escenario y contar todo lo que quiera».
¿De dónde saca las fuerzas para salir a escena cuando no se encuentra bien? «Las fuerzas las saco del público siempre. Yo tengo la sensación de que me subo al escenario a dar un espectáculo, pero cuando no me encuentro bien, salgo a recibir la energía de la audiencia. La canalizo, sobre todo, cuando lo que me ocurre es algo más emocional».
El humor le ayudó, cuando era pequeña, a reírse de sí misma cuando otros lo hacían. ¿Considera que sigue usando el humor como escudo de protección? «Sí, claro que sí. A veces hay cosas que no tienen salida, como cuando te pasa algo horrible. A mi el positivismo me pone muy de los nervios, el tener que estar siempre completamente bien. Yo he aprendido a estar mal con sentido del humor. Cuando estás mal, estás mal, yo a eso no le veo nada positivo, pero siempre le puedes poner sentido del humor».