María del Carmen Bonfante es la presidenta, voluntaria y una de las cuatro fundadoras de la asociación Ámate. En los últimos años, se ha dedicado a ofrecer su tiempo y trabajar con las personas que son diagnosticadas de cáncer de mama. Esta Institución se creó, y tiene como gran objetivo, dar respuesta a las preguntas de las mujeres afectadas. Y, además, entre sus propósitos también está ofrecer la ayuda necesaria a familiares de quienes padecen esta enfermedad.
¿Cuál es el propósito y la misión de ámate? «Ámate nace con el propósito de crear las necesidades que no existían en el año 2006 para nosotras, las mujeres con cáncer de mamá».
¿Cuáles son los desafíos más comunes que enfrentas en tu trabajo y cómo los abordas? «Es duro enfrentarse cada día a la desesperación que sufre una persona recién diagnosticada, es duro aceptarlo y tenemos que ayudarles a aceptar la realidad, ofreciendo nuestra ayuda. Por otro lado, lo más difícil es buscar cada día ayuda de los organismos oficiales para poder mantener a nuestros técnicos».
«Bendita enfermedad que me enseñó a vivir»
¿Puedes describir alguna historia o experiencia memorable en la que hayas visto un impacto positivo generado por la asociación en la vida de una persona? «Tenemos una compañera maltratada por su pareja que no tenía valor para denunciarlo. Cuando le dijeron que tenía cáncer en ambas mamas y que eran muy difíciles pensó que lo que le quedaba de vida, quería vivirlo como ella quisiera. Cogió un bolso con cuatro prendas y salió de su hogar. Se fue a casa de una amiga, de allí buscó trabajo y empezó a vivir. El recibir la noticia la impulsó a dejar lo que verdaderamente la estaba matando. Un día me dijo una frase que nunca olvidaré: “bendita enfermedad que me enseñó a vivir”. Tenemos compañeras que al ser diagnosticadas, y sabiendo que van a estar un año o más de baja, deciden hacer lo que nunca pudieron, tenemos pintoras, escritoras, mujeres que la vida les dio una segunda oportunidad y la aprovechan».
¿Cuál es la mayor satisfacción que obtienes de tu trabajo en la asociación? «Una sonrisa. Cuando llegan a Ámate desesperadas con su diagnóstico y nos ven allí, a mujeres que ya hemos pasado por ese trance y ven que estamos bien, respiran y empiezan a creer en su recuperación. Al salir, miran para atrás y sonríen. Es la mayor satisfacción para nosotras».
¿Cómo colabora la asociación con otras organizaciones o entidades para lograr sus objetivos? «Siempre hemos colaborado con muchas asociaciones: el banco de alimentos, asociaciones de enfermedades mentales, de violencia de género, etcétera. Es importante para nuestras usuarias».
¿Cuáles son los proyectos en los que ha trabajado ámate recientemente? «Hicimos nuestro desfile de mujeres y hombres con cáncer de mamá, al que acudieron 1500 personas y desfilaron unas 60 mujeres y hombres con cáncer. También el 3 de junio realizamos una travesía a nado por relevo en la playa del hotel Abama, donde presentamos al equipo deportivo de mujeres con cáncer y unas jornadas de varios días en los museos de Tenerife».
¿Cuáles son las principales fuentes de financiamiento de la asociación y cómo se utilizan esos recursos? «Ámate recibe el 75 por ciento de los gastos del personal y el resto tenemos que buscarlo cada día organizando, carreras, travesías, triatlón, jornadas, entre otros. También contamos con la ayuda de los socios, que pagan una cuota al año de 40 euros».
¿Crees que el cáncer de mama es un tema al que no se le da mucha visibilidad? Sobre todo en hombres. «Últimamente vemos que las personas están más informadas. Existe más visibilidad gracias también a las muchísimas charlas de detección precoz que realizamos las ONG, y gracias al programa de screening, que realiza el Servicio Canario de Salud. En el caso de hombres, no existe ninguna publicidad de que ellos también pueden padecerlo y que la autoexploración es para ambos sexos».
