El colectivo LGTBI+ continúa sufriendo represiones. Todavía hay lugares donde se le persigue y asesina por expresar sus sentimientos hacia otro ser humano. Desde la prehistoria se ha estandarizado la figura de un matrimonio heterosexual y tener otra orientación todavía causa impacto. A día de hoy es ilegal ser homosexual en casi setenta países. Lamentablemente, palizas, cárcel o, incluso, la muerte, son tónicas habituales en esos Estados.
El papa Francisco dice que «la homosexualidad no es un delito». Gracias a él, desde el 18 diciembre de 2023, el Vaticano puede bendecir a las parejas homosexuales. Eso sí, no acepta su unión y lo sigue considerando pecado. De hecho, la bendición no puede durar más de quince segundos, pues, argumenta la Santa Sede, no es un rito litúrgico.
Es cierto que el matrimonio es un sacramento que enlaza a un hombre y una mujer. La ley española respalda el matrimonio homosexual. No obstante, ¿algún día lo hará el catolicismo? Cualquier ser humano debería poder casarse con quién desee y contar con el apoyo de su propia religión. El Vaticano comienza a aceptar el colectivo pero tiene que dar un paso más allá. ¿De verdad sirve su aprobación cuando no quieren implicarse por completo?
«La religión también debería evolucionar y adaptarse al mundo actual»
Ante esta noticia el obispo español Rafael Escudero López-Brea, prelado de la prelatura de Moyobamba en Perú, manifiesta que esto «daña la comunión de la Iglesia». Es más, ha obligado a los 51 sacerdotes que la integran a que sigan su criterio. Parece que las personas heterosexuales tienen derechos distintos a los del colectivo LGTBI. Escudero López-Brea argumenta que «Dios no bendice el pecado». Entiendo que robar, mentir o asesinar se consideren actos impropios, pero ¿casarse?
Cada país se adapta a los cambios sociales, culturales e ideológicos. Sin embargo, el catolicismo establece la sodomía como algo antinatural. Los textos sagrados incluso lo consideran como una enfermedad. Son las personas ateas las más propensas a aceptar el amor en todas sus formas. Como todas las cosas, la religión también debería evolucionar y adaptarse al mundo actual. El desarrollo significa progreso y dentro de la propia institución ya hay voces críticas.