Andrea Luis Hernández es una joven estudiante de Bellas Artes en la Universidad de La Laguna, que desde pequeña ha tenido una relación especial con las sirenas. Como ella misma afirma: “Ariel siempre estuvo en mi top ten de princesas Disney” y es que, cualquier niña ha soñado alguna vez con poder surcar los mares convertida en una de estas criaturas mitológicas. Ha sido ahora, a sus 19 años, cuando ha logrado poder hacer realidad ese sueño creando su propia cola de sirena, la cual pesa 16 kilos. En los últimos meses esta tendencia se ha visto reflejada a través de las redes sociales, sobretodo Facebook e Instagram, por lo que Andrea no descarta en un futuro montar una empresa relacionada con esta actividad,»ya no por el dinero, que sería una satisfacción secundaria, sino para ayudar a cumplir los sueños de otras personas».
¿Cómo comenzó la afición al mar y, en concreto, a las criaturas mitológicas? «Es un poco raro porque no recuerdo realmente una fecha o un suceso exacto que me haya marcado, pero probablemente cuando comencé a leer libros de aventura. Mis favoritos cuando era pequeña eran unos de una saga llamada Kika Superbruja y de entre ellos me quedo con el de La Atlántida. Leí mucha lectura fantástica a lo largo de los años, pero nunca tanto como en esa primera etapa. Sin embargo, creo que mi pasión por las sirenas viene por mi amor a los peces y, en definitiva, a cualquier animal marino. Siempre me han parecido como de otro mundo además de estéticos, en el sentido de lo aerodinámicos y delicados que son».
«Me apasionan las sirenas por los libros de fantasía y mi amor hacia los peces»
¿Por qué tu perfil de Instagram se llama The saltykoifish? «Bueno, es gracioso. Es una broma que tengo con mi novio porque utilicé el diseño de una carpa para mi cola. Este pez es de agua dulce y las sirenas están en el mar. De ahí el nombre de The Salty Koi fish, que viene a significar en español «La carpa salada». El hecho de que escogiera este pez como patrón de colores es que es uno de mis favoritos, además de ser un símbolo importante de la cultura japonesa, que también me fascina. Por otro lado, también me incliné por ese modelo por su contraste de colores».
¿Cuál fue el momento en el que pensaste que querías hacer realidad tu sueño? «Fue un día antes de mi cumpleaños cuando por casualidad en Instagram me topé con una fotografía de una cola de sirena de silicona y, a partir de ahí, descubrí que existían empresas, principalmente en Estados Unidos, que trabajaban con este tipo de «arte funcional» como lo llama una de las fundadoras de una de estas empresas llamada Finfolk productions. A partir de ahí, me documenté bastante en YouTube con imágenes y opiniones de gente. Al final muchos de los métodos que usamos fueron creados tanto por mi novio como por mí. Los dos hemos trabajado en las últimas etapas del montaje».
¿La carrera que estás cursando te ha servido para elaborar la cola? «En cierto sentido sí. He usado alguna de las técnicas, por ejemplo de Pintura, que he podido adquirir este primer año en el Grado, aunque casi todo el proceso ha sido fruto de la intuición, del ensayo y del error más que de aplicar un conocimiento adquirido. Sin embargo, sí que he de añadir que en ciertos puntos la intervención, los consejos y las técnicas de Alexis, mi profesor de Escultura del Bachillerato Artístico, que cursé en la Escuela de Arte Fernando Estévez, me ayudaron bastante».
“Para mí sería inconcebible vivir en un lugar que no fuera una isla o al menos un lugar con costa”
¿Qué sentiste el día que lograste nadar como una sirena? «Fue una sensación rara, es como cuando llevas mucho tiempo planeando una cosa y cuando la consigues, aún estas esperando que algo salga mal y que te prive de ella. La cola es muy real pero, a la vez, sientes las piernas, lo que es contradictorio. Hay muy pocos sucesos en mi vida que puedan compararse con ese momento. El trabajo de un año dio sus frutos y cumplí, sin duda, uno de mis sueños más deseados».
¿El hecho de vivir en una isla te ha creado algún vínculo especial con el mar? «Sí, definitivamente. El hecho de no poder ver la línea del agua me agobia muchísimo. Para mí sería inconcebible vivir en un lugar que no fuera una isla o al menos un lugar con costa. Supongo que se debe a que a lo largo de mi vida he asociado siempre el mar y el agua a momentos felices».
¿Qué ha supuesto cumplir este sueño? «El problema no es conseguir un sueño o no, sino si al alcanzarlo te va a hacer realmente feliz. Sobre este concepto he discutido bastante con otros alumnos de Bellas Artes y la cuestión es que, sobre todo, en una profesión como la nuestra, debemos vivir para perseguir los sueños. Aporta satisfacción personal y también, si tiene éxito, puedes contribuir al avance de la sociedad».
¿Ya tienes algún encargo? «Pues me alegra decir que sí. La verdad es que la respuesta a este proyecto ha sido muy positiva».