El Centro Social Tamaimo acogió el pasado viernes, 22 de marzo, el espectáculo Michelle de la compañía Ángulo Producciones. Comenzó a las 20.00 horas con música de piano de fondo mientras el actor principal entraba en silencio. Se trata de una obra con «dos personajes muy distintos condenados a entenderse y a ser amigos», explicó Luis O’malley, el autor. Ambos se complementan y resuelven sus problemas mutuamente.
La función transcurre con un único decorado: un despacho blanco y ordenado. Hay una radio antigua que se enciende entre el cambio de escenas y da pie a continuar con la trama. Además, los elementos son relevantes y cada uno otorga un significado diferente. O’malley recalcó «la baraja de cartas», ya que este objeto pasa desapercibido y aún así «crea el discurso esencial al final de la obra».
Dos personajes muy distintos
Mingo Ruano dio forma al protagonista, Maurice Quevedo, un abogado serio y elegante que está destrozado por dentro. La historia comienza con él cogiendo una pistola para suicidarse, pero un futuro cliente le interrumpe. «Quevedo reflejó las emociones que un ser humano arrastra durante toda su vida», comenta el dramaturgo.
Por el contrario, encontramos el segundo artista, José Luis Massó. Interpretó a un ser extravagante con una forma muy particular de sonreír y mover las manos. Este individuo no recibe ningún nombre ya que según dijo en la representación «no lo necesita». Su escenificación juega con lo absurdo y hace reír a la audiencia por su manera ingenua de enfrentarse al mundo.
O’malley quiso mostrar «cómo la humanidad se enfrenta a los problemas y necesita hablar de ellos». Del mismo modo, transmitió «el egoísmo de la sociedad», ya que los personas no son «el centro del universo». La pieza trata un tema doloroso, como es el suicidio desde el humor.