El rey del vallenato

Cultura / Ocio

Con cuarenta y cinco minutos de retraso y algo de impaciencia en el ambiente, los primeros fans de Carlos Vives comenzaron a acceder al anexo del Estadio Antonio Domínguez de Arona. La tardanza en la apertura de puertas no afectó al espectáculo, pues según lo previsto, a las 21.00 horas dio comienzo La fiesta de todos.  Con el sol aún en el cielo, la banda formada por un total de once músicos inundó el decorado con tres pantallas (dos pequeñas y una central). Los asistentes entraron pronto en calor y al ver una bicicleta como atrezo comenzaron a chillar, conocedores de que el tema que el colombiano tiene con Shakira iba a ser el primero en sonar.  Y así fue…

Vestido completamente de negro, Vives hizo su aparición en el escenario, por el que no paró de bailar y saltar durante las casi dos horas de concierto. Ahí llego yo y La cañaguatera fueron las siguientes melodías que resonaron en el recinto. «En Las Palmas bailaron y cantaron increíble», chinchó el artista, que consiguió despertar a todos los presentes, si es que aún quedaba alguno que no estuviera moviendo las caderas.  

Uno de los pocos momentos en los que Carlos Vives estuvo quieto fue para interpretar Hijo del vallenato. Lo hizo acompañado de su curiosa guitarra recubierta de purpurina plateada. Luego, con algunos problemas de sonido que hicieron que la vocalización del cantante no se entendiera a la perfección, le tocó el turno a La gota fría, Ella es mi fiesta y Fruta fresca. 

“Han pasado unos años desde que vine por primera vez. Veo caras nuevas”, dijo el colombiano haciendo referencia a las distintas generaciones que ocupaban el césped. En el mar de sus ojos el protagonismo recayó sobre los músicos y coristas quienes salieron a bailar al escenario.

Con la letra plasmada en la pantalla central como si de un karaoke se tratase, comenzó a sonar Al filo de tu amor. Un momento que el artista aprovechó para apoyarse sobre el hombro de su acordeonista, pues el cansancio, después de tanto baile, comenzaba a notarse.

Con la noche ya cerrada, el espectáculo de luces hizo acto de presencia para dar paso a Como tú. La letra estuvo acompañada de una recopilación de artistas parceros que fueron apareciendo en la pantalla como Shakira o Maluma. 

“Gracias por la hospitalidad, la amabilidad. Si me quieren invitar al carnaval, ¡vendré encantado!”


El momento de los agradecimientos llegó cuando Vives saludó a las banderas colombianas: “Me siento muy orgullosos de representarles”. También se acordó de sus vecinos de Venezuela: “Les deseo lo mejor”. Y, por supuesto, no se olvidó de los canarios: “Gracias por la hospitalidad, la amabilidad. Si me quieren invitar al carnaval, ¡vendré encantado!”. La tierra del olvido cerró el instante sentimental.

Durante todo el concierto, el cantante hizo numerosos guiños a su banda para terminar presentándolos uno a uno. Nota de amor, La foto de los dos y Volví a nacer fueron las últimas canciones.

“¡No quiero que se me acaben porque se me está acabando el concierto!”, gritó al cielo de Arona. Tras esto, las luces se apagaron y, junto a sus músicos, abandonó la escena. Sin embargo, para el público no había sido suficiente y tronó el «¡Otra!, ¡otra!…». Carlos Vives se hizo un poco de rogar y, finalmente, volvió para interpretar de nuevo Robarte un beso, El cantor de fonseca y La fantástica.

Con fuerzas para hacer el avión por el escenario, salió de nuevo a escena, esta vez montado en La bicicleta, que fue la que cerró su repertorio. “Puedo ser feliz caminando relajado en Tenerife”, cantó mientras repartía besos…

Crónica: en colaboración con Catherine Hicks

 

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