En un estudio publicado en la revista Environment International, la pardela cenicienta atlántica, ave marina que anida en Portugal y España, es una especie clave que puede llegar a ser utilizada como bioindicador de basuras marinas en el Atlántico Norte. Un bioindicador es una especie que aporta información sobre el estado del medioambiente en relación con un contaminante de origen humano. En este caso, son los pequeños trozos de plástico que flotan en los océanos y que son el resultado de la degradación de objetos de un tamaño mayor. Especialistas de la Universidad de La Laguna han formado parte de este proyecto.
Después de 1200 necropsias de pardelas juveniles y adultas, muertas de manera natural o en accidentes, de Azores y Canarias se comprobó que más del 90 % de las aves juveniles contenían partículas de plástico en sus estómagos a la hora de abandonar el nido. Es uno de los valores más altos encontrados en comparación con otras especies de pardela de otras regiones. Que estos juveniles contengan plásticos en sus estómagos, incluso antes de alimentarse, indica que el material es ingerido durante el proceso de alimentación de los padres, en su crecimiento en zonas de nidificación. Tras analizar los datos, se definieron los parámetros esenciales para poder determinar la potencialidad del bioindicador.
El trabajo fue liderado por el Instituto Okeanos de la Universidad de Azores junto a colaboraciones internacionales. Entre ellas, destaca el Grupo de Investigación en Química Analítica Aplicada de la ULL y liderado por el profesor Javier Hernández Borges. Trabajaron en la identificación de la composición de los plásticos ingeridos por las aves. Uno de los datos más importantes obtenidos es el establecimiento de un valor límite para definir el buen estado ambiental en relación al número de partículas de plástico encontradas.
Los valores que están por encima del límite establecido, señalan la necesidad de controlar y mitigar este contaminante en el medio ambiente. Esto permitirá dar información para apoyar la acción política regional, nacional e internacional en zonas del Atlántico Norte que actualmente carecen de una especie bioindicadora eficaz para monitorizar la contaminación por partículas de plástico en los océanos.
«La producción y el uso de plásticos sigue aumentando exponencialmente»
El equipo que ha realizado el estudio explica que «no se han utilizado prácticas invasoras para recoger los datos». Añade que los juveniles de pardela cenicienta se ven afectados por la contaminación lumínica de las zonas urbanas durante sus primeros vuelos del nido al mar. El impacto visual consigue que se desorienten y acaben cayendo al suelo. Esto obliga a rescatarlos mediante campañas públicas de conservación. A pesar de los esfuerzos que se hacen, no todas las aves sobreviven y estos fueron los principales animales utilizados para recoger los datos del estudio.
Debido a que la producción y el uso de plásticos sigue aumentando exponencialmente, es previsible que el problema ambiental de los plásticos que se introducen en los ecosistemas marinos continúe en aumento. Yasmina Rodríguez, autora principal de la publicación e investigadora del Instituto Okeanos, asegura que esto exige una vigilancia y la aplicación de medidas contundentes. «A pesar de que recientemente se han propuesto diferentes especies como bioindicadoras de plásticos marinos en el océano, hasta ahora muy pocas se han basado en análisis tan exhaustivos que permitan su aceptación efectiva», añade.
Una de las conclusiones del estudio es que las pardelas juveniles de las Azores permitirán monitorizar los cambios en la composición del plástico flotante en el Giro Subtropical del Atlántico Norte, procedente de las costas de Centroamérica y Norteamérica. Mientras que las de Canarias lograrán monitorizar las basuras de los caladeros en la costa noroeste del continente africano. El seguimiento a largo plazo convertirá a estos archipiélagos en observatorios medioambientales.