Eran las 19.58 de la tarde y la tensión inundaba el ambiente, quedaba media hora para el concierto de Olivia Rodrigo y todavía faltaba la mitad del público por entrar al recinto. Horas de espera al sol. 350 metros de cola. Y unas ganas que, solo quienes hayan esperado tres años y medio para escuchar sus canciones favoritas en directo, comprenderán. Por fin había llegado la fecha. Por fin era 18 de junio. Poco a poco los asientos del Palau Sant Jordi de Barcelona se llenaban de outfits compuestos por faldas de lentejuelas, camisas con las frases más atrevidas o sombreros de cowboy. Las tonalidades violetas y rojizas reinaban acompañadas de brillos, sonrisas de emoción y nervios.
El título de su último álbum representado con velas que lentamente se iban apagando indicaba el comienzo del espectáculo. Desde que sonaron las primeras notas de bad idea right? el público se puso de pie y comenzó a hacerle coros a la cantante. La joven americana, arropada por luces moradas y rojas, bailaba y saltaba al ritmo de la música. Con una energía vibrante que se transmitía a la audiencia cantó la siguiente canción del set list, Ballad of a homeschooled girl.
La alegría dio paso a una de las canciones de su nuevo disco, Vampire. Dos lunas llenas en la pantalla y una Rodrigo sentada en el escenario hipnotizaron a las más de 17 000 personas que cantaban a la vez: «I’ve made some real big mistakes but you made the worst one seem fine».
Drivers license, un himno que une generaciones
Una frase que marcó el 2021 de gran parte de quienes ayer compartieron un mismo sentimiento, y que llorando se desahogaron de todo lo ocurrido desde ese año fue: «Brown guilty eyes and little white lies». A continuación, llegó la que es posiblemente la más conocida de todas y la del inicio del primer disco que sacó al mercado. Drivers license, un himno que une generaciones y que unió a todo el Palau.
El último disco también estuvo muy presente, cantó canciones como Teenage dream, Pretty isn’t pretty y Logical. Para dar paso a un momento íntimo con Enough for you, en el que la cantante se subió a una luna morada y tras decorar el estadio con estrellas lilas viajó por encima del público que se encontraba en pista. Recordándonos que, aunque nos hayamos encontrado con gente que no ha sabido apreciarnos, encontraremos a quien sí sepa y decida querernos de la forma más bonita y sana que podamos imaginar.
Momentos previos a tocar So american, la única canción en la que habla de un amor que la trató bien, Rodrigo decidió cantarle feliz cumpleaños a una chica de la audiencia, Martina, quien recibió el mejor regalo que cualquier fan puede desear.
Happier fue la siguiente canción que cantó acompañada por su guitarrista. La artista decidió compartir una pequeña anécdota del nacimiento de ese single, aseguró que se le ocurrió «I hope you are happy, but don’t be happier» mientras rodaba el episodio de un programa de televisión y tuvo que mentirle a la directora diciendo que necesitaba ir al baño urgentemente para poder apuntar la letra y que no se le olvidase.
Asimismo, decidió interpretar Favorite crime y Logical seguidas, una combinación que consiguió que toda la audiencia llorase y cantase a pleno pulmón. Ambas piezas tienen cosas en las que no se parecen, pero lo que sí tienen en común es el dolor con el que Rodrigo las interpreta, conectando con el público y con sus experiencias personales. Al ver la intensidad con la que le hacían los coros, preguntó con ironía si nos habían roto el corazón alguna vez, hubo quienes rieron ante la pregunta y quienes callaron, sabiendo que la respuesta era obvia.
Tras momentos en los que la cantante se dirigía al público y leía los carteles que llevaba la gente se iba acercando el fin del concierto. Casi sin voz y sin más lágrimas que echar el público disfrutó de Obsessed, All-american bitch y Good 4 you, todas de distintos álbumes, pero diciendo lo que no somos capaces de admitir, por vergüenza, rencor, enfado o porque no queremos que esa persona sea consciente del daño que nos ha hecho.
Y lo inevitable sucedió: tras una hora y cuarenta minutos de terapia el concierto terminó con Get him back!. Rodrigo nos pidió pensar en alguien que nos enfadase de verdad y dedicarle esa canción usando toda la rabia que teníamos contenida. Ya puesto el mono rojo de lentejuelas, el último outfit del espectáculo, la artista nos ayudó a deshacernos de todo el dolor vestido de rencor que representa la canción.
Tras terminar, se despidió con una sonrisa de las suyas, un «muchas gracias» con acento americano y dejando al público con ganas de más. Porque personas como Olivia Rodrigo, que en una noche te regalan las estrellas, la luna y la mejor noche de tu vida, hay pocas.