Ventura Valcarce es profesor, arquitecto y Premio Ciudad de Barcelona de Arquitectura. Impartió clase en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona durante más de treinta años. La semana pasada estuvo presente en el III Campus de Escultura, Arte y Naturaleza de Lanzarote organizado por la Universidad de La Laguna y la Fundación Curbelo Santana. Impartió una conferencia sobre el qué, el cómo y el dónde en la escultura.
¿Qué lleva a un arquitecto a rodearse de artistas como Paco Curbelo y Rufina Santana? «La arquitectura es el primer arte plástico. De ella surgen todas los demás. Lo lógico y lo natural es que las artes plásticas, escenográficas y musicales estén incorporadas en la arquitectura, dependen de ella para su producción, exhibición y manifestación. Por lo tanto, es el arte el que se acerca y vive de la arquitectura».
¿De qué trabajo está más orgulloso? «Es difícil que un arquitecto que se ha dedicado, como yo, a tocar prácticamente la totalidad de las tipologías edificatorias sea capaz de segregar una de las otras. He hecho arquitectura sanitaria, docente, infraestructuras como estaciones de metro o centros de control de tráfico. Tengo una manzana completa edificada en el Frente Marítimo de Barcelona, de la que me siento muy satisfecho. El premio Ciudad de Barcelona que me dieron por la estación de metro me tiene muy contento. Los dos centros de control de tráfico de Barcelona, el del interior de la ciudad y el de las Rondas, también son obras mías. Y del segundo me siento especialmente orgulloso».
«Del alumnado aprendí la capacidad para salir de mi burbuja de comprensión»
Lleva más de treinta años enseñando. ¿Qué ha aprendido de sus estudiantes? «Muchísimo. Sobre todo, la capacidad de salirme de mi burbuja de comprensión para hacerla comprensible a otras personas. Muchas veces, al acceder al conocimiento de algo, te lo apropias tanto, lo haces tan tuyo, que terminas creyendo que el conocimiento que tú tienes de eso lo transmites fácilmente. Y no es verdad. Se requiere un grandísimo esfuerzo de volver a replantear todo el conocimiento que tú tienes para hacerlo asequible a una diversidad de individuos. Es necesario intentar entender la reacción que hay en el auditorio. Si te está entendiendo o si se está aburriendo».
En la charla que dio en el Campus de Escultura, destacó el dónde. Usted es de Barcelona. ¿Qué ha representado en su carrera? «Mucho. El dónde tú naces, el dónde te formas, es un alimento continuo que te está entrando por todos los poros del cuerpo. Por los ojos, por el grupo de personas, por las calles que transitas y por los bares que frecuentas. Te marca muchísimo. Por ejemplo, Barcelona es una ciudad que tiene un elemento tremendamente significativo, que es el ensanche con unas manzanas cuadradas achaflanadas en sus esquinas. Multitud de estudios son incapaces de superar esa estructura espacial de la manzana. Todo el mundo sabe cómo tiene que ser una ciudad. No es verdad. Sabe la ciudad que conoció y en la que creció, que es la que ha integrado a su yo».
¿Por qué cree que la escultura se centra más en el significado que en el dónde? «Los proyectos te tienen que remover la cabeza, no te pueden dejar tranquilo. Parte de ese proceso es la fase de pensar en el espacio. Lo que no se puede hacer es obviarlo. ¿Dónde vive el hombre? ¿En la escultura? ¿En la pared de un edificio? No. Vive alrededor de la escultura o vive en el interior. Por lo tanto, la finalidad es la calificación de ese espacio no de la obra en sí».
¿Qué espacio de Lanzarote le ha llamado más la atención a nivel arquitectónico? «Hay arquitecturas turísticas mejores y peores. Me interesa mucho la casa típica lanzaroteña, con sus simplicidades. Me entusiasma la combinación del blanco con el negro del basalto y, sobre todo, me encantan los techos blancos. Me parece que dan una continuidad a la envolvente de la casa en contraposición a los muros de basalto negro, me parece maravilloso».
