Juventud, cambio, fuerza, energía y pasión son las primeras palabras que le vienen a la cabeza al corresponsal grancanario José Naranjo cuando escucha “África”. El licenciado en Periodismo reside en la actualidad en Dakar, capital de Senegal, es freelance y colabora con medios nacionales como El País o la Cadena SER. Si bien es cierto que son muchos los países que ha visitado desde que puso por primera vez, en 1999, el pie en este continente. Algunos de ellos son Malí, Argelia, Mauritania o Gambia.
El informador ha dedicado una gran parte de su carrera a contar el fenómeno de la inmigración, tratando de poner rostro a los protagonistas de estos movimientos. En esta línea, publicó su libro Los invisibles de Kolda (2009). Otro de los logros destacados de su trayectoria profesional es la recepción del galardón Canarias Comunicación en 2016 y del Premio Derechos Humanos en la categoría de medios de comunicación del Consejo General de la Abogacía Española en 2006, junto a Nicolás Castellano. El periodista habla con PERIODISMO ULL sobre sus primeros pasos en el continente africano y acerca de cómo ha ido forjando su figura de freelance. Además, muestra su percepción sobre los vacíos que se dan en los medios de comunicación respecto a la información relativa a este continente.
¿Cómo fueron sus primeros pasos en el continente africano? ¿Fue difícil? “Al principio fue complicado. El primer año fue difícil sobre todo porque llegas a un lugar en el que no se habla tu idioma, está la barrera de la lengua. Es cierto que algo de francés sabía, y aún sigo aprendiendo. También influye el tema cultural, ya que no conoces los códigos de la vida cotidiana. Por otro lado, es muy difícil ganarse la vida como freelance. Más aún si vemos que África no es un continente que genere un gran interés informativo en España, por lo que hay que intentar ganarse el hueco y consolidarte. Lo primero que tienes que resolver es saber dónde estás parado, a dónde has llegado. Hay que saber cómo funcionan las cosas aquí para luego empezar a producir y que lo que haces te dé para vivir. La clave es tener paciencia, perseverancia y olfato para saber dónde están los temas. También conocer al cliente al que vas a vender las noticias para saber qué vender, cuándo y cómo”.
«Echo de menos en los medios canarios secciones fijas sobre África»
¿Cómo cambió tu visión sobre las formas de vida occidentales tras haber visitado distintos países de África? “Mi cambio de visión fue construyéndose a lo largo del tiempo. Lo primero que me llamó la atención es cuando vi reflejados en los demás los mismos estereotipos que yo tenía. Por ejemplo, recuerdo ir a España y tener una conversación con un amigo de Valencia que me decía que no sabía cómo podía vivir en Senegal con tanta corrupción, y yo pensaba: ¿estamos nosotros para dar lecciones de corrupción a alguien? También me llamó la atención la oscuridad de los barrios. Aunque, en realidad, me di cuenta de lo iluminadísimas que están nuestras calles. Esto se puede observar en un mapa del mundo desde el espacio por la noche, donde se ve el Primer Mundo muy iluminado y el Sur oscuro”.
¿Cómo valora el trato que dan estas vías informativas a los acontecimientos que tienen lugar en los países africanos? ¿Y en los medios canarios? “Se han abierto nuevas ventanas de información que son las que están tirando del carro. El paso que sigue faltando en los medios generalistas es apostar por contar otra África. Hay contenidos, pero, casi siempre, las temáticas tienen que ver con conflictos, guerras, o golpes de estado. Hay excepciones. Además, en esos nuevos espacios sí que se ve un esfuerzo por trasladar una realidad diferente. También echo de menos en los medios canarios secciones fijas sobre África en las que se cuenten esas otras realidades. Es un lugar en el que hay interés empresarial, el Gobierno de Canarias está con sus planes de internacionalización de la economía canaria, hay cooperación a nivel de universidades, pero los medios no están a la altura de esas iniciativas modestas que están empezando. El peor ejemplo es la Radio Televisión Canaria. Se debería tener al menos un corresponsal en Marruecos y otro en Senegal. Hay que tener ojos y oídos allí, y no los tienen. Han tenido posibilidades de tenerlo a un módico precio, pero no lo aceptan”.
«Es muy difícil ganarse la vida como freelance»
En los diálogos del Parlamento sobre movimientos mixtos de población, comentó que los medios y el sector político potenciaban un discurso desfavorable hacia los inmigrantes. ¿Cree que, ante esta percepción, la población española está preparada para recibir a estas personas? “Creo que la sociedad española es bastante más inteligente que su clase política, y en los últimos años ha demostrado mucha madurez. Ha habido ocasiones y momentos puntuales en los que la cosa se ha puesto fea, pero no ha habido nunca un gran rechazo, al menos explícito. Otra cosa es la mentalidad, sí se percibe una intolerancia implícita en determinados comportamientos o formas de pensar que están latentes. No es que la clase política y los medios generen una imagen negativa de la inmigración, es peor. Creo que han creado una imagen negativa de manera intencionada, porque la política de generar miedo en la población es muy efectiva desde el punto de vista electoral, da muchos votos, sobre todo a determinadas opciones políticas vinculadas a los nacionalismos y a las derechas. Esa utilización de la inmigración como arma política está en la base del rechazo y del odio que se puede haber generado”.
Hace unas semanas, Nicolás Castellano publicó una información titulada “La mayor llegada de migrantes de la última década”. En ella, se incluían cifras bastante llamativas. ¿Cree que los lectores han normalizado la recepción de estas cifras hasta llegar al desinterés? “Sí, creo que hay una normalización de todo esto, sobre todo si hablamos de cifras. Ese es precisamente uno de los retos que se plantean a la información sobre inmigración y cualquier tema social: poner rostro, nombres, apellidos y dar voz a esta gente. El peligro al hablar de números es banalizarlo, verlo como algo frío y desnaturalizado”.
Un estudio elaborado por dos profesores americanos comienza afirmando que “Los gobiernos de la OCDE observan la inmigración con gran preocupación y lidian con políticas cuyo ánimo es seleccionar determinados emigrantes y mantener alejados a otros”. ¿Qué opina de esta valoración? “Esto ha ocurrido a lo largo de la historia casi de forma natural, y no se da solo en Europa. Existe una concepción desde el país receptor del inmigrante como mano de obra. Esto no tiene por qué ser necesariamente negativo. Creo que los mercados y los sistemas económicos se ajustan y se reajustan en función de las necesidades de la sociedad. A mí lo que me parece mal es que se bloquee el acceso, y que, por ejemplo, a un licenciado en Filología que quiera ir a Europa no se le permita. Creo que esto se puede regular de forma natural y, en este sentido, creo que las cosas funcionarían de otra manera si hubiera cierto aperturismo y movilidad. Dejar que las cosas vayan funcionando. Hay que intervenir en la creación de un sistema público fuerte, y hablo de Sanidad, Educación… El problema está cuando se ponen puertas al movimiento”.
Foto: Raphael Fournier.