El joven canario José María Robaina Bordón es estudiante de Medicina de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Este año, después de aprobar los 6 cursos correspondientes al grado, se presentó al examen MIR. Es una prueba tipo test con 225 preguntas más otras diez de reserva que se realiza en cinco horas. Cada interrogante acertado vale tres puntos y cada cuestionamiento fallido resta uno. En las calificaciones, que fueron publicadas el pasado 6 de marzo, el estudiante superó la prueba con una puntuación total de 96,6570, consiguiendo estar entre los diez mejores de España.
El resultado obtenido en el examen (90 % de la nota final), junto a la valoración del baremo o expediente académico (10 % de la misma), permiten clasificar en orden decreciente a todos los presentados. Se puede preguntar cualquier cosa que esté relacionada con la Medicina, lo que hace que su planificación sea todo un reto.
«Mi objetivo es ser feliz ayudando a los demás»
Para empezar, respecto a qué le llevó a estudiar Medicina, él cuenta que no fue nada concreto. La idea vino motivada por la curiosidad que sentía el protagonista sobre el funcionamiento del cuerpo humano, quería conocer las enfermedades y los mecanismos por las que estas actúan. Además, dijo que desde pequeño le apasiona el modo en el que los profesionales diagnostican las patologías a partir de una serie de preguntas y una exploración física al paciente y pueden determinar de qué se trata, y esto a él le parece admirable.
Con respecto a estos últimos años, como estudiante, Robaina comenta que, tanto académica como personalmente, fueron unos años muy bonitos. “Tuve grandes maestros y conocí a gente maravillosa”. Asimismo, reconoce que no todo fue bueno. Combinar las prácticas hospitalarias y las clases en la facultad fue todo un desafío para él. “La carrera es muy sacrificada y demanda mucha dedicación ”, afirma.
La planificación del examen es muy dura. Él estuvo diecisiete meses estudiando para presentarse. Escogió una modalidad a distancia en la Academia Mir Asturias y lo preparó con un compañero y amigo de la carrera. “Estudiábamos entre cinco y ocho horas diarias”, aclara el recién graduado. El futuro médico dedicaba una hora y media para realizar preguntas tipo test y otras tres para repasar el resto de temario. Y una vez por semana hacía una actividad similar a la oficial.
El joven canario explica que su sensación en la fecha de la prueba fue una mezcla de nervios e ilusión, ya que ese día cerraba su etapa como estudiante. Fue toda una sorpresa, no se esperaba en absoluto llegar a ocupar el octavo puesto en las puntuaciones, se alegró mucho pero decidió tomárselo con tranquilidad, para Robaina el objetivo no era estar en el top 10, sino poder elegir la especialidad.
«Tenía que tomarme el examen como un simulacro más»
Después de este éxito, no tiene claro a qué se quiere dedicar. «Decidir es más difícil que cualquier examen», dice. Le gusta la Medicina Interna, la Neurología y la Hematología. En primer lugar, quiere formarse como médico residente y no descarta la posibilidad de desempeñar en un futuro la docencia. “Desde hace tiempo tengo la ilusión de poder dar clases algún día en la universidad”, aclara Robaina.
La reacción de sus familiares y amigos fue totalmente positiva. Recuerda cómo el teléfono no paraba de sonarle para felicitarlo después del día que se publicaron las notas. Esta calificación se la dedica principalmente a sus padres. A su vez, se siente orgulloso de que dos canarios entraran este año en el Top 20 del examen MIR, ya que, junto a él, también se encuentra Diego García Silvera, estudiante de la Universidad de La Laguna.