El Grupo de Innovación Educativa Feminario ULL junto a la reportera y escritora Nuria Varela presentaron ayer, 11 de abril, el seminario La igualdad se aprende, la (des)igualdad también. El objetivo principal de la actividad era resaltar la importancia de la educación para crear una sociedad verdaderamente igualitaria a la vez que insistir en el largo camino que aún queda por recorrer. Actos de este tipo forman parte del proyecto Reflexiones, propuestas y prácticas para una educación igualitaria fomentado por la institución académica.
En España existe un solo indicador en el cual se puede observar una igualdad real entre hombres y mujeres: el número de alumnas en las aulas universitarias. «Si nos comportamos como cirujanos y, con nuestro bisturí, operamos esos datos”, comparó Varela, encontramos que, aunque hay más alumnas que alumnos, los puestos de poder están en manos masculinas y que, a su vez, existen “estereotipos de género” en cuanto a las materias cursadas.
Varela explicó que “la violencia de género es el mayor representante de la desigualdad”. Asimismo, apoyó su afirmación en las estadísticas. La cifras relacionadas con la violencia ejercida en contra de las mujeres dentro de los 28 países miembros de la Unión Europea son «alarmantes». Un informe realizado por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea expone que, en el último año, trece millones de mujeres sufrieron violencia física, 3’7 fueron violadas y 9 millones de ellas sufrieron algún tipo de acoso (callejero, laboral, etc.).
Por otra parte, en nuestro país solo existen documentos oficiales que hablen de la violencia de género a partir del año 2003. Para ilustrar lo que esta ha supuesto para sus víctimas y para la sociedad, Varela lo comparó con el grupo terrorista ETA. En 43 años, esta organización acabó con la vida de 829 personas. En esos últimos quince años, han sido asesinadas 936 mujeres. No obstante, Varela afirmó que la cifra debería ser superior ya que estos datos no incluyen a las mujeres muertas a manos de otras personas que no eran su pareja sentimental.
«Para vivir en igualdad debemos educarnos en ella»
La pregunta que, según la experta, debería hacerse la sociedad es «¿cómo es posible que, en pleno siglo XXI y dentro de una sociedad democrática, sigan existiendo datos como los anteriormente mencionados?». Varela aclaró que no hay que dar por hecho que las nuevas generaciones estén siendo educadas dentro de un sistema igualitario porque no son formadas dentro del feminismo y, por tanto, no reciben mensajes de igualdad. Se pueden encontrar claros ejemplos de esto: los cuentos, la música, los videojuegos… «Es por eso que, para vivir en igualdad, debemos educarnos en ella”, sentenció.
Los poderes públicos y la sociedad en sí misma “siguen defendiendo que el patriarcado ya no existe”, manifestó la ponente, pero el 100 % de los poderes militares están en manos masculinas, el poder eclesiástico también y solo un 2 % de las mujeres son protagonistas en la economía mundial.
La periodista valoró que la naturalidad con la que la sociedad concibe estos datos no es sorprendente porque “el patriarcado siempre utiliza educación y violencia”. En las aulas dicen estudiar la historia universal cuando, realmente, “estudiamos la historia de los hombres”. El poder de este está tan arraigado dentro de la sociedad que, incluso, explican los síntomas de un infarto como si fueran similares entre hombres y mujeres cuando no lo son.
«Hay cosas que, de tanto verlas, ya no las vemos»
La violencia simbólica es la clave para la construcción de una sociedad en la que uno de los géneros está siempre por encima del otro sin que las mentes humanas se alteren por ello. Esta violencia se construye a partir de los estereotipos que, como expuso Varela, se construyen en nuestra mente, a partir de nuestra cultura y lo concebimos como lo normal. “Hay cosas que, de tanto verlas, ya no las vemos”, como que al pronunciar la palabra “suegra” a todo el mundo le viene la misma imagen a la cabeza o que da igual si una publicidad dice que las chicas son unas brujas, que los chicos son fuertes y que, cuando están juntos, es “natural” que ellos acosen.