Y tú, ¿eyaculas?

Sociedad

Google. Motor de búsqueda. Se introducen las palabras claves “eyaculación femenina”. Alrededor de unos 4 millones de resultados, se hace referencia a la técnica squirt y a los infalibles pasos que has de cursar para llegar a ella como receta del éxtasis. Justamente, una de las entradas enlaza con una descripción que ofrece la plataforma Wikipedia mientras que las demás páginas son firmas de las llamadas páginas femeninas. Además, la mayoría de las informaciones se encuentran rodeadas de un halo de misterio, fantasía, ¿Existe la eyaculación femenina?, se pregunta alguien. Se hacen eco de un conocimiento difuso. Y no hablemos del buscador Ecosia que, mientras ayuda a plantar árboles, sus páginas recomendadas son pornográficas.

Repetimos el proceso cambiando a su homónimo masculino.

Google. Motor de búsqueda. 5 millones de resultados aproximadamente. Se introducen las palabras claves “eyaculación masculina”. De los diez primeros resultados dados en la página principal, ninguno está relacionado con páginas pornográficas. Al contrario, se relacionan con consejos sexuales o salud. Es un hecho del que se habla ampliamente. Asimismo, se encuentra un reportaje realizado por el periódico El Mundo, donde se habla sobre cuestiones relacionadas con las mecánicas que distinguen eyaculación precoz, la erección y cómo controlar su estado de excitación.

Internet es la ventana que utilizan millones de personas en pleno siglo XXI para asomarse al mundo y estas son las señas que se encuentran. Hacemos otro experimento.

Se cuelga una encuesta en Instagram durante 24 horas, la red social más utilizada entre la juventud a día de hoy. La pregunta es: “¿Conoces qué son las glándulas de Skene?”. De 80 personas que la responden: 65 personas votan “no” y 15 “sí”. El 70 % de quienes participan son mujeres. En diez casos se han dirigido mediante un mensaje privado a la administradora de la cuenta para preguntarle “qué eran” ya que desconocían que poseyeran estas glándulas y/o cuál es su función.

Pero, ¿qué son las glándulas de Skene? ¿Y la eyaculación femenina y el squirt? ¿Ambas prácticas son la misma cosa? ¿Por qué las mujeres lo desconocen?

En primer lugar, habría que aclarar que estas glándulas son las conocidas como “próstata femenina”, renombradas así en el año 2004 por el Comité Federativo de Terminología Anatómica, tras ser calificadas por el ginecólogo Alexander Skene en el siglo XIX. Sin embargo, esta sigue siendo relegada al sistema urinario de la mujer, en cambio, la próstata masculina corresponde al genital. Una sinrazón que probablemente radique en que la sexualidad femenina no interesa, no se difunde ni se educa, con lo cual se convierte en un tema “tabú”.

“El problema no es el porno, aunque este debiera ser más diverso e incluir la mirada feminista, pero realmente el problema es el educativo”


Martina González Veiga, psicóloga, sexóloga, divulgadora científica y responsable de la empresa Con mucho gusto, explica cómo se desarrolla el proceso: “Lo que es la eyaculación en sí, siempre sale, pero hay distintas maneras: antes del orgasmo, durante o después, o sin orgasmo, se pueden liberar un chorro de mayor o menos cantidad, entre los 4 ml y los 50 ml. Este puede salir a través de los orificios de Skene, los conductos que salen al exterior que se encuentran al lado de la uretra; también puede pasar que el líquido que se acumula en la próstata, en lugar de salir por esos conductos, las glándulas parauretrales, vayan hacia el interior de la uretra y que salga por esta; o puede ocurrir que el líquido de esas glándulas vaya a la vejiga y lo liberemos cuando vayamos a orinar”. La sexóloga cita a su vez a Francisco Cabello Santamaría, sexólogo y estudioso del tema, quien intuye que es posible que realmente todas las mujeres eyaculen, en mayores o menores cantidades.

En cuanto a la composición del líquido que se expulsa, Pere Estupinyá, químico y bioquímico, ofrece en el blog de El País una revisión científica de este asunto que ayuda a ponerlo en perspectiva. Comenta que “lo más común es que este tipo de acontecimientos pase desapercibido”. Empíricamente, la eyaculación femenina se identifica con una especie de líquido traslúcido-blanquecino que, a menudo, suele confundirse con la lubricación de la excitación genital durante el orgasmo y contiene componentes parecidos al semen masculino, como el antígeno prostático o PSA.

Por el contrario, el squirting, al realizarse a través de la vejiga, su composición contiene trazas de urea y otras propiedades similares a la orina. Esta es mucho menos frecuente y su conocimiento está más expandido debido a que la industria pornográfica lo ha utilizado como un reclamo durante las prácticas sexuales que implementan en sus producciones.

González lo explica así: “El problema no es el porno, aunque este debiera ser más diverso e incluir la mirada feminista, pero realmente el problema es el educativo. El porno es el único material que le llega a la población y, si nadie nos proporciona educación sexual ni materiales, pues cada uno se educa con lo que puede. Lo malo aquí es que no se diferencia entre realidad y ficción”. Y recuerda, entre alegre y asombrada, cómo “al explicarle a los estudiantes qué es el clítoris, estos flipan, y más cuando aprenden que su función sea el placer”.

“Orinar y tener un orgasmo, salvo que tengas un problema neurológico, es imposible”


Una vez más, la educación sexual es una tarea pendiente en el sistema educativo español, en el que el profesorado no cuenta con el apoyo ni las herramientas necesarias para educar y concienciar sobre este aspecto básico de la existencia. La profesional encuentra “absolutamente fundamental que las mujeres conozcan su sexualidad. Tú puedes cerrar los ojos y hacerte una imagen perfecta sobre una mano, una pierna… Pero la mayor parte de las mujeres, cuando cierran los ojos, no pueden visualizar sus genitales porque no los han visto ni las han enseñado a verlos, tampoco enseñado a cómo hacerlo”.

En cuanto a la sensación de orinar que se genera durante el coito y que es producido por la estimulación de las glándulas de Skene, González replica categórica: “Orinar y tener un orgasmo, salvo que tengas un problema neurológico, es imposible”. Un falso mito que cae por su propio peso. “No se pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo. Y lo peor es que me encuentro con pacientes que bloquean su orgasmo por miedo a hacerse pis, y esto dificulta sus relaciones sexuales”.

A menudo, las mujeres, independientemente de la edad, desconocen qué es, cómo se manifiesta y en qué momento se produce la eyaculación femenina. Además, el sexo tal y como lo concebimos, suele estar relacionados con el “modelo de rendimiento: que entre un pene a tu vagina y que llegues al orgasmo con eso”, apunta la especialista.

Martina González, sexóloga y psicóloga

“La sexualidad sirve para conocerse a sí mismo y al otro, conocer nuestro propio cuerpo y para que, en las relaciones sexuales, puedan disfrutar ambos”


La eyaculación y sexualidad femenina, inexplorada y lejana en ocasiones, se convierte en el tema que une en esta ocasión a Aída, Rebeca, Marta, -quienes prefieren mantener su anonimato-, y Carol y Nadia. Cinco chicas de edades comprendidas entre los veintiún y veinticinco años que estudian carreras eminentemente científicas: Genética en la Universidad Autónoma de Barcelona y Medicina por la Universidad de La Laguna.

Tanto Marta como Aída reflexionan sobre su pasado. “La educación que he recibido ha sido pobre, ha sido más autoconocimiento que nada, ya que en las charlas se utilizaba el ‘siempre con condón’ y mis padres… Sí, bueno, algún comentario han soltado”, comenta Aída, “pero no me han explicado lo que es el placer, cómo recibirlo, y a tomarme el sexo como algo bonito y comunicativo, más allá del orgasmo o del acto físico”.

Mientras, aquel día de taller sexual en el instituto, que cualquiera ha sufrido alguna vez en su vida, Marta no fue a clase porque estaba enferma. “Aunque les pusieron un vídeo en el que se incluía una escena con gatitos”, ¡a saber! De todas formas, tampoco se perdió nada. En cuanto a hablar distendidamente sobre la sexualidad, “es menos embarazoso hablarlo con mujeres, pero aún así sigo sintiéndome incómoda”, señala.

En el caso de Rebeca, ha aprendido a base de “leer sobre el tema a la vez que “hablándolo con mis amigas y amigos de más confianza, personas que creo que están igual de informadas que yo y con las que se comparte estas vivencias”. Nadia se toma su tiempo y escribe rápidamente que “de no haber entrado en la carrera, no tendría estos conocimientos que aprendí en una asignatura optativa de segundo llamada Medicina sexual y reproductiva. Sí que se abordan temas fisiológicos durante el grado, pero habría que centrarse más en la parte psicológica o terapeuta. Debería ser obligatoria”.

Por otra parte, Carol, desde su visión como futura profesional sanitaria advierte que esto “ayudaría tanto a los hombres como a las mujeres. La sexualidad sirve para conocerse a sí mismo y al otro, conocer nuestro propio cuerpo y para que, en las relaciones sexuales, puedan disfrutar ambos”. Añade que “el sexo es algo natural. Si se explicara con claridad y sin separar por géneros, se evitarían muchos problemas psicológicos relacionados con ello”. Lo dice tras haber estudiado en un colegio de monjas en el que, años después, sigue desconociendo “qué era” lo que se les enseñaba a los niños en materia sexual cuando les separaban.

Con todas y cada una de las colaboradoras, cuando se les preguntó si a partir de ahora investigarían personalmente sobre qué eran estas glándulas y su propia sexualidad, contestaron un “” rotundo.

“En la publicidad y en todos los aspectos de la comunidad habría de revisarse el concepto de femenino«


Un libro que se recomienda en estos casos es el de Coño Potens, de libre adquisición, y escrito por la madrileña Diana J. Torres. En este ejemplar, alejado de algunas de las antiguas ediciones de manuales de anatomía médica donde no se nombra esta parte de la fisionomía, se ejemplifica, dibuja y señaliza en qué lugar se encuentra y cómo estimularla. Además, describe la actuación del capitalismo y del heteropatriarcado y las consecuencias que se manifiestan en las mujeres y en la conciencia social.

Otra de las ramificaciones que componen el imaginario colectivo aparte de la educación y de la sanidad, es la publicidad. En esta ocasión, Estefanía Martín, trabajadora del equipo publicitario Grupo Macaronesia, quien ha diseñado una línea de marketing para instituciones como la del Cabildo de Tenerife, el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna o el grupo empresarial Ikea, confiesa que nunca han tenido este tipo de encargo. Es decir, un grupo de su importancia en la isla de Tenerife “jamás se ha visto involucrado en una campaña que se relacionase con la sexualidad femenina”. No obstante, desde su punto de vista como profesional declara que “en la publicidad y en todos los aspectos de la comunidad habría de revisarse el concepto de femenino. No de este concepto en él mismo, pero sí de las necesidades específicas de las mujeres como público, como parte de esa sociedad con voz propia y diferenciada”.

Nadia quiere dejar un mensaje claro: “La sexualidad forma parte de ti”. Y se une a la voz de Martina González cuando reclama que “todavía falta investigación y estudios en cuanto a la sexualidad femenina, sobre todo con perspectiva feminista”. Se aleja a la mitad de la población de una formación completa y se centra en la cuestión reproductiva, con reparos a valorar la necesidad y el beneficio de la salud sexual. Una visión patriarcal en la que se demuestra cómo “a los hombres siempre les ha preocupado que la mujer pueda llegar al orgasmo muchas veces sin un pene”.

No ha de olvidarse que el orgasmo de las mujeres, así como la masturbación, eran cuestiones relegadas al secretismo. Por ello, es necesario que las nuevas indagaciones sobre la materia se alejen de las normas, estereotipos o roles y supongan conocimientos como “fuente de sabiduría, de placer y de poder que toman las mujeres cuando se conocen a sí mismas”.

Comentario de la autora: muchas gracias a todas por participar.

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