Pino Ojeda, la artista canaria que nos buscó por los sueños

Sociedad

El corazón se me ha arrojado a todos los barrancos de tu isla. Clara e inspiradora, esa es la poesía que emana de las manos de Pino Ojeda, poeta, escritora y artista grancanaria. Este año, a raíz de la celebración del Día de las Letras Canarias 2018, se conmemora su figura mediante la publicación de una antología y de diversos talleres, recitales y exposiciones así como material didáctico que pretenden acercar su obra a la ciudadanía. La viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias ha facilitado 3 000 copias de la revista Te busqué por los sueños realizada por las especialistas Blanca Hernández, Covadonga García, Yolanda Peralta Sierra, Elsa López y Kenia Martín.

Nacida en la villa de Teror, María del Pino Ojeda Quevedo (1916 – 2002) fue un referente en la escena cultural de los años 60 y 70. Tanto Blanca Hernández, filóloga e investigadora, como Covadonga García, conocieron a Pino Ojeda y profundizaron en su historia e implicaciones artísticas a partir de sus tesis doctorales. Para Hernández, a raíz de su propia publicación Escritoras canarias del siglo XX, supuso un descubrimiento cuando se percató de que Ojeda rompía con “los convencionalismos tradicionales y heteropatriarcales de una época que relegaba a la mujer al papel de ama de casa y madre”.

Resalta que “transgredió los roles establecidos para dedicarse a lo que más le gustaba, y me pareció admirable que, de forma autodidacta, se formara en diversas disciplinas, su espíritu emprendedor, su curiosidad por aprender y los temas que trata en su obra, atípicos en Canarias para una escritora de aquel tiempo”.

Mientras, para García, todo empezó en el año 2015 cuando empezó el doctorado, cuando decidió salvar del olvido a autoras insulares debido a que “deseaba dar visibilidad a alguna escritora de Canarias”. Por ello, “Pino Ojeda me resultaba la opción más atractiva porque fue una artista y escritora multidisciplinar, además de galerista, librera y editora”.

«Mi corazón está lleno de ti, / pero mi corazón te desea tanto / que parece estar vacío de ti»


Algunos temas recurrentes en la obra de la poeta son la naturaleza, la deidad o la soledad que combina con una expresión sencilla. “Existen elementos simbólicos muy importantes en su literatura, diría que el árbol, el brote, el pino, incluso el brote de pino verde hacen referencia a la esperanza”, aduce García, lo cual relaciona con ciertos aspectos de la obra de Antonio Machado. Además, “la colina o la cima simbolizan el acercamiento a Dios, y el mar es a veces un símbolo libertad y plenitud o de vaivén emocional, duda y muerte” como ocurre en su novela Con el paraíso al fondo (2017).

En cuanto a la métrica, Hernández toma sus creaciones y vislumbra que en ellas “buscaba la esencia de la palabra exacta con la que dar forma a sus sentimientos, recuerdos y pensamientos”. Es más, García añade que “en cierto sentido, esto responde a la personalidad de la autora: no pretendía ser quien era. Era una persona natural, que se relacionaba con todo el mundo y para la que el conocimiento no era una postura, sino una forma de vida”. De ahí que se alejara de “un lenguaje retórico o demasiado elaborado que no habría sido el suyo propio”.

Tras la pérdida de su marido en la guerra civil, Domingo Doreste, decidió tomar clases de escritura y perfeccionamiento del lenguaje, conocimientos que se sumaron a la formación que había recibido en el bachillerato bajo las lecciones del literato Agustín Espinosa. A partir de ahí, sus ansias por emprender una travesía en solitario aumentaron y, en el año 1949,  Ojeda abre una librería de flores y libros en la calle Luis Morote de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y funda y dirige la revista Alisio. Hojas de poesía tres años más tarde.

El poemario Como el fruto en el árbol le da su primer reconocimiento: el logro del premio Adonais en 1953, lo que supondrá su inmersión en la élite cultural española. Una aclaración que desea hacer García es que cree que “es un error de base considerar que las élites culturales del siglo XX estaban compuestas por hombres” y, a su vez, recuerda que “la Generación del 27 estaba constituida también por Carmen Conde, Ernestina de Champourcín o Maruja Mallo, por ejemplo”.

Ambas coinciden en que una de sus composiciones favoritas es Cómo quisiera ser tus pequeñas cosas (Niebla de sueño, 1947):

¡Cómo quisiera ser tus pequeñas cosas!

El aire que te roza y te acaricia.

El polvo que te sigue y se te posa.

El agua que desciende y te penetra.

La ropa que te cubre y te ausenta

la carne fuerte y olorosa.

El cuello que rodea tu garganta,

yo quisiera ser.

Y quisiera ser tus manos, tus pies.

Pisar donde pisas y tocar lo que tocas.

Ser color y sentarme en tus pupilas.

Ser agua y verterme en tu boca.

Ser luz y en las mañanas abrir mis dos ventanas

para que a la vida tú te asomes.

¡Ay, cómo quisiera ser para ti la nada

y poderte ofrecer el más allá!

«Cada día más cerca, / y cada segundo ausente, / como un corazón que latiera oculto»


Ojeda mantuvo prolíficas relaciones en el mundo del arte, sobre todo entre aquellos que cultivaban la poesía y la pintura como Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Pedro Salinas, su gran amigo y poeta majorero, Juan Ismel, o Carmen Conde y Chona Madera. “Lo natural para Pino Ojeda era relacionarse con las personas, independientemente de su sexo”; no obstante, el contexto machista de la época realzaba en alguna ocasión la belleza y el atractivo de la pintora en vez de su obra, aunque García es firme en ese aspecto: “Para mí, fue una mujer adelantada a su época; pero, especialmente, fue una mujer adelantada a los hombres de su época”.

Su lema era “Dejadme con mis alas que a nadie le hago sombra”, apostilla Hernández. A su ver, “esta frase suya sintetiza muy bien su forma de ser y de estar en la vida. Entendió que ser mujer no tenía que suponer un impedimento para hacer lo que más le gustaba, la cultura, y se dedicó a ella de forma plena”. A Ojeda, probablemente, le dio igual transgredir una moral que no se correspondía con la época, “era una feminista en un tiempo en el que, en Canarias, no se hablaba del feminismo”.

Entre otros muchos campos, la terorense también decidió dar el salto a la creación plástica. En 1955 expone por primera vez su obra pictórica en la III Bienal Hispanoamericana de Arte en Barcelona y, posteriormente, en 1958, funda la Galería Arte en Las Palmas de Gran Canaria, convirtiéndose así en la primera mujer del Archipiélago que se hace cargo de este tipo de empresa. Su obra está catalogada y estudiada dentro del movimiento abstracto, y “es reconocida como una de las precursoras del informalismo en Canarias”, detalla García, “Pino Ojeda siempre defendió que no existía ninguna conexión entre su obra literaria y pictórica, determinadas emociones las canalizaba a través de la escritura y, cuando deseaba distraerse o imaginar con otros mundos, tomaba lienzo y pincel”. Dos lenguajes totalmente diferentes para recrear el espíritu interno.

 

«Te busqué por los sueños: / por los sueños, tú me estabas esperando»


Hasta hace unos meses todavía estaba inédita la obra Con el paraíso al fondo, que fue finalista del premio Nadal en 1954. Sin embargo, poco a poco, se fomenta y contribuye desde las distintas administraciones como el Cabildo de Gran Canaria o el Gobierno de Canarias a que la voz de esta autora busque y encuentre su lugar entre las letras canarias puesto que, tal y como recuerda la filóloga, el sector político “tiene la obligación de gestionar el patrimonio cultural de Canarias”. Una de estas demostraciones es la película La habitación del fondo (2015), de Domingo Doreste.

Aún queda mucho por saber de Pino Ojeda, “y muchos prejuicios por derribar”, aclara García. Durante los años setenta, expone en Italia, Suiza, Estados Unidos, Alemania y Suecia, países en los que se apreció la obra plástica de la editora. Sin embargo, “en Canarias, los comisarios de la exposición del TEA sobre el patrimonio poético y plástico de Canarias, Andrés Sánchez Robayna y Fernando Castro Borrego –excelentes profesores a los que respeto- decidieron no incluirla, a pesar de cumplir con los requisitos que ellos mismos marcaron”, denuncia la filóloga. Entre ellos, atender a determinados conceptos relacionados con el mar, el fuego o la lava.

Reflexionan sobre algunos de los porqués: “Tal vez exista un cierto sentimiento de inferioridad –inconsciente- en Canarias, como si no nos creyéramos el magnífico talento que atesoramos en las Islas, unido a una atmósfera de cierta reticencia a incorporar al canon literario y pictórico a mujeres artistas que lo merecen”. Así, algún día serán familiares y reconocidos nombres como Lola Massieu, Lía Tavío, Jane Millares, María Belén Morales, Pino Falcón, Eva Fernández de Guigou…

La otra gran incógnita sigue siendo su aportación al género teatral, Ojeda estuvo “a punto de entrenar una obra en Barcelona en los años 50, pero el director del teatro murió víctima de la tuberculosis y, posteriormente, Pino Ojeda nunca tuvo ocasión de estrenar ninguna de sus obras”. Un deseo que queda, y al que Covadonga se adscribe: “Sería maravilloso hacer algún montaje y llevar su teatro por las Islas”, y que se une al de Hernández cuando habla sobre lo necesario que es “incluirla en el canon literario para, desde las programaciones didácticas, se conozcan y se lean sus obras en las aulas”.

  • Fotos: Revista Dragaria, Gobierno de Canarias y la web Canarias Opina.

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