Después de haber vivido del periodismo en Estados Unidos desde los veinte años, María Rozman regresa a su tierra, Tenerife, para pasar más tiempo con su familia. El pasado miércoles visitó la Pirámide de Guajara para impartir una charla sobre su trayectoria profesional y la situación de los medios de comunicación a los estudiantes de primer año. En el encuentro comentó que, a pesar de haber estudiado Derecho en la Universidad de la Laguna, siempre quiso ser periodista. La tinerfeña tuvo su primer trabajo de reportera en Univision para luego trabajar en Telemundo y CNN. Ha sido galardonada tres veces en los Premios Emmys y nominada en ocho ocasiones.
El documental de las pandillas salvadoreñas toca temas muy fuertes como la extorsión y el tráfico de personas. ¿Cómo aborda una información tan delicada sin perder la esencia de la misma? «La idea del reportaje era tener un mensaje positivo. La guerra de los salvadoreños viene con la lucha contra el gobierno, y la única manera de hacerlo es si buscan armas, porque si no los militares los matan. Cuando vives en esa violencia constante estás un poco insensibilizado, si esto lo extrapolamos en Estados Unidos es totalmente alarmante. Gran parte de su modo de hacer las cosas lo aprendieron en Los Ángeles. Queríamos presentar por qué han surgido estas pandillas, cómo operan y qué se puede hacer para ponerles fin. Ofrecer una solución para que las personas no se sientan impotentes ante todo eso. Si quieren ayudar lo pueden hacer».
«Estamos equivocados al creer que solo las noticias negativas venden»
¿Se establece algún límite cuando presenta alguna noticia o investigación sobre temas muy violentos? «No creo en utilizar el morbo. En Estados Unidos no se puede publicar contenido así y, quizás, por eso me he acostumbrado. No todo vale y hay que tener cuidado con la sensibilidad de las personas, saber lo que aporta y lo que no. Estamos equivocados al creer que solo las noticias negativas venden, ya que exponer lo positivo también es importante. Insensibilizamos al público si solo ponemos lo adverso. No creo que se deba ir al extremo solo para vender un periódico porque al final acaba siendo contraproducente. En esa parte he sido muy rígida. Al final puedo vivir mirándome al espejo y sigo manteniendo lo que he querido en la línea».
Entrevistar a los políticos debe ser complejo. ¿Tiene alguna técnica para sacar aquello que quieren ocultar? «Es la técnica de cada periodista. En principio, es no crear un ambiente de hostilidad, hacer que se sienta cómodo para poder enfocar la conversación, saber a dónde quieres llegarle y tener algo un poco preparado para así no irte por las ramas. Debes saber muy bien quién es la persona con la que estás hablando y no tener miedo a pedir aclaraciones. Seguir insistiendo. Si ves que la primera pregunta no está llegando, se debe plantear de otra forma. Es un poco de psicología. También es importante entender que tú no estás ahí para atacar a nadie, estas ahí para buscar respuestas. No eres portavoz de ellos ni trabajas para la oposición, estas ahí para sacar una respuesta».
«Puedes preguntar lo que sea y Obama te va a responder lo que él quiere»
¿Es difícil evitar las respuestas que los políticos siempre tienen bajo la manga? «A veces es muy difícil o imposible. Poco se van a salir de lo que tienen preparado y Obama es muy bueno en eso. Tú puedes preguntar lo que sea y él te va responder con lo que él quiere. Hillary Clinton no. Yo la entrevisté en 2008, durante las primarias contra el propio Obama, y ella se molestó con mi pregunta. Todos le preguntaban qué haría si ganaba y yo le pregunté qué haría perdiera, si trabajaría con Obama. Ella se molestó y se fue; se podría haber ido por la tangente pero no lo supo manejar».
Elaboró un documental sobre la vida de un boxeador. ¿Cómo hace para no invadir la privacidad del protagonista? «Esa persona sabe a lo que se expone. Cuando vas a trabajar con ellos tienes que dejarles saber el ángulo que va a tomar, qué es lo que tú quieres conseguir y cómo lo vas a sacar. Si engañas para sacar la información es una falta de ética. Tienes que tener información de ambos lados, si se trata de algo polémico y esa persona lo sabe, tiene que saber entender. Le estas dando la oportunidad de que se explique y de dar su punto de vista sobre la historia, puede que el producto final no le guste pero es importante mantener la honestidad».
Ha compartido un rato con algunos estudiantes de primero. ¿Hay futuro en el periodismo español? «Por la parte que vi, sí. Los vi muy atentos y haciendo preguntas muy interesantes, creo que eso debe hacer un profesional. Alguien que atiende, ve lo que ocurre y quiere informar. El futuro del país depende, en gran medida, de sus periodistas. De estos grupos salen muchos enfoques laborales, pero habrá un grupo crítico y analítico que busque la verdad, los llamados soldados de la verdad».