La Fundación Caja Canarias acogió ayer jueves 11 de abril a las 20.00 horas la última charla del Foro Enciende la Tierra. Por él han pasado directores de cine como Werner Herzog y economistas como Miren Etxezarreta. Todos ellos con una finalidad: concienciar al público allí presente de los problemas actuales que tiene la Tierra y, también, la de lograr que aceptemos que nuestra sociedad puede llegar a su fin cuando menos lo esperemos.
La pasada noche una de las protagonistas de Salidas del laberinto fue Amelia Valcárcel, catedrática, escritora y consultora para las Naciones Unidas en Políticas de Género. El otro fue Wolfgang Streeck, sociólogo y director emérito del Insituto Max Planck de Investigaciones Sociales. La conferencia estuvo moderada por la escritora, Ana Hardisson.
El evento comenzó con la intervención de la catedrática que proyectó un mapa de cómo será la Tierra dentro de 250 millones de años. Explicó que Pangea volverá a aparecer como un nuevo continente y todo se deberá al continuo movimiento de estos. Una realidad que dejó al público atónito pues la idea de que nuestra sociedad pueda volver a vivir en un territorio unido no es común entre la gente.
«¿Habrá seres humanos en la Última Pangea?»
La conferenciante lanzó esta pregunta al público y la contestó ella misma convencida de que no habrá vida humana en ese nuevo continente. Además, afirmó que siempre ha resultado casi imposible pensar un lugar en el que las personas no sean las protagonistas. «Ninguna sociedad se dio cuenta de que llegaba a su final hasta que fue demasiado tarde», reflexionó Valcárcel.
Por otro lado, Streeck explicó que no merece la pena dramatizar el fin del mundo. Asimismo, apuntó que realmente las comunidades grandes y completas no desaparecen como tal, sino que se trata de un proceso muy lento. Tras los colapsos siempre seguirá habiendo vida como también continuará existiendo muerte. Igualmente, el sociólogo añadió: «El colapso nunca es total sino meramente parcial», así que la verdadera importancia reside en lo que pasará después de que se produzca, no en el fenómeno como tal. De todos modos, también hizo especial hincapié en que las personas deben comenzar a pensar en los usos tecnológicos actuales que podrían se podrían emplear para contrarrestar las posibles consecuencias.
«Una sociedad no se da cuenta que antes de que la suya existiera había otra que desapareció» comentó el escritor. Nadie es consciente de que hubieron otros mundos que llegaron a su fin, simplemente se cree que la civilización actual es la única.
Por otra parte, la consultora de la ONU destacó que las sociedades transmiten a través de la música, de la pintura, del arte… todo aquello que viven y sienten. Explicó que un gran defecto es que nadie ha sido consciente del sentido histórico. Este es un nuevo proceso de autoconsciencia que los humanos aún no saben dominar.
La democracia no se preocupa por el mañana
Ambos expertos destacaron que quizás la democracia no sea la mejor aliada para nuestra sociedad, pues según ellos, el sistema no vela por el futuro de sus habitantes de una manera clara. «Las leyes y las maneras de proceder deben estar pensadas a medio plazo. En un sistema en el que los mandatos duran tan solo cuatro años, es difícil pensar en acciones que beneficien a la sociedad de una forma no inmediata», comentó la catedrática.
Streeck dijo que el sistema democrático actual es bueno para aquellas personas que no hayan nacido con buenos recursos ya que pueden tener una segunda oportunidad para gozar de una educación, comida, una casa… En definitiva, para que los derechos que pertenecen a todos los ciudadanos, se cumplan sin excepción alguna.
El evento finalizó con una ronda de preguntas en la que quedó muy claro que el colapso ya se ha producido y que la Tierra va de camino a su final. Destacaron que solo los humanos son quienes pueden tratar de aminorar las consecuencias del fin del mundo. Como expuso Amelia Valcárcel: “Si desaparecemos de la tierra tenemos que merecer haber vivido”.