El joven tinerfeño Abraham Herrera, de 18 años, estudia Biología en la Universidad de La Laguna. Su peculiaridad es que posee un coeficiente intelectual de 140, es superdotado. “Me dijeron que era más inteligente que el 80 % de los chicos de mi edad”, expone. También le diagnosticaron hiperactividad y déficit de atención, pero esto no le impidió tener un buen rendimiento durante su formación ni en su entorno social. Con una personalidad introvertida, tiene los mismos gustos que cualquier chico de su edad. Le apasionan los deportes, en especial el tenis de mesa y la natación. Desde pequeño ha entrenado en el Club Deportivo Teneteide.
Para Herrera superar el instituto fue algo sencillo, asegura que en varias ocasiones no se preparaba para los exámenes, pero, aun así, conseguía buenas calificaciones. “Cuando comenzaba a leer las preguntas me iba acordando del tema. No estudiaba y aprobaba”, confiesa. Probablemente muchos desearían haber nacido con esta habilidad, pero lo cierto es que existe un lado negativo. Si un niño con altas capacidades no es detectado a tiempo, puede tener fracaso escolar o problemas emocionales, lo cual frenaría su desarrollo intelectual.
Como Abraham Herrera hay en Canarias más de 1900 alumnos, sin embargo, se estima que la cifra es mucho mayor. Según la Organización Mundial de la Salud, un 2 % de la población tiene un coeficiente intelectual superior a 130, considerado superdotación. En España, la función de evaluar a los estudiantes para comprobar su nivel es responsabilidad de cada centro educativo.
“Mis notas eran muy buenas pero me aburría en clase”
La Consejería de Educación y Universidades incluye en su normativa la posibilidad de modificar los periodos formativos de los alumnos con altas capacidades intelectuales. Es decir, los podrían avanzar de curso con el fin de ofrecerles una mejor educación. Este fue el caso de Amani Said, una niña que, a los 6 años, fue adelantada de primero a tercer grado de primaria. Tiene un coeficiente intelectual de 130. Sus padres la describen como una persona muy madura, que prefiere estar con adultos que con niños de su edad. “Progresar de curso le permitió acudir a unas clases adaptadas a su nivel”, afirma su madre.
No obstante, esta opción no se le ofrece a todos por igual. En el caso de Abraham Herrera, no le concedieron la oportunidad de asistir a una clase superior. El joven asegura que durante las lecciones se aburría y no seguía prestando atención a los profesores.
Desde la Fundación del Superdotado afirman que hay más de 5000 estudiantes que no están recibiendo educación especializada por no haber sido identificados. En países como Estados Unidos cuentan con colegios exclusivos para superdotados, pero en España no los hay. La organización El Mundo del Superdotado indica que en ese tipo de centros los resultados son excelentes, sin embargo, dependerá de cada individuo la educación que se adapte a sus necesidades.
Por su parte, la Fundación de Ayuda a los Niños Superdotados de Canarias (FANS) certifica que no todos los centros efectúan pruebas de detección de altas capacidades de forma específica. FANS, a lo largo de sus 15 años de trabajo, ha atendido aproximadamente a 3000 niños canarios. Desde la fundación declaran que los centros no cumplen la ley. Este problema “garantiza el fracaso del alumnado en general, porque ataca a la inteligencia. En el caso de los alumnos con altas capacidades, el beneficio no sólo no existe, sino que es mayor la garantía de fracaso”, explica el presidente de la fundación, Isidro Padrón.
“Necesitamos profesores capacitados para la evaluación de los niños desde educación infantil”
Jessica Carmona, psicóloga del Centro Umay de La Laguna, opina que el sistema educativo podría mejorarse considerablemente. Señala que la responsabilidad no es de los profesores, sino que es un inconveniente mayor, ya que ellos están obligados a seguir unas pautas académicas a la hora de impartir las clases. La doctora indica que es complicado ofrecerles a los superdotados una mayor atención, que sería lo correcto. Subraya que en las aulas hay muchos chicos y los profesores no tienen la disponibilidad de ofrecer una enseñanza personalizada. En su centro psicológico trabajan con los jóvenes con el fin de potenciar sus habilidades y motivarlos, porque según Carmona, esos “son los dos aspectos más importantes, para que el día de mañana se dediquen a lo que les gusta”.
La psicóloga Mari Carmen Herrera opina que se deben aplicar programas educativos eficaces, formando apropiadamente a los profesores. “Algunos maestros intentan informarse y buscan herramientas por su cuenta, pero no es lo mejor ni lo adecuado, porque hay que ver las características de cada niño. Necesitamos profesores capacitados para la evaluación de los niños desde educación infantil”, argumenta la especialista. Además, hace hincapié en la importancia de detectar las habilidades de los alumnos en edades tempranas, algo que es desconocido por algunos educadores.
Aún queda mucho trabajo por hacer para ofrecerle a los estudiantes con altas capacidades una enseñanza adecuada a sus habilidades. Diversos especialistas defienden que es necesario que se detecte a tiempo, de lo contrario, en la mayoría de los casos supondría un problema para los jóvenes. Igualmente, los beneficios que este tipo de personas pueden aportar a la sociedad son amplios, y si no se apoya y fomenta su desarrollo, se estará perdiendo su potencial.
Canarias es la tercera comunidad con más alumnos identificados
En los datos recogidos por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte se registra que en el año escolar 2015/2016 se detectaron a 1972 alumnos con altas capacidades en las Islas, lo cual representa un 0.56 % del total de matriculados en los diferentes niveles de enseñanza. Sin embrago, se estima que debe haber un 2 % de estudiantes superdotados.
La región de Murcia supera el 1.2 % y registra el mayor porcentaje del país. La segunda comunidad con más estudiantes identificados es Andalucía, con un 0.6 %, lo que supone el doble del promedio de España, que es de un 0.3 % de superdotados registrados. Estas cifras demuestran que no se están llevando a cabo las suficientes pruebas de detección de las altas capacidades.
