Coches, zapatillas de marca, ropa, tecnología novedosa, joyas, vacaciones caras… Estas son nuestras preocupaciones día a día. Sin embargo, algo estamos haciendo mal cuando centramos nuestra atención en todo eso y no somos conscientes de que aproximadamente 770 millones de personas viven en extrema pobreza, según la ONU. De los 48 países más escasez de recursos del mundo, la gran mayoría se localizan en África, donde muchos tienen dificultades por la ausencia de alimentos, educación, sanidad o agua potable.
Esta realidad, de la que todos somos conscientes, es olvidada siempre en los “países desarrollados” que solo recuerdan estas cuestiones cuando ocurre una catástrofe natural o sale una publicidad pidiendo colaboración en la televisión, pero que a los pocos minutos es olvidada otra vez.
Los habitantes de esas regiones en emergencia viven con menos de dos euros al día. En Europa lejos de buscar una solución, la multitud hace largas colas frente a la tienda de Apple para adquirir el IPhone X, cuyo modelo más barato cuesta 1159 euros.
La Agencia de la ONU para los Refugiados afirma que si de cada cien euros que gana una persona en un país rico donase un euro a una organización humanitaria, se llegaría a erradicar la pobreza en menos de veinte años.
Quizás sí es posible terminar con la pobreza para que todos puedan disfrutar de una vida digna, o quizás no si se siguen poniendo los intereses económicos y comerciales por delante de las vidas de millones de personas. Me resulta muy difícil entender cómo aún sabiendo que existe el problema, no hacemos nada, únicamente nos dedicamos a mirar hacia delante, sin que nos inquiete lo que pasa más allá de nuestro alrededor. Sin lugar a duda, lo que está claro es que esto solo nos importará cuando seamos nosotros quienes nos encontremos en esa situación, sin el apoyo ni el respaldo de otros.
Foto: Agencia de la ONU para los Refugiados