Hace dos días iba de camino al sureste de la Isla que me vio nacer y miré al cielo. El característico azul celeste propio de la etapa estival se veía manchado por una humareda blanca que aumentaba si esparcías la vista a lo largo de la cumbre grancanaria. Desde que tengo uso de razón, recuerdo dos grandes incendios que han hecho que las zonas afectadas ya no sean lo que un día fueron y el fuego que hoy todavía nos arrasa traerá consigo consecuencias similares. Veremos más pinos con sus troncos ennegrecidos durante décadas. Son las cicatrices propias de días de dolor e incertidumbre.
Llena de impotencia pensar que un día, a nuestros descendientes, que serán completamente ajenos a esta terrible desgracia, tengamos que decirles que no, que no siempre nuestros árboles tuvieron un color tan oscuro y que tampoco existían tantas restricciones para encender fuegos en el monte. Será duro reconocer que se tuvo que dejar de confiar en las personas.
Tejeda, Artenara y Juncalillo de Gáldar han sido las zonas más afectadas por las llamas y han tenido que ser evacuadas tras pasar, por un cambio de viento durante la noche del sábado, de 112 hectáreas afectadas a casi 1000. Los habitantes de esas zonas se encuentran angustiados ante la posibilidad de perder casas, terrenos, ganado… Y no es para menos, se trata del trabajo de toda una vida y, quizás, de varias generaciones. Porque son ellos, los más mayores, los que miran sufriendo al televisor o a través de sus ventanas una naturaleza destruida y que llora en silencio. En definitiva, sufren por su hogar.
«Cuando tu ausencia está en mí, mis ojos se empañan»
No existe ninguna duda de que en muchas casas canarionas se están escuchando historias y anécdotas que sucedieron en los lugares que hoy se encuentran calcinados por las llamas. Y es que no existe mejor manera de olvidarse del drama durante un par de horas que recordar con esperanzas de que todo saldrá bien y con lágrimas en los ojos los instantes que allí se vivieron. Recordar los instantes en los que allí hubo vida.
Ya lo dice la canción de Los Gofiones: «Cuando tu ausencia está en mí, mis ojos se empañan», y este fin de semana hemos perdido un trocito de ti hasta que resurjas entre tus cenizas y podamos volver a contemplar unos paisajes de película que nada tienen que envidiar a otros lugares del planeta… ¡Ánimo, Gran Canaria!