En verano Canarias se llena de turistas que pasean por cada una de sus playas y exploran los encantos escondidos de cada rincón. Las Islas Afortunadas la llaman. Sin embargo, si tienes en propiedad una segunda vivienda y quieres disfrutar de ella o buscas arrendar tu piso en zona de alto interés turístico, no creo que sientas esa fortuna.
Desde 2017 la Ley del Suelo prohíbe a quienes posean un segundo inmueble en zona turística ejercer un uso residencial del alojamiento, a no ser que se haya cedido su uso para explotación turística por al menos seis meses o ya lo hiciera antes de la entrada en vigencia de la Ley. Es decir, quienes tengan en propiedad un alojamiento en zona de frecuente turismo deberán alquilarlo y no podrán usarlo de forma libre para el propio disfrute. Si a esto se le suma la subida desmesurada de precios en los alquileres, convierte Canarias en una completa pesadilla para sus residentes.
La industria inmobiliaria ha generado un conflicto de intereses en el que se sitúan por un lado la población habitante y por otro el sector empresarial. Mientras un extremo pide vivir de forma tranquila y asequible, el otro reclama explotar al máximo el potencial turístico. Una contienda que está generando un gran malestar y que está empezando a dejar ver consecuencias como la destrucción del paisaje natural o la aparición de fenómenos como la gentrificación, que es cuando la población local es apartada de las zonas consideradas como turísticas.
«La tierra que es considerada un paraíso está siendo destruida y reconvertida en un circo turístico y comercial»
La priorización del turismo frente a cualquier otro sector está convirtiendo el Archipiélago en una atracción, llevándose consigo la belleza de su fauna y flora y destruyendo la vida de la ciudadanía. Ejemplos de esto son el Puerto de Fonsalía, Cuna del Alma o la idea de construir un Siam Park en el sur de Gran Canaria. Megaproyectos invasivos orientados al turismo y la explotación de recursos.
Esta problemática esta generando un clima social inestable y poco tolerante con las personas extranjeras. Fuentes expertas hablan de turismofobia, un movimiento de odio y rechazo hacia el turista que se ha dejado ver en diversas manifestaciones realizadas en Canarias.
Canarias está sufriendo en sus propias carnes las consecuencias íntegras del capitalismo. La tierra que es considerada un paraíso está siendo destruida y reconvertida en un circo turístico y comercial. Un edén del que disfruta y se sirve todo el mundo menos el pueblo canario.