El decano de Medicina de la ULL, Agustín Castañeyra Perdomo, dirige un grupo de investigación que estudia la hidrocefalia. Es el único tipo de demencia tratable. Si no se diagnostica a tiempo puede desembocar en la enfermedad de Alzheimer.
Castañeyra Perdomo lleva diez años formando parte del equipo de Investigación en Neuroanatomía Básica. Parte de la base de que cualquier enfermedad neurológica tiene su origen en un mal funcionamiento de la anatomía cerebral. Por este motivo, desde un comienzo se ocupa del estudio de las estructuras morfológicas, describiendo alguna de las enfermedades que aparecen en el desarrollo embrionario. Se ha centrado en el estudio de la hidrocefalia congénita, en los bebés, y la hidrocefalia del adulto.
La hidrocefalia se produce por un aumento anormal del líquido cefalorraquídeo en las cavidades cerebrales y que provoca que el cerebro se hinche. Puede producirse por una lesión antes, durante, o después del parto. También por infecciones que afecten al sistema nervioso central, por un defecto genético, un aneurisma o algún tipo de lesión en la cabeza. Provocan cambios en la forma en la que una persona camina, inestabilidad al andar, dificultad para prestar atención, incontinencia urinaria.
La hidrocefalia del adulto aparece en las personas de edad avanzada y es la única demencia que puede ser tratada. «En cuanto aparecen síntomas de deterioro cognitivo, es crucial diagnosticar de forma precoz si se trata de una enfermedad de Alzheimer, una demencia vascular o una hidrocefalia del adulto», explica. Esta última, si se diagnostica en los primeros meses tras la manifestación de la enfermedad, se pueden mejorar todos los síntomas, incluido el deterioro cognitivo leve. En cambio, Si el tratamiento es tardío, no hay posibilidad de mejoría de los síntomas. Además, si no se diagnostica a tiempo, la hidrocefalia del adulto puede convertirse en otro tipo de demencia más grave. La enfermedad se estudia también a nivel bioquímico. «Se intenta encontrar biomarcadores que ayuden al diagnóstico diferencial entre la hidrocefalia y las otras demencias», concluye Castañeyra.
El equipo de Castañeyra también participa en estudios de anatomía comparada con ratas. Se observa la hipertensión sobre las estructuras circunventriculares y la presión arterial en el cerebro de estos animales. La hipertensión les provoca inflamación en zonas del cerebro. «Esto conecta la hipertensión con la hidrocefalia», apunta. Las ratas hipertensas tienen muchas proteínas en el líquido cefalorraquídeo que se parecen a las que se encuentran en otras enfermedades con deterioro cognitivo, como el Alzheimer.