Los medios de comunicación tienen el poder de llegar a miles de personas. Son los primeros en mostrar imágenes, que a menudo son innecesarias. Y es de eso de lo que quiero hablar. Existe un límite que separa el amarillismo de informar y realizar tu labor como periodista. Ocurre en todos ámbitos, pero es en el deporte donde vemos que tanto profesionales de la comunicación, como personas anónimas, se centran en sus intereses personales, basados en obtener visitas y clicks, y no se preocupan de aquellos que se ven afectados por sus acciones.
Recientemente comprobamos cómo, otra vez, aparecían buitres en vez de seres humanos cuando el futbolista danés Christian Eriksen se desplomó en el campo sin previo aviso. Todo ocurrió durante el enfrentamiento entre Dinamarca y Finlandia en el partido de la fase de grupos de la Eurocopa.
La señal televisiva, en vez de apartar la atención de ese lugar, hizo zoom al jugador sin vida en ese momento. Pero no solo enfocaron esos instantes, sino también mientras que Kjaer, capitán de la selección, le hacía la RCP, al igual que a su hermana llorando consolada por el portero. Solo los cuerpos de los daneses, quienes decidieron proteger la intimidad de su amigo, impidieron ver perfectamente todas las labores de reanimación. Aun así, gracias a la rápida intervención del equipo técnico, los doctores y sus propios compañeros, Eriksen pudo salir del estadio conscientemente.
El encuentro se suspendió, aunque en las redes sociales continuó siendo un tema abierto. Hubo un enfado generalizado por como la UEFA y las cadenas televisivas encargadas de retransmitir el evento actuaron. Fueron muchas las críticas y comentarios que recibieron por parte de la afición, otros periodistas, deportistas de élite… En ese punto se podía notificar de lo que ocurría de otra manera, no era imprescindible robar la privacidad del hombre que estaba luchando por su vida. Cruzaron una línea que les pasará factura.
«Se debe diferenciar entre una cosa y otra. Hay que respetar y enseñar únicamente lo necesario»
El 29 de noviembre de 2020, Romain Grosjean tuvo un gravísimo accidente del que salió vivo de milagro. El piloto, en aquella época, de F1 rodaba en las últimas posiciones en el tiempo que su coche se estrelló contra las vallas y se incendió, dejando una estampa imposibles de olvidar. Se trataba de la primera vuelta del GP de Bahréin, el helicóptero estaba mostrando un plano con todos los monoplazas en él. Fue por eso que el golpe se vio en directo. Tanto el choque hacia las protecciones, como la escalofriante explosión.
En esa situación es cuando debes dejar de enfocar al accidentado y permitir que bomberos, personal sanitario y comisariado se encargen de salvar una vida. La FOM, responsable de la señal internacional, supo que era lo correcto y no mostró la Curva 3 hasta que el piloto estuvo con el equipo médico. Es más, lo primero que se vio fue al francés caminando junto a sus ayudantes.
No se puede controlar lo que gente ajena publica y crea. Si ahora mismo entras en Youtube encontrarás muchos vídeos de accidentes, desmayos o muertes. Es por eso que se debe diferenciar entre una cosa y otra. Hay que respetar y enseñar únicamente lo necesario. Las emisoras deberían conocer cuándo actuar de una forma y no de otra. Estos dos acontecimientos son el ejemplo de lo que se debe hacer y lo que no.