En el reducido espacio de la acogedora Librería de Mujeres todos los presentes se chocaban entre sí, pero después de un rato de acomodos y reacomodos, David Llorente, el autor del libro Madrid: frontera, se sentó con una sonrisa que le precedía. A las siete de la tarde del día de ayer, 29 de marzo, ya estaba todo listo para comenzar la entrevista hecha por Eduardo García Rojas, periodista y profesor de la Escuela Literaria, al escritor madrileño afincado en Praga con motivo del Festival Atlántico de Género Negro: Tenerife Noir. Esta narración que vino a presentar ha sido galardonada por el Premio Hammett 2017 de la Semana Negra de Gijón y el Premio Valencia Negra 2016 a la mejor novela del año.
Un profesor de español imparte clases a personas extranjeras en Madrid, pero se ve obligado a emigrar a República Checa y seguir con sus clases ahí. Escribe todos los días, en un café en el que ya le conocen y hasta le permiten que se quede hasta después del cierre. En la transición de España a este nuevo país muchas cosas han cambiado para él, como poder comprobar que la niebla helada existe y que las fosas nasales se pueden congelar.
Este cuento no es de ningún libro, sino la vida de Llorente, que todo lo que ha vivido lo refleja en la literatura. No es la excepción Madrid: frontera. En el libro, la ciudad capitalina está rodeada de un mar negro como la tinta, donde vagan sirenas que seducen a personas para que se arrojen en un océano de incertidumbres en el que terminan muriendo. Su motivación para este relato fue, precisamente, el sentimiento de impotencia por todos los problemas que él leía en los medios españoles estando en el extranjero.
«Rómpelo todo y empieza otra vez»
Al autor madrileño no le gusta la etiqueta de escritor de género negro porque “yo cuando me siento a escribir, no lo hago para escribir una novela negra sino para crear una historia”, confesó. De esta manera, ha presentado proyectos como obras de teatro, que son el caso de Los cisnes de Chernóbil y Roja Caperucita.
“La voz de la rendición es la voz de las sirenas”, dijo David Llorente, que nunca claudica ante un texto complicado. En el caso de su última publicación, afirmó que no sabe “cuántas versiones puede tener esta novela, pero si digo veinte no estoy exagerando”. Planear sus historias no entra en el imaginario del literato. Por ello, con cierto tono humorístico, declaró que él siempre estará “condenado a que todas mis obras aborten en algún momento y tengo que parar y romper y así hasta que me doy cuenta de hacia dónde quiero ir”.
Y es lo que recomendó a todas las personas que comiencen con la escritura, sobre todo a los jóvenes que tienden a crear textos muy extensos. Así lo hacía saber con una anécdota en la que la madre de una admiradora, con un libro de mil páginas en proceso, le pide un consejo para su hija. Llorente no pudo más que contestarle: “Rómpelo todo y empieza otra vez”. A pesar de la riña que de su editor le descargó, se defendió diciendo: “Es lo que le tenía que decir, no le podía decir otra cosa”.