La filósofa argentina Diana Pérez presentó ayer, miércoles 24, su ponencia Aventuras y desventuras de una filósofa como parte de la segunda edición online del ciclo de conferencias Filósofas en streaming. Una serie de coloquios que la Sección de Filosofía de la Universidad de La Laguna lleva presentando desde 2018 y que este mes de marzo se centra, exclusivamente, en perfiles del País argentino. El objetivo de estas ponencias es que las filósofas muestren sus trabajos y trayectoria. El evento se podrá disfrutar los miércoles alternos hasta el próximo 2 de junio y contará con la presencia de diferentes docentes y especialistas del Área.
La profesora de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas del SADAF-CONICET analizó su carrera profesional en los campos de las ciencias cognitivas, la filosofía de la mente y lo que significa hacer filosofía en Argentina, en español y siendo mujer. Su trayectoria «podría ser la vida de cualquiera y son temas que podrían tocarse desde cualquier género», defiende Pérez.
Reflexión de una mujer
Recalcó que al iniciar su carrera no se encontró con barreras por parte de su familia para acceder a los estudios superiores por el hecho de ser mujer. Asimismo, «en la Facultad tampoco sintió ningún problema por serlo». Por tanto, reflexionando sobre sus estudios, mayormente centrados en las emociones y la conciencia, comentó que nunca sintió que tuviera muros en el camino. Sin embargo, hace quince años se encontró con una desigualdad entre la posibilidad de compatibilizar el trabajo académico con la vida social de sus becarias frente a sus becarios. Lo que provocó que se «uniera a movimientos feministas».
También mencionó la relevancia que pueden llegar a tener este tipo de conferencias, ya que permiten «promover la escritura filosófica en la lengua materna de cada uno». De igual manera, aseguró que una de las cosas que nos pueden enseñar corrientes sociales como el feminismo, académicamente, es que las minorías subjetivamente no son «solamente las mujeres por ser mujeres, sino que también son todos los académicos hispanoparlantes».
Como conclusión, precisó que cuando empezó a estudiar Filosofía se encontró en las aulas «una imagen clásica en la que el centro de las reflexiones filosóficas estaba puesto en el hombre, entendido canónicamente, como animal racional». Le llevó mucho tiempo darse cuenta de que esa imagen estaba equivocada y solo lo logró con el paso del tiempo. Las diferentes experiencias vividas le permitieron crear una concepción diferente que le permitió ver diferentes bases para sus posteriores reflexiones filosóficas.