El alumnado y profesorado de la Universidad de La Laguna tuvo la oportunidad de asistir el pasado viernes a un pase histórico en el Aula Magna del Aulario General de Guajara. Dominion no es un documental que esté recubierto por una pátina de color de rosa que maquille la barbarie, ni su montaje está disociado de la verdadera cotidianeidad de los animales, ni la moraleja que presenta encarna un mensaje bucólico o naif. A partir de estas premisas, el espectador se enfrentó cara a cara con un largometraje que tiene el veganismo como telón de fondo.
Este segundo largometraje de Chris Delforce persigue destapar el estado en que se encuentran los animales de granja en Australia. En la voz de estrellas como Joaquin Phoenix, Rooney Mara o la cantante Sia, el contenido de la cinta reúne tanta fuerza que pronto se convierte en una carta de denuncia contra el maltrato animal, las carencias e injusticias que padecen, la superioridad especista a la que están sometidos y, por supuesto, al consumo de su carne y derivados.
Anonymous for the voiceless, los activistas veganos que despiertan a la gente
Promovida por el grupo activista Anonymous for the voiceless, la cita reunió a un gran número de asistentes y fue un éxito rotundo. El público, conformado en su mayoría por rostros jóvenes, mentes inquietas y estómagos exigentes, no solo demostró su compromiso con los más indefensos, sino que confirmó que el cambio es posible.
Los valientes que lograron permanecer en la sala hasta el final de la proyección pudieron disfrutar de una degustación gratuita de comida vegana que corría a cargo del restaurante lagunero Somos lo que comemos y de la cafetería santacrucera Sweet Paradise.
Cuando en el Aula Magna se apagaron las luces y arrancaron los títulos de crédito, la algarabía y el bullicio se convirtieron, ipso facto, en un silencio casi inquebrantable: es el respeto que cualquier ser humano debe proferirle a la muerte. Este estado de estupefacción y espanto acompañó a los espectadores durante toda la película y solo se vería interrumpido por algunos sollozos irreprimibles por parte de los más empáticos.
Un documental que no esconde las consecuencias del consumo de carne
Desde el primer momento, la violencia de las imágenes actuó como un gancho directo en el vientre del espectador; aunque como se aclaró al final del documental: “el dolor y la impotencia son parte inherente del proceso de concienciación y sensibilización que se requiere para acercarse a la cruenta realidad de los seres sintientes”.
La división por capítulos, además de facilitar la comprensión, obligó a la audiencia a sumergirse en el sufrimiento de las distintas especies animales. Tanto es así, que la potencia y la explicitud de los recursos audiovisuales empujaron a algunos de los presentes a abandonar la sala a lo largo de toda la proyección. Lo que es más, algunos asistentes no soportaron siquiera unos segundos de la vida que llevan los cerdos, primeros protagonistas del relato. Ver a las crías morir aplastadas por sus propias madres como consecuencia de la falta de espacio, o las mutilaciones a las que se ven sometidos para evitar el canibalismo constituyeron informaciones que excedieron la resistencia emocional de algunos espectadores.
Datos impactantes
De esta forma, el público conoció que las gallinas camperas son desechadas a los 18 meses, mientras que en libertad son capaces de vivir hasta los diez años; o que los pollitos menos productivos pueden ser triturados vivos en los mismos cascarones en los que nacen, bajo amparo de la ley; o que el 50 % de los peces criados en celdas oceánicas están sordos…
Otros datos reseñables que se denunciaron fue el sacrificio anual de 250 000 perros y gatos callejeros en perreras australianas, mientras que paralelamente no deja de aumentar la crianza de canes en granjas para su posterior puesta en venta, así como que los patos mueren aplastados por su propio peso, que las vacas pueden estar treinta horas sin ser alimentadas antes de pasar al matadero, que la industria láctea aniquila a los terneros macho y que fecunda a las hembras diez veces más que la media en libertad.
Cada segundo mueren 2000 animales para el consumo humano
Estos son solo algunos de los datos que Dominion saca a la luz, llevando a cabo un examen exhaustivo de animales tan variopintos como los visones, los ratones, los conejos y los delfines, entre otros muchos. Aunque de todos, quizás la cifra más apabullante sea la siguiente: cada segundo mueren unos 2000 animales para el consumo humano, lo que supone un total de 345 000 000 al día. La cantidad de peces y otros animales marinos que son asesinados en una jornada, por su parte, es tan grande que se cuenta en toneladas. El número de humanos que mueren durante el mismo tiempo por causa diversa, en cambio, apenas ronda los 155 000.
Cuando los conductores del evento, Raquel Armas y Daniel Lucilla, retomaron la palabra al final de la proyección, se apuntó: “La carne ya no se consume por una cuestión de supervivencia o salud; gracias al mercado global tenemos a nuestra disposición todo tipo de nutrientes, así que comer animales es solo un capricho”. Lucilla también agregó que “no hay excusa para evadir la causa” y que bastaba con “no financiar y participar en el juego de estas industrias”.
En la ronda de preguntas final también se abordaron temas como las nefastas consecuencias de la industria agrocárnica para el medioambiente (se requieren, por ejemplo, mil litros de agua para producir uno de leche), los beneficios para la salud de la dieta vegana y la aplaudida labor de los activistas animalistas. Entre los platos que se pudieron disfrutar en la posterior degustación se incluían la pizza, la tortilla y las croquetas, todos ellos pruebas fehacientes de que el veganismo no es solo un proyecto futuro, sino también una responsabilidad presente.