¿Cuánto cuesta un mechón de pelo natural? Habrá quienes respondan que depende del largo, la calidad o el color, pero que puede superar los 50 euros por 100 gramos. Más aún cuando se trata de uno bien cuidado, con una longitud considerable y de una tonalidad difícil de encontrar. Sin embargo, en Mechones Solidarios, el pelo tiene el valor intangible e incalculable de recuperar una parte perdida de la identidad y la imagen. Es por ello que esta fundación, nacida en octubre de 2013, se dedica a elaborar pelucas naturales destinadas a personas con enfermedades que ocasionan la pérdida del cabello.
El proceso comienza con el envío y recepción de las donaciones, de un mínimo de 30 centímetros, provenientes de toda España e, incluso, de países como Andorra o Francia. Esta labor la pueden facilitar las distintas peluquerías solidarias que colaboran con la entidad. Es el caso de One Pelu, situada en La Laguna, Tenerife, donde por nueve euros se puede hacer la donación, incluyendo un lavado y corte estilizado.
Una vez recibido en Málaga, donde se encuentra la sede de Mechones Solidarios, comienza el proceso de elaboración. Para ello, el cabello es desinfectado, hidratado y secado. Se clasifica según los largos y se confeccionan las distintas cortinas. Para imitar el cuero cabelludo, se hace un picado. Después, se confecciona la base, se monta la peluca y se le da un corte y peinado personalizados según los deseos de su solicitante que, normalmente, consisten en recuperar su aspecto de antes de enfermar.
Donar el pelo abarata el coste de las pelucas en un 70 %
Aunque parezca sencillo, Sebastián Quattrocchio, trabajador de la organización que se encarga «un poco de todo», explica que, en realidad, la elaboración entraña mucho tiempo y gastos de los que no se suele ser consciente. Hacer una sola peluca conlleva 40 horas de trabajo y requiere de ocho a veinte donaciones, a lo que hay que sumar el precio del resto de materiales necesarios. Además, «es una labor que no puede realizar el voluntariado. Hay que contratar personal tejedor, formarlo y pagarle un sueldo».
Así, el coste de la fabricación de cada una, restándole alrededor de un 70 % gracias a que el pelo haya sido donado, asciende a entre 400 y 600 euros. «Es un producto muy exclusivo, ni siquiera la gente que tiene dinero las suele comprar», aclara. De hecho, su oferta es muy escasa en España, sobre todo si son personalizadas. Quattrocchio añade que otros artículos de las mismas características y calidad llegan a valer unos 3700 euros o más, sin incluir los costes de mantenimiento.
Con todo, Mechones Solidarios es capaz de autofinanciarse y llegar a cientos de personas. Solo en 2016, se hicieron y entregaron cien pelucas, cifra que casi se duplica al año siguiente, ascendiendo a 172. En 2018, el total anual fue de 192, hasta que, en 2019, alcanzaron las 202. Aunque era inevitable que la pandemia tuviera efectos negativos, el trabajo no cesó, y se cerró 2020 con la producción y entrega de 153 unidades.
«Nos gustaría llegar al punto en que podamos hacerlas todas gratis»
«Creo que tener una peluca ayuda muchísimo a que una persona esté contenta, se vea mejor y afronte su enfermedad de otra manera», insiste Quattrocchio. «A la gente le cuesta asimilar que va a perder el pelo, aunque se lo diga su médico». Según relata, quienes acuden a la entidad, mayoritariamente, tienen escasos recursos. Incluso una peluca sintética puede suponer un gasto difícil de abordar. Es por ello que, en función del poder adquisitivo de cada quien, justificado con una serie de documentos, pagará o no una parte de su precio. No obstante, las que van destinadas a menores de 14 años siempre son gratuitas independientemente de la economía de su familia. En cualquier caso, es necesario presentar un documento médico que pruebe alguna enfermedad que provoque la caída del cabello.
Al comentar que «nuestra intención siempre ha sido hacer pelucas de la más alta calidad al menor coste posible», no duda en que «nadie quiere hacerlas tan buenas con tan baja recompensa. No hay competencia y, desde luego, este no es un negocio rentable para las empresas». Por ese motivo, uno de sus objetivos principales en la actualidad es la recaudación de fondos a través de donativos, campañas personalizadas en redes sociales o la venta de merchandising.
Antes, los muchos eventos que realizaban permitían recaudar cantidades importantes con las que financiarse. En 2019, se llegaron a celebrar 58. El contexto pandémico actual ha impuesto grandes limitaciones a su celebración por todo el país. No obstante, Quattrocchio no renuncia a sus metas: «Nos gustaría llegar al punto en que podamos hacerlas todas gratis».
Asimismo, expresa que cuentan con las donaciones y colaboraciones de diversas empresas, aunque no reciben ayudas estatales. Considera que son necesarias mientras exista una problemática en relación a la pérdida del pelo o, al menos, hasta que se pueda optar a tratamientos menos agresivos -en el caso del cáncer, que es la enfermedad que padecen la mayoría de sus solicitantes-. Como mínimo, dice, le gustaría que el Estado pagase una parte de las pelucas o diera pequeñas subvenciones para que la gente tuviera más facilidades a la hora de adquirirlas. Sin embargo, es consciente de que, en la actualidad, es complicado que ese dinero vaya destinado a solventar un problema estético.
«Nos estamos peleando todos los días con las aduanas, pero también queremos que las pelucas lleguen a las Islas»
Con orgullo, expresa que el resultado de su trabajo llega a todos los puntos de España, incluyendo Canarias, pese a los problemas que ello presenta. «Nos estamos peleando todos los días con las aduanas, pero también queremos que las pelucas lleguen a las Islas». Del mismo modo, un porcentaje de las donaciones de cabello sale de Canarias. Repartidas en el Archipiélago hay 24 peluquerías solidarias, de las que One Pelu forma parte. Su dueña, Oneida Martín Fernández, explica que lleva cuatro años colaborando con la organización, motivo por el que se siente «súper contenta porque tengo un montón de vivencias y experiencias vitales que, de otra forma, no las tendría».
Entre ellas, recuerda a una niña que acudió al local para tomarse las medidas del cráneo. Semanas más tarde, la madre le mandó fotografías con su nuevo aspecto y «parecía otra niña. Es impresionante lo que consiguen». Con el mismo cariño rememora a su donante más joven, de tres años, y a la más longeva, de 80, quien se dejó crecer el cabello expresamente para cortárselo y donarlo.
Cada mes, la peluquería cuenta con una media de entre ocho y quince donaciones. Con esas cifras, Martín expresa que le parece «súper sorprendente que sean capaces de llegar a tantas personas con lo poquito que damos. A mí me parece poco lo que hago, simplemente corto pelo, que es mi profesión, y a veces traigo algo de merchandising que venden en su página web para autofinanciarse».
«A veces lo comparo con donar sangre. El pelo sigue creciendo y no nos cuesta tanto»
Martín comenta con entusiasmo que Mechones Solidarios no se centra exclusivamente en la afección más común y llamativa causante de la caída del cabello: «No solo abarcan el sector del cáncer, sino otras enfermedades», como la alopecia, «de las que parece que en ocasiones nos olvidamos».
Pese a que la clientela se siente entusiasmada con este tipo de iniciativas, que apenas requieren esfuerzo pero suponen una gran ayuda, también es cierto que, a menudo, la gente siente cierta reticencia a la hora de cortarse el pelo. Al haber un mínimo de 30 centímetros, necesario para que cada mechón pueda ser de utilidad, muchas personas tienden a creer que «eso es mucho y van a perder la melena, pero en realidad no es así».
De hecho, Martín insiste en que el cabello crece, y que incluso su clientela se sorprende de la rapidez con que lo hace. «Yo a veces lo comparo con la donación de sangre. Tú puedes donarla cada seis meses porque generas sangre nueva. El pelo es igual. Puedes donarlo una vez al año, año y poco, porque sigue creciendo. No nos cuesta tanto».
Las casualidades como motor de despegue
Mechones Solidarios empezó como una pequeña iniciativa en 2013 por parte de la Asociación de Peluquería Internacional Arte e Imagen, cuando «se decidió hacer una peluca para alguien que lo necesitase, sin más», según señala Quattrocchio. A partir de muchas coincidencias, y después de haber visto las secuelas del cáncer y la quimioterapia en familiares del personal del negocio, el proyecto fue creciendo de forma orgánica.
«La directora de Mechones Solidarios, Estela, es peluquera desde pequeña, y también su madre, quien de mayor tuvo cáncer. Se hizo una peluca igual que su pelo, iba a la quimio y todo el mundo flipaba. ¿Cómo no se te cae el pelo a ti?, le decían». Recuerda cómo, antes de fallecer, decía que era una pena que la gente sufriera por la caída del cabello. «Para ella fue muy fácil porque estuvo toda la vida haciéndolas, pero claro, son inalcanzables para otras personas por el precio y por la complicación de conseguirlas», añade.
En esos momentos, llegó a la peluquería una chica con una larga melena para donarla. «Me dijo: córtamela y úsala para algo que haga feliz a alguien». Entonces, todo cuajó. Estela Guerisoli, quien hoy es directora de la organización, recordó las palabras de su madre sobre el derecho de las personas enfermas a tener una buena peluca al perder el pelo por diversas enfermedades. Sobre todo debido a que pueden estar atravesando momentos muy duros tanto física como psicológicamente.
Desde ese punto de partida, y dándose a conocer a través de eventos y redes sociales, surgió la necesidad de dedicarle más tiempo y un espacio propio. «Nuestra iniciativa ha creado la conciencia de la donación de cabello en España. Fue algo muy rápido y todavía sigue creciendo», resume Quattrocchio. Con mucho trabajo a las espaldas y un futuro lleno de dedicación, hoy Mechones Solidarios se posiciona como una entidad con vistas a ser declarada de interés público por la labor social que cumple.