El seminario Diversidad Afectiva y Sexual y Prevención y Abordaje de la LGBTfobia y la Violencia Intragénero en el contexto educativo se celebró ayer, martes 7 de mayo, en el Aulario de Guajara. La actividad contó con la participación de la sexóloga y educadora social Lourdes Bravo quien profundizó en la falta de representación del colectivo, la incomodidad que supone en la vida de las personas que lo conforman y algunas de las características que definen la cultura LGBT. La experta aseguró que Canarias es una de las comunidades más adelantadas en cuanto a la diversidad afectivo-sexual contando con un currículum que previene el acoso y la homofobia y asignaturas específicas como la Educación Emocional impartida en las aulas de primaria. El acompañamiento del alumnado trans para garantizar el bienestar de estos estudiantes es un protocolo que ha comenzado a aplicarse en algunos centros.
Uno de los aspectos que más sorprendió a los alumnos presentes fue la recomendación de la sexóloga de no usar el término homosexual y, en su lugar, intentar usar gay y lesbiana. Además, añadió que hasta hace unos años era un término médico para designar una patología. «Yo he crecido en una sociedad que concebía mi orientación como una enfermedad, en la que mi proyecto de futuro era no poder casarme y no poder formar una familia, aunque eso cambió», sentenció. En ese contexto, citó la Ley del Matrimonio, la cual supuso un gran adelanto en cuanto a la lucha por los derechos de las personas LGBT.
«Una parte importante del trabajo y del activismo es la capacidad de involucrar a personas que no tienen nada que ver con la causa. Se trata de tejer alianzas», afirmó la educadora. Utilizó el ejemplo de la igualdad de género, explicando que esta no se puede conseguir sin la complicidad e implicación de toda la sociedad. Así, añadió que «no debemos apropiarnos de la causa de grupos oprimidos porque les oprimimos aún más».
Mucho trabajo por realizar
Bravo dejó claro que aún queda mucho por hacer. No se ha llegado a todos los niveles, ya que en las edades más avanzadas son agentes externos los encargados de tratar la educación afectivo-sexual, y lo hacen de manera breve, puntual y parcial. Además, provoca que se renuncie a una materia curricular por no haber un espacio previsto para estos contenidos. Las charlas suelen ir orientadas a prevenir ETS y embarazos no planificados, reduciendo la sociedad solamente a eso: el coito y los hechos que de él deriven. No se habla de lo emocional, de cómo se inicia una relación o cómo se acaba, de maltrato, de bienestar…
Por último, la sexóloga aproximó la óptica de la pedagogía feminista a los asistentes presentándola como un medio utilizado para incorporar la perspectiva de género, aspirando así a una transformación social. «Descentralizar el poder y aplicar esta visión a la metodología es fundamental», aseguró Lourdes Bravo.