El Día Internacional del Trastorno Bipolar se conmemora cada 30 de marzo, debido a que es el día del nacimiento del pintor holandés Vicent Van Gogh, quien fue diagnosticado como portador de esta enfermedad. Esta iniciativa, declarada en 2017, es un evento mundial lanzado y organizado por la Sociedad Internacional de Trastornos Bipolares (ISBD), junto a la Red Asiática de Trastorno Bipolar (ANBD) y la Fundación Internacional del Trastorno Bipolar (IBPF). Se centra en el reconocimiento de los desafíos que sufren las personas con esta condición mental.
El trastorno bipolar es una enfermedad mental que plantea retos para las personas enfermas, los profesionales de la salud y de las comunidades. A pesar de la creciente aceptación del trastorno bipolar como en algunas partes del mundo hasta tal punto que se ha normalizado como la diabetes y las enfermedades cardíacas, el estigma asociado con este sigue siendo una barrera para la atención, lo que impide un diagnóstico temprano y un tratamiento eficaz.
Al igual que otras enfermedades, el trastorno bipolar suele estar ligado a contextos y situaciones que no tienen relación con él y que la sociedad tiende a relacionar. Este no es un problema de personalidad o carácter incontrolable, tampoco es una enfermedad asociada a comportamientos violentos o peligrosos.
Para apoyar la iniciativa, se propone usar los hashtags oficiales en redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter, compartiendo imágenes o poniendo en su foto de perfil el logo oficial de esta celebración: #WorldBipolarDay #WBD y #WBD2021.
«Las personas eran más vulnerables a eventos estresantes y se produjo un incremento de recaídas a raíz de la Covid-19»
Según el Ilustre Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife, entre el 1 % y el 2 % de la población mundial padece trastorno bipolar. Este afecta a hombres y mujeres por igual, aunque pueden presentan diferentes fases: en el género masculino tienden a tener manía, mientras que en el femenino muestran conductas depresivas. Con el confinamiento, ha aumentado el número de individuos que padecen este trastorno.
Esta enfermedad se puede tratar con tratamiento farmacológico, por ejemplo, con estabilizadores del estado de ánimo, anticonvulsivos, antipsicóticos, ansiolíticos y con tratamiento psicológico, con psicoeducación y diversas terapias familiares y marital, interpersonal o cognitiva-conductual. No obstante, el tratamiento es preventivo, pero no curativo. Es permanente ya que la enfermedad no se extingue con el tiempo.