«El error de Occidente es que trata a las personas como mercancías»

Ciencias Sociales y Jurídicas

Mauritania, Senegal, Burkina Faso, India, Etiopía o Mozambique son algunos de los países en los que ha ejercido como reportero Nicolás Castellano, periodista de la Cadena SER y especialista en migraciones, cooperación y desarrollo. Además, el profesional de la comunicación ha sido enviado especial a catástrofes naturales como el terremoto de Haití en 2010 y ha cubierto crisis humanitarias como la de Sudán del Sur o la del brote de ébola que afectó a parte del África Occidental. Asimismo, estuvo en las islas griegas atendiendo a la llegada de los migrantes y los refugiados.

El experto en estos flujos migratorios ha estado presente en los escenarios, poniendo nombre y apellidos a las historias de quienes viven estos desplazamientos. Uno de estos relatos se plasma en su obra Me llamo Adou (2017), donde cuenta la historia del niño que apareció en el interior de una maleta en un puesto de control del Tarajal, Ceuta. Castellano habla con PERIODISMO ULL acerca de cómo las actuaciones europeas se convierten en la causa de estos traslados, así como de la imagen que los medios de comunicación han creado sobre el fenómeno.

«17 000 refugiados en toda España no son nada, pero es el propio Gobierno el que no los quiere traer»


El 27 de octubre estuvo junto al periodista freelance José Naranjo en el espacio de diálogos del Parlamento tratando el tema de los movimientos mixtos de población. En esta intervención ambos coincidían en que la inmigración no es una causa, sino una consecuencia. ¿Cómo influyen las actuaciones de Occidente en los movimientos migratorios? “Una de las formas es el cambio climático. Somos nosotros los que hemos destrozado la capa de ozono con las emisiones y el precio lo están pagando en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, hay otros elementos, como es el caso de las normas que regulan los mercados de la Unión Europea y de Norte América. Se trata de preceptos que limitan la libre circulación de mercancías, productos agrícolas o productos manufacturados que se desarrollan en los países del Sur. Además, cuando se mueven estos productos debe ser con los precios y las condiciones que marcan los grandes grupos de inversión del Norte rico. También hay que tener en cuenta que lo que se gana aquí jamás se revierte en inversiones en países en vías de desarrollo».

La República Centroafricana es uno de los países más ricos en minerales del continente, pero tiene un Índice de Desarrollo Humano muy bajo, ocupando el puesto 188. ¿Son las materias primas la riqueza de los países africanos o son la causa de los problemas en relación con las potencias europeas? “La extracción de minerales jugó un papel fundamental en la guerra de Sierra Leona o en los conflictos de Liberia, y ahora República Centroafricana está marcando en buena medida el ritmo. Sin embargo, se trata de un país con una realidad mucho más compleja. En la República Centroafricana hay un conflicto entre familias, entre clanes, que luego se manipuló hasta estar contaminado por cuestiones relacionadas con la religión. Lo que sucede ahí se explica teniendo en cuenta el control de las minas, el control de las rutas, incluso del tráfico de drogas o del de materias primas como la madera. El conflicto sigue siendo tremendo, con centenares de miles de desplazados internos y más de medio millón de refugiados. Así como Sudán del Sur, son territorios que se están ahogando en el conflicto y parece que la intervención internacional es totalmente inútil”.

«Lo que se gana aquí jamás se revierte en inversiones en países en vías de desarrollo»


En el Parlamento también habló de la imagen negativa que los medios de comunicación y el sector político estaban configurando sobre los movimientos migratorios. ¿Cree que ante esta percepción la población está preparada para contribuir de forma solidaria a la recepción de inmigrantes y refugiados? “Creo que uno de los problemas es la confusión de términos como inmigración, asilo o refugio. Últimamente parece que todos son refugiados y esto es un cóctel explosivo que la gente confunde y que contribuye poco a entender lo que pasa. Por otro lado, es necesario diferenciar la toxicidad de los mensajes que emite por ejemplo el Ministerio del Interior español, que miente, confunde y dice que no puede traer a las personas que vienen de fuera y, mientras tanto, vulnera los Derechos Humanos de la frontera del Sur.  Creo que hay un porcentaje de la sociedad, no tan alto como debería, que quiere recibir gente porque sabe que las cifras que se pueden asumir. 17 000 refugiados en toda España no son nada, pero es el propio Gobierno el que no los quiere traer. Esto hace que la acogida por parte de la sociedad no sea viable”.

Un estudio elaborado por dos profesores americanos comienza afirmando que “Los gobiernos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) observan la inmigración con gran preocupación y lidian con políticas cuyo ánimo es seleccionar determinados emigrantes y mantener alejados a otros”. ¿Qué opina de esta valoración?  “Ha sido una práctica muy vieja escoger, usar y tirar a las personas. Lo importante es que nos den utilidad, como fue el caso de la llegada de mano de obra en la época de crecimiento económico en España con la construcción. Sin embargo, cuando estalló la crisis, algunos partidos empiezan a decir que los migrantes debían volver a sus países. El sentido utilitarista de la inmigración, poco humano, economicista y capitalista es tan viejo como la humanidad. En Occidente se está cometiendo un error capital: creer que podemos usar a las personas como mercancías. Vienen de fuera y los usamos para que luego que se vayan.  Cuando nos demos cuenta de que vamos a necesitarles para que nuestra economía sea sostenible, habrán pasado ya demasiadas muertes a causa de las políticas que se implantan en la actualidad respecto a las migraciones”.

«La sociedad europea, cuna de los Derechos Humanos, tendría que estar a la altura ante la cifra de 40 000 muertos en el Mediterráneo desde el año 2000»


Hace unos días publicó una información titulada “La mayor llegada de migrantes de la última década”. En ella, incluía cifras bastante llamativas. Por ejemplo, hasta el mes de septiembre se contabilizan en la sociedad estatal de Salvamento Marítimo 21 muertos y 95 desaparecidos, respecto a los 6 fallecidos y los 22 desaparecidos del mismo período de 2016. ¿Cree que los lectores han normalizado la recepción de estas cifras hasta llegar al desinterés? “Yo no sé si es desinterés, pero desde luego la pasividad es manifiesta. Una reacción que debería darse en toda la sociedad se da en una parte muy pequeña, por ejemplo, en algunas ONGs. La sociedad europea, cuna de los Derechos Humanos, tendría que estar a la altura ante la cifra de 40 000 muertos en el Mediterráneo desde el año 2000. Los europeos somos los primeros en trasladarnos cuando necesitamos salir adelante, como fue el caso de las emigraciones masivas hacia Argentina o Brasil”.

 

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