La revista Scientific Reports, de la editorial científica Nature, ha publicado un artículo titulado El miedo a las orcas conduce a la extrema sincronización del buceo de los zifios, fruto de la investigación de un equipo internacional liderado por la investigadora Ramón y Cajal de la ULL, Natacha Aguilar de Soto. Los zifios son una familia de cetáceos que se parecen a grandes delfines y son conocidos porque baten récords de buceo, con inmersiones de hasta tres kilómetros de profundidad y dos horas y media de duración.
El artículo muestra que los grupos de zifios reducen el riesgo de depredación por su mayor enemigo, las orcas, gracias a su extrema sincronización durante el buceo, un comportamiento que no se ha observado en otros cetáceos de buceo profundo. Los investigadores utilizaron dispositivos de marcaje DTAG adheridos al lomo de los zifios con ventosas, que registran la profundidad de los buceos, los movimientos de los zifios y los sonidos que emiten para cazar y comunicarse.
La colocación de las marcas es difícil porque los zifios pasan de media menos de tres minutos en superficie entre buceos, pero en tres ocasiones se pudieron colocar dos marcas en animales del mismo grupo social: en El Hierro, en el Mar de Liguria (Mediterráneo) y en Azores.
Solo emiten sonidos en profundidad y están en silencio en aguas más someras
Se observó que los zifios coordinan sus buceos en un 99 %, así como el tiempo en el que emiten sonidos de ecolocalización para buscar a sus presas. Es más, a pesar de esta fuerte cohesión social, los zifios solo emiten sonidos en profundidad y están en silencio en aguas más someras donde podrían ser atacados por las orcas. Las orcas solo cazan mamíferos cerca de superficie porque necesitan respirar frecuentemente para esta caza tan energética.
Los zifios tienen que vocalizar obligatoriamente en sus buceos de alimentación para buscar presas con ecolocalización en la oscuridad de las aguas profundas. Comienzan a emitir chasquidos a una media de 450 metros de profundidad, se separan para buscar alimento independientemente y se reúnen de nuevo al final del buceo, iniciando a los 750 metros de profundidad un ascenso lento y en silencio.
«Lo más enigmático es que este ascenso no es directo a superficie por la vía más corta, en vertical, sino que los zifios suben en diagonal, lo que alarga el ascenso en un 30 %, a pesar de que ya deberían estar ansiosos por llegar a superficie para respirar2», declara Mark Johnson, el ingeniero de la escocesa Universidad de St. Andrews que diseñó los dispositivos DTAG del estudio. «Este comportamiento no tiene sentido energético, pero es clave para evitar los ataques de las orcas», afirma Peter Madsen, catedrático de la Universidad de Aarhus en Dinamarca y coautor del estudio.
Calderones y cachalotes, que también se alimentan en profundidad, suben en vertical y comunicándose para reunirse con las crías que han dejado en superficie al cuidado de otros miembros de la familia. Estos animales pueden defenderse de las orcas gracias a que forman grupos grandes y a que tienen mayor potencia muscular que los zifios.
Los zifios viven en grupos pequeños y son de bajo consumo energético para poder realizar sus largos buceos. No tienen ninguna defensa ante los depredadores, así que lo mejor es no ser encontrado por ellos. «Aquí es donde la unión hace la fuerza antidepredadora», dice Natacha Aguilar, quien añade que «gracias a que los grupos de zifios bucean juntos, son libres de ascender de forma impredecible y en silencio, porque no tienen que comunicarse ni reunirse con nadie en superficie, están todos unidos en profundidad».
Comportamiento clave
Este comportamiento es clave porque las orcas pueden escuchar las vocalizaciones de los zifios desde superficie y seguirlos, pero los zifios las logran evitar al callarse y llegan a superficie todos juntos en cualquier punto impredecible dentro de un círculo de alrededor de un kilómetro desde la vertical de la última pista sonora de su localización. Un grupo de orcas solo puede cubrir visualmente alrededor de un 10 % de esta área, de modo que los zifios han reducido en un 90 % su riesgo de depredación.
Pero este comportamiento no solo sacrifica tiempo de alimentación, al alargar los ascensos en un 30 %, sino que implica que los adultos han de adaptarse a las menores capacidades de buceo de las crías del grupo. Esto enlaza morfología y comportamiento y solventa un enigma biológico hasta ahora irresoluto: las hembras y los machos de zifios son del mismo tamaño, a pesar de que los machos luchan por las hembras y en los animales donde esto ocurre los machos son mayores, lo que les da ventajas en la lucha. «Todo se explica porque hembras grandes pueden parir crías de mayor tamaño, y esto es necesario para que las crías adquieran rápidamente las facultades de buceo necesarias para unirse al grupo en sus buceos profundos», afirma Aguilar.
Vídeo: Creación artística del comportamiento de buceo de un zifio, incluye sonidos grabados con dispositivos DTAG adheridos con ventosas al lomo de los animales en El Hierro, por investigadores de la ULL, Aarhus (Dinamarca) y St Andrews (Escocia). (c) St.Thomas Productions.