Según un estudio publicado en octubre de este año, el cielo de Madrid podría albergar unas mil millones de partículas de microplásticos. Foto: PULL

El plástico que respiramos

Ciencias de la Salud

Los microplásticos son esas partículas de plástico de menos de cinco milímetros de longitud. Estas micropartículas, cuya presencia se ha reportado en todos los compartimentos ambientales, suponen un grave problema para el medioambiente. Según un estudio pionero, publicado en octubre de este año, y llevado a cabo por la Red Temática de Micro y Nanoplásticos en el Medioambiente, se ha demostrado por primera vez y a través de un método directo la presencia de estos plásticos en el aire.

Los microplásticos han sido largamente estudiados en los ecosistemas oceánicos. Así, se estima que estas partículas podrían representar entre un 15 % y un 30 % de toda la basura plástica que contamina los mares del Planeta. Asimismo, se sabe que forman parte de la cadena trófica y que los ingerimos sin darnos cuenta, pues se ha reportado su presencia en la orina humana.

Sin embargo, poco se ha estudiado sobre la presencia de estos agentes contaminantes en el aire. En este sentido, podrían representar, junto con otros gases de efecto invernadero como el CO2, no solo un peligro para los ecosistemas, sino también una seria amenaza para la salud pública, especialmente en las regiones mas contaminadas.

Distintas hipótesis


Comemos, bebemos y… respiramos microplásticos. Pero ¿de dónde vienen? Según el doctor en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) e investigador sobre microplásticos, Miguel González-Pleiter, «hay distintas hipótesis de cuáles podrían ser sus fuentes. Pero, realmente, no tenemos nada claro. Es un campo muy, muy emergente».

Según los estudios preliminares, una de las posibles fuentes de microplásticos en el aire podría ser los textiles sintéticos procedentes de la ropa. Según el artículo Microplastics in air: Are we breathing it in?, publicado en 2018, «en todo el Mundo, en 2016 se produjeron más de 90 millones de toneladas de fibras textiles». O lo que es lo mismo: el peso de 150 000 elefantes. Dos tercios del total de esta producción son fibras sintéticas y plásticas.

De acuerdo con el estudio, las tasas de producción han crecido anualmente al ritmo del 6,6 % durante la última década. También ha aumentado el uso comercial de fibras plásticas de diámetro fino de entre uno y cinco micrómetros como en la industria de la ropa deportiva. Con todo, concluye el artículo, estas fibras, que tienen el diámetro aproximado de un pelo humano, pueden desprenderse y soltarse directa o indirectamente a medida que se desgasta la ropa o durante el lavado y el secado.

Otras fuentes podrían ser la incineración de residuos, los vertederos, así como los residuos industriales. En este sentido, el triturado industrial de material sintético podría resultar en la formación de partículas finas que podrían acabar flotando en el aire.

El mar podría ser una fuente de microplásticos a la atmósfera


En otro estudio de marzo de 2020, Atmospheric microplastic depositicon in an urban environment and a evaluation of transport, se señala que estas micropartículas también podrían liberarse desde el agua de los oceános. «Por lo tanto, la atmósfera representa una fuente difusa de microplásticos. Así, estos plásticos pueden depositarse en los océanos, donde los microplásticos más pequeños pueden volver a aerosolizarse a través de las y las burbujas que se rompen», aclara la investigación.

En el último estudio sobre las macropartículas de plástico en el aire, Occurrence and transport of micrplastics sampled within and above the planetary boundary layer, y publicado en octubre de 2020, se demuestra por primera vez la presencia de microplásticos en el aire mediante un método directo. Se trata de un estudio pionero realizado por la Red Temática de Micro y Nanoplásticos en el Medio Ambiente, liderado por el investigador Miguel González-Pleiter.

En este estudio se estima que el promedio de microplásticos encontrados alcanza las 13,9 unidades por metro cúbico en el cielo de Madrid. En otras palabras, y según las aproximaciones, podría haber unas mil millones de micropartículas de plástico en el cielo de la Capital española.

«Encontramos una gran diversidad de microplásticos. Llegamos a encontrar 6 o 7 tipos de microplásticos sobre zonas urbanas muy concentradas. En cambio, en las zonas rurales encontramos menos microplásticos», apunta González-Pleiter. Los investigadores hallaron fibras y fragmentos de poliuretano, poliestireno, polibutadieno y poliolefinas.

Una de las conclusiones más destacadas del estudio es la constatación de que las concentraciones de microplásticos eran diez veces superiores en las zonas urbanas que en las rurales. Un hecho que, según los investigadores, constata que estos agentes contaminantes tienen un origen preminentemente urbano.

«Si modelizamos un microplástico que está ahí arriba, porque lo hemos encontrado, vemos que puede transpotarse más de 1000 kilómetros. Quizás estamos encontrando la evidencia de que la atmósfera sí puede ser el lugar por el cual los microplásticos se transportan hasta lugares remotos», apunta el investigador.

Efectos sobre la salud


Ahora bien, ¿estamos respirando estas micropartículas de plástico? En el estudio de 2018, Microplastics in air, ya se comienzan a orientar los posibles efectos de los microplásticos sobre la salud.

Una de las conclusiones a las que se llega en la investigación es que «la mayoría de los microplásticos que ingresan en el sistema respiratorio se sometan a aclaramiento mucociliar (el mecanismo de limpieza de las fosas nasales). Sin embargo, algunos pueden persistir en el pulmón provocando inflamación, especialmente en individuos con patologías previas».

Según la cirujano torácico y profesora asociada de la Universidad de La Laguna, Nuria Mañes Bonet, la inhalación de polutantes y, en este caso, de microplásticos, «podrían provocar fibrosis pulmonar al acumularse en el parénquima pulmonar».

Por su parte, el neumólogo y doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Gregorio Pérez Peñate, ratifica que la biopersistencia de estas sustancias inorgánicas, como son los microplásticos, «podría derivar en una neumonitis hipersensibilidad». Asimismo, el neumólogo advierte una posible inflamación pulmonar «con formación de unas estructuras de aislamiento de la sustancia, que se llaman granulomas».

Además, en ese mismo estudio se concluye que «el plástico puede contener monómeros, aditivos, tintes y pigmentos que no han reaccionado, muchos de los cuales podrían tener efectos sobre la salud, como toxicidad reproductiva, carcinogenicidad y mutagenicidad».

«Cualquier lesión en el parénquima pulmonar puede degenerar en un cáncer»


«Ya no solamente es el plástico en sí, la fibra de plástico, sino todo lo que viene adherido y todo lo que se va a adherir. Por ejemplo, las partículas procedentes de la polución de unas ciudades hipercontaminadas», asegura el neumólogo Pérez. Asimismo, añade que «la fibra puede ser un vehículo para que inhalemos metales y minerales producto de la contaminación» y «eso posiblemente pudiera, pero estamos hablando en un plano muy teórico, agravar aún más la toxicidad sobre los tejidos pulmonares».

En este sentido, la cirujano Mañes asevera que «cualquier inflamación y cualquier lesión que se produzca en el parénquima pulmonar puede acabar degenerando en una lesión neoplásica, en un cáncer».

En cualquier caso, estas conclusiones son aún muy preliminares. El microplástico puede ser un elemento más que habrá que estudiar y que habrá que estudiar en búsqueda de evidencias. Mientras tanto, podemos ir tomando algunas precauciones.

Personas expertas apuntan al uso de la mascarilla como método preventivo. El neumólogo Pérez Peñate afirma que «la mascarilla puede ser un buen aliado», pero incide en la necesidad de «replantearnos disminuir la producción (de plásticos) y mejorar la calidad del aire que inhalamos».

Reducir, reutilizar y reciclar


Por consiguiente, la disminución de la concentración de microplásticos en el aire irá ligada a los cambios en el modelo de consumo y al tratamiento de los residuos plásticos. Aquí, en el suelo.

De acuerdo con el investigador Miguel González-Pleiter, el primer paso es reducir los plásticos de un solo uso. «El plástico está hecho para durar, pues usémoslo para durar. No es malo, pero está hecho para durar», sentencia.

En esta línea, la siguiente recomendación de González-Pleiter es reducir el consumo de plástico y, por último, incide en la necesidad de reciclarlo de una forma adecuada. «Vamos a desecharlo de forma que no alcance los diferentes compartimentos ambientales», concluye el investigador.

Miremos a donde miremos en nuestro alrededor con total probabilidad encontraremos plásticos. Si no los encontramos, no es que no estén. Seguramente, es que no los vemos. Pero están ahí. Desprendiéndose de la ropa. Flotando en el aire. Depositándose en nuestros pulmones.