El mundo del patinaje artístico está lleno de altibajos y de numerosas dificultades, por ello, se requiere de una fuerte pasión y dedicación para triunfar a nivel profesional. La patinadora tinerfeña Luna Casaretto es una prueba de ello, ya que con tan solo seis años ya comenzaba a patinar sobre ruedas. Desde ese mismo instante supo que lo seguiría haciendo por mucho tiempo. Hoy, tras 14 años, sigue sobre la pista. Pero poseer un sueño de esa envergadura lleva consigo afrontar las consecuencias de su lucha. Dejar de lado el ocio en numerosas ocasiones no fue tarea fácil para una niña de nueve años. Tuvo que aceptar que no poder asistir a los cumpleaños o saltarse el viaje de sexto curso era solo una pequeña parte de lo que le esperaba. Quería ser toda una profesional y empezaba a darse cuenta de que las 24 horas del día se quedan cortas para conseguirlo.
En cuanto comenzó a patinar se dio cuenta de que se había topado con su gran afición. «Un año después de entrar en el club vino mi actual entrenador de Italia. Se fijó en mí, me puse manos a la obra y subí de categoría en seguida. Fue entonces cuando el patinaje dejó de ser un pasatiempo para convertirse en un deseo: ser la campeona del Mundo», relata la joven.
A pesar de llevar presente durante tanto tiempo, este deporte no es uno de los más practicados en el Archipiélago. De hecho, la patinadora afirma que cuando llegó a Tenerife solo existían tres clubes en la Isla. Así que la falta de recursos es uno de los motivos por los que Canarias carecía de representación en los campeonatos nacionales desde hacía tres o cuatro años. De tal forma que el nivel para aquel entonces no alcanzaba los mínimos establecidos para participar en este tipo de competiciones.
Ante la situación existente, Luna Casaretto se propuso ser la excepción. Un año después de empezar a patinar, la canaria se presentó a su primer Campeonato de España. Fue organizado en Tenerife, con el fin de poder dar la oportunidad a las Islas de ganar cierto reconocimiento a nivel nacional.
La deportista siempre tuvo cierta facilidad para practicar el arte del patinaje, y no dudó ni un segundo en ponerse manos a la obra. «Al poco tiempo de que llegara mi entrenador empecé a ascender. Dejé atrás las categorías de iniciación para competir en la regional como alevín, se trajo el campeonato a mi pista y pude participar», explica.
Luna Casaretto se posicionó entre los cinco primeros puestos y continuó ganando plazas para Canarias, las cuales permitirían a otros la ocasión de subir de categoría. Pues la patinadora asegura que «en aquel entonces nunca se había llegado a nivel nacional en las Islas». Se trataba de un gran paso en el ámbito del patinaje artístico.
«Muchas horas de entrenamiento, una importante disciplina y un gran entusiasmo»
Pero todo esto lleva una importante preparación detrás. La combinación de muchas horas de entrenamiento, una importante disciplina y un gran entusiasmo han sido hasta ahora los ingredientes que han llevado a la canaria a competir en los campeonatos de España. La tinerfeña asegura que para prepararse de cara a una competición debe entrenar incluso tres horas al día unas tres veces por semana. Consiste en un entreno que suele ir acompañado de clases de ballet enfocadas a la mejora de la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación.
Además, a la hora de practicar este deporte es imprescindible disponer de un monitor. Su presencia es crucial sobre todo durante las épocas de preparación física previas a una competición. Así que entrenar de manera autónoma no es una opción dentro de este mundillo.
Según Luna Casaretto, un coach debe funcionar como tu mano derecha, ya que a fin de cuentas no puedes ver tus propios movimientos. Cuando vas a hacer un salto en el aire de dos vueltas y media es necesario saber qué has hecho mal si te caes, o si estabas mal colocada. Debe haber alguien que te observe y te corrija hasta el más mínimo error que hayas cometido. Y la técnica es primordial.
El patinaje artístico es caprichoso y difícil de dominar, pero si te caes en un salto deberás ponerte en pie y continuar, si te lesionas tendrás que recuperarte cuanto antes y mirar hacia adelante.
La canaria ha experimentado caídas tanto dentro como fuera de la pista. «Perdí mucho peso, hasta tal punto que mi cuerpo ya no servía para patinar. Pensé que mi carrera se acababa, lo estaba echando todo a perder y ya no había marcha atrás», explica. Pero no fue así. Aún existían muchas razones por las que continuar en pie, y su ilusión es una de ellas.
La vida de una patinadora profesional no siempre se basa únicamente en el deporte. De modo que tarde o temprano deberá saber compaginar la disciplina y la dedicación con otro tipo de obligaciones.
Sacar adelante un grado superior sin descuidar una carrera deportiva no es fácil pero tampoco imposible. Y la canaria no se lo pensó dos veces a la hora de poder complementar su afición con el Acondicionamiento Físico. «Estudio por las mañanas, después entreno a mis alumnas en el club y finalmente me dedico a mis preparaciones físicas», cuenta.
Pero el día a día de una deportista puede verse alterado en su totalidad de la noche a la mañana. Las lesiones que Luna Casaretto ha sufrido a lo largo de su carrera juegan un papel determinante.
La presión que se exigía antes de competir era tal que terminó por jugarle una mala pasada. En 2012 sufrió una caída poco antes del Campeonato de Canarias que le costó la rotura de un brazo y por consiguiente su participación. Poco después se realizaron unas pruebas de selección para el Campeonato de España a las que acudió con su escayola y fue elegida. Muestra más que suficiente de que la disciplina, el coraje y el sacrificio son cruciales para crecer como deportista. Un brazo escayolado no evitaría que la tinerfeña representase al Archipiélago ese mismo año.
La deportista tiene claro que llegará a donde se proponga y es consciente de que para ello deberá sacrificarse incluso en los peores momentos.
Los baches e impedimentos con los que la patinadora se lleva encontrando desde sus comienzos son incontables, al igual que lo son la cantidad de veces que los ha superado gracias a su dedicación y a un propósito: el de vivir de lo que ama. Y asegura que el patinaje es una responsabilidad y a la vez un desahogo sin el cual no sabría cómo canalizar sus emociones.
«Siempre me he entregado al cien por cien. Es tanto una pasión como una vía de escape»
«Siempre me he entregado al cien por cien. Es tanto una pasión como una vía de escape», afirma. Las palabras de la tinerfeña son una lección de vida para todo aquel que quiera luchar por un sueño de esos que cuestan de verdad. Son la luz al final del túnel para quienes creen que no hay futuro y que todo está perdido.
Lograr el triunfo o no solo depende de uno mismo. Y la intensidad con la que luches determinará el precio que estás dispuesto a pagar por él.
«En Canarias los recursos son nulos»
Los medios disponibles en las Islas para dedicarse profesionalmente a este deporte dejan mucho que desear. Esta es una problemática que, según Luna Casaretto, sufren ella y el resto de quienes practican este deporte en las Islas. La patinadora afirma que «en Canarias los recursos son nulos». Existe un número muy reducido de instalaciones. De tal modo que los clubes se ven en la obligación de luchar entre sí por los pocos medios que se les brinda. No hay pistas reglamentarias ni con un suelo adecuado para llevar a cabo la actividad de forma correcta.
Hay muy pocos instructores con los conocimientos y el potencial necesarios. A pesar de que tienen su debida formación, estos no disponen de un reconocido prestigio en su campo, ya sea por falta de movilidad o de experiencia. De hecho, Simone Fraietta es el único entrenador de carácter internacional en todo el Archipiélago. Por si fuera poco, la posibilidad de disponer de la atención de expertos con conocimientos sanitarios adaptados a este deporte es inexistente en las Islas.
Por ello, Luna Casaretto opta por pasar los veranos en Italia junto con su entrenador, ya que allí puede prepararse de manera adecuada.
Asimismo, el patinaje artístico aún carece de representación en las Olimpiadas, al contrario que el practicado sobre hielo. Por ende, el escaso reconocimiento que posee este deporte puede ser una de las razones por las que aún no se ha dotado a lugares como Canarias de las infraestructuras y los recursos necesarios.