Las cervezas, la fruta picada y los táperes con tortilla española han dejado de llenarse de arena de playa. Ya no se juega a las palas ni a la pelota, tampoco se hacen castillos o murallas. Ahora la sombrilla se ha mudado a las rocas. Buscando privacidad, tranquilidad y belleza, residentes y turistas se recorren la Isla para encontrar el sitio perfecto. Algunos de esos lugares se encuentran en Los Silos, Buenavista del Norte y Punta del Hidalgo. Los tres territorios disponen de dos cosas en común. Por un lado, la existencia de comunidades pesqueras y por el otro, la atracción que tienen sus costas por los metales.
Los vertidos ilegales y el tratamiento de las aguas residuales siempre ha sido un grave problema medioambiental en el Archipiélago canario. Ya en 2007 Greenpeace desveló un listado de veinte puntos negros en el litoral de Tenerife. El informe también afirma que existen hasta 59 zonas ilícitas.
En 2018 el Gobierno de Canarias presentó una memoria en la que se recogen todos los vertidos desde tierra al mar en Canarias. En la isla tinerfeña se censaron 172, de los cuales 113 son ilegítimos. Esto supone que el 66 % de los vertidos se producen no cuentan con las autorizaciones necesarias.
Es decir, desde 2007 no tan solo no se han reducido el número de vertidos ilegales, sino que han multiplicado su número casi por dos. Las localidades con más puntos irregulares son San Cristóbal de La Laguna, Arona y Candelaria. En cuanto a Los Silos y Buenavista del Norte, poseen tres y uno respectivamente.
Municipios con una gran actividad pesquera y marisquera
Los tres municipios mantienen la identidad pesquera en sus raíces. La pesca de bajura, que se realiza cerca de la costa y con embarcaciones de un tamaño reducido, es la predominante en tales lugares. También hay una importante actividad marisquera.
Los organismos que se capturan en dichos quehaceres suelen vivir cerca de la línea litoral, lo que provoca que la polución, contaminación por efecto antrópico, tenga mucha más repercusión en sus tejidos. Parte de la polución se dispersa y no alcanza a los animales marinos. Sin embargo, hay otra parte que no se disuelve y llega hasta los especímenes. En este apartado se encuentran los metales.
Los metales pesados son elementos químicos dañinos, bioacumulables y no degradables de manera química o biológica. Al no desaparecer, se introducen en la red trófica y se transfieren a rangos superiores. Si la acumulación es suficiente, el consumo continuado de los organismos con grandes ciclos alimenticios puede resultar nocivo para la salud humana.
Este tipo de materia se incorpora al medio marino mediante moléculas o partículas que muy difícilmente se van a degradar. Solo puede cambiar el estado oxidativo del metal. Por ejemplo, si existe hierro (Fe), cambiará hasta convertirse en óxido de hierro II (FeO) u óxido de hierro III (Fe2O3). Las industrias, emisarios submarinos de espacios turísticos, barrancos y escorrentías en área de cultivo son algunos de los modos en los que estos elementos pasan al mar.
«Siempre se va a encontrar más polución en aquellas ubicaciones con más densidad poblacional»
Enrique Lozano es doctor en Biología Marina. Se graduó en la Universidad de La Laguna (ULL) y ahora trabaja para el Cabildo de Tenerife. Sus investigaciones se han centrado en analizar la concentración de metales pesados en ecosistemas marinos de la Isla.
En Canarias existe una enorme costumbre marisquera. Por eso un grupo de investigadores entre los que se encuentra Enrique Lozano realizaron un estudio sobre las lapas más comunes del mercado tinerfeño. El muestreo se realizó en cuatro zonas distintas de la isla capitalina. Se concluyó que el consumo de lapas es seguro, pero en exceso tóxico.
Lozano afirma que hay muchos estudios sobre la cantidad máxima permitida de metal que puede ingerir un humano y también la legislación suficiente en torno a los límites de concentración que se pueden encontrar en la naturaleza. En el medio marino, el mercurio (Hg) es el más preocupante. Los cetáceos y los atunes son los que presentan niveles más elevados. En España, los primeros no se consumen, pero el atún sí.
Los túnidos tienen una vida media de 15 años y se sitúan en los peldaños más altos de la red trófica, lo que provoca que el mercurio se deposite en sus tejidos. La ley actual marca en 1,00mg/kg el máximo de mercurio permitido en la carne de atún. Por ejemplo, si se ingiere un filete de bonito del norte que superase el umbral legal de manera continuada, provocaría un perjuicio a la salud del ser humano. «El consumo en exceso durante mucho tiempo podría generar enfermedades neurodegenerativas», sentencia el investigador.
«En Punta del Hidalgo no es peligroso el baño»
El estudio Influencia metálica de un emisario submarino de Punta del Hidalgo, realizado por Enrique Lozano y otros tres compañeros de la ULL ha recogido muestras de agua en esta zona de La Laguna. Los resultados arrojaron que los charcos del intermareal poseían una alta concentración de metales pesados. El aluminio (Al), el boro (B) y el hierro eran los elementos con mayor condensación. Estos elementos se encontraban en mayor medida en los sectores cercanos al emisario submarino.
El vertido del emisario submarino junto a la acción antrópica de la zona ha hecho que los metales se bioacumulen durante los últimos años. No obstante, Lozano destaca que estas acumulaciones no son perjudiciales ni para el ser humano ni para los organismos marinos.
Cerca de este conducto, existe un colector por gravedad. Además, en el Plan Hidrológico de Tenerife se tiene prevista la construcción de otro emisario próximo. El biólogo marino cree que siempre será mejor si se hace de manera reglamentaria que de forma ilegal, «aunque se agrupen varias salidas al mar de aguas residuales».
Verter es más fácil que elaborar un plan de tratamiento y aprovechamiento del agua
Desde 1994 la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de la Punta está gestionada por la empresa Teidagua. En la estación se depuran las aguas remanentes del propio vecindario, de Bajamar y del barrio Arico, que pertenece a Tejina. Una vez tratadas, un porcentaje se envía al mar a través del emisario anteriormente nombrado. Este está situado a 570 metros de la costa.
A pesar de que esta instalación es un ejemplo de tratamiento de aguas residuales, el coste de construcción, mantenimiento y explotación de una EDAR sigue siendo muy superior al de un simple emisario submarino que vierte sin ningún procesamiento. «Además, por todo el litoral tinerfeño existen muchos emisarios que no están validados en Grafcán, o sea, que son ilegales», añade Lozano.
Los problemas económicos, la dejadez de las administraciones y la poca concienciación son los factores que han hecho que Tenerife se sumerja en un oscuro mar en cuanto al tratamiento de sus aguas residuales.
Los Silos y Buenavista del Norte presentan niveles muy elevados de plomo
Enrique Lozano se encontraba analizando anémonas recogidas en Los Silos y Buenavista del Norte. Estas zonas iban a ser de control, es decir, las zonas con menos contaminación, pero cuando se paró a examinar los datos observó que era todo lo contrario. Las anémonas, que en el Archipiélago no se consumen, pero en la península sí, representaban un peligro para la salud.
En estos dos municipios no se está llevando a cabo ningún estudio, a pesar de que el científico asegura que los límites de plomo (Pb) se están sobrepasando «por mucho». También reivindica que trató de ponerse en contacto con la Alcaldía de Los Silos durante meses y no fue posible.
Con una fuerte cultura pesquera y marisquera, Los Silos y Buenavista del Norte siguen sin realizar una investigación profunda que esclarezca si estos niveles de plomo fueron fruto de una casualidad o si representan un problema potencial de salud pública. Los dos ayuntamientos ejemplarizan a la perfección lo que ha pasado durante años y años en Tenerife. La desgana y el poco interés en cuidar las costas de la Isla.